Estaba cansada de esta enfermiza rutina. Despertar, la misma cama, los mismos peluches a mi lado, el mismo teclado, el mismo desayuno... solo pensar en ello hacia que me desanimara aún más. Cualquiera al que le contase esto creería que estoy loca ya que me dirían que es la vida que cualquier chica de dieciséis años desearía, pero este no era el caso. Estaba cansada, quería algo nuevo en mi vida, pero es algo dificil de obtener viviendo en un pueblo al sur de Sevilla como en el que vivo yo. Me subía la cremallera de la falda cuando mi tía me gritaba que me diera prisa, como cada mañana. A pesar de que vivía con ella, seguía viendo mi vida muy común. Me vi ante el espejo al lavarme los dientes y al acabar, suspiré.
Cogí mi mochila y me monté junto a mi madre y hermanas para ir al instituto. Era la primera vez que odiaba empezar un nuevo curso, a pesar de que deseaba alcanzar el Bachillerato con ansias, antes el instituto era un sueño para mí, pero sinceramente, ahora parecía más el infierno (Irónicamente, siendo un colegio católico a donde iba).
Mi nombre es María, aunque prefiero que me llamen Ai-rin o Rin debido a mis gustos. Vivo con mi tía en Dos Hermanas, un pueblo que se haya al salir de Sevilla, donde se halla mi instituto. Desde que era pequeña, viví junto a mi madre y tía sin a duras penas conocer a mi padre y tío, pero eso no me hizo nunca infeliz. Aparte de mí, somos tres hermanas, (sin contar a la cuarta, hija de mi padre y su nueva esposa, pero poco me toca a mí esa chica) a mis dos hermanas las llamo Sora y Yuki, para recordar esos buenos tiempos en los que me respetaban. Cuando cumplí los doce años, mi cara otaku dio la luz y empecé a interesarme por ese mundo. Le mostraba a las dos renacuajas de 10 años lo que iba conociendo y estas se quedaban fascinadas queriendo conocer más y más, o al menos hasta que entraron en el instituto y vieron como me iba por ser como soy. Ahora me repudian, pero eso ya no me duele como solía hacerlo antes.
Me siento muy sola y aburrida, y más desde que tuve que experimentar lo que duele que te dejen. Estuve loca e inocentemente enamorada de un chico que creí mi amor platónico, al menos, hasta que en nuestra quinta cita apareció con otra chica diciéndome que ella era preferible a mi, en ese momento me volví mas fría y empecé a ver mi vida como una interminable rutina. Sinceramente, tras ese día, desconfié de los hombres. Van buscando una cosa y si no la encuentran, te dejan por una facilona, pero, en fin, allá ellos, que se atiendan con las consecuencias, yo ando por libre.
Mi monologo interno se acabó con el frenazo del coche.
- María, mi vida, ya hemos llegado...
-Tsk...
Me bajé del coche, me peleé con mis hermanas por coger mis cosas, a pesar de que me tocó cerrar el maletero, y me dirigí hacia el instituto.
- Joder...
Una avalancha humana atravesó el pasillo para ver las nuevas ubicaciones. Tras escurrirme por un grupo de histéricas, pude ver mi nueva ubicación.
- A-a ver... Aula 103, Bachillerato B, v-vale...
Me dirigí al nuevo aula y cogí una mesa que diese con la pared y afortunada de sentarme sola. La clase era pequeña, situada en frente del laboratorio (Yuju, única ventaja...) y encima el único armario de material estaba en el mismo aula, lo que significaba constantes interrupciones. Para colmo, éramos 16, 4 chicos y 12 chicas, aunque juraría que éramos 17, bah, que más da, los ignoraré igualmente sean uno más o uno menos.
A la hora llego nuestro tutor y empezó la rutina. Genial, el del cuello de búho.
- A ver chicos, soy Don Antonio, pero antes de empezar, os presentaré a un nuevo alumno, su nombre es...
La puerta sonó al fondo de la clase y todos se giraron, menos yo que disfrutaba del frío de la pared en mi mejilla.
-Shiro, prefiero que me llaméis así.
Alguien avanzó por la clase hasta colocarse a la altura del maestro.
Levanté mi cabeza curiosa por el nuevo estudiante, pero mi mirada quedó clavada en ese chico que consiguió que mi rutina se rompiese en el instante que vi su rostro. Creo que en ese instante, mi vida cobró algo de sentido.
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Dark Reminiscence
Roman d'amourUna vez... otra vez... a veces considero que mi vida es como mirar un carrusel, a duras penas te das cuenta de que hay un cambio hasta que ves de nuevo esa figura que viste a principio. Esa era mi vida, una rutina monótona, al menos hasta que conoc...