Día 2

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No podía explicarse porqué, pero nunca había deseado tanto que fuera lunes, bueno sí, ¿A quién quería engañar? Se miraba al espejo pensando en lo increíblemente guapo que le había parecido, además de su forma de hablar, su sonrisa... hasta su manera de intimidarla le resultaba atractiva, lo tenía todo, era perfecto. Esa era la razón por la que llevaba media hora delante de ese espejo arreglándose de una forma que ella misma consideró ridícula cuando cogió los libros para ir a la universidad. ¿Cuándo fue la última vez que pasó tanto tiempo arreglándose para ir a clase? Al acordarse le entró una risa tonta, fue en el instituto, cuando se enamoró de Alex, el deseado por todas, el guapo de la clase, y... bueno, hay que reconocer que sirvió de algo, porque acabaron juntos y duraron dos años, lo que en aquella época era una eternidad. Pero esto era distinto, no estaba en el instituto y además ella misma sabía que no tenía sentido arreglarse así para él, que no se iba a fijar en ella, o al menos, no de esa forma. ¿Pero qué narices se supone que estaba haciendo? ¡TENÍA NOVIO! ¿Se le estaba yendo la cabeza o qué? No sabía si quiera que hacía pensando en otro chico, ella quería a Carlos y no había nada más que hablar, al fin y al cabo solo estaba coqueteando, tampoco era nada malo... Por un momento pensó en lo que habría pasado si Carlos se hubiera enterado, con lo celoso que es se enfadaría muchísimo. Olvidándose de sus divagaciones mentales salió de su casa y se dirigió con algo de prisa a la universidad, por un día que no tenía clases extra, no quería llegar tarde. Iba distraída cuando de repente oyó un bocinazo a su lado, un deportivo negro estaba parado junto a ella, se bajó la ventanilla y oyó una voz que la llamaba invitándola a subir.

- ¡Eh tardona! ¿Quiere que la acerque?- Dijo él con una voz que le pareció tremendamente seductora.

- Mmm... No se- respondió fingiendo cierta indiferencia aunque en el fondo no paraba de agradecer el tiempo que había pasado arreglándose para él, quien esperaba una respuesta rápida antes de que el semáforo cambiara de color.

- Venga que llegaremos tarde- se atrevió a decir con cierta sorna- aunque claro, eso para usted no es un problema ¿Me equivoco?

- ¿Perdone? Noto cierta burla en su tono, profesor- rio mientras obedecía ocupando el asiento del copiloto.

Tenía puesto un CD que ella conocía perfectamente, se sabía todas las canciones, y eso le hizo sentirse como en casa, con Dan Reynolds sonando de fondo, creando un ambiente perfecto, en aquel coche, con él. Durante el camino hablaron de temas intranscendentes de los que hablaría cualquier profesor con sus alumnos, el final de una etapa de bachiller para el comienzo universitario, las inquietudes de ella, el origen de su interés por la medicina y cosas por el estilo. Le ofreció dejarla en la puerta de la facultad pero Beatriz insistió en que si no buscaba primero un aparcamiento iba a llegar tarde a impartir su clase y acabó por convencerle. No conocía muy bien la zona pero siguiendo la mala señalización del campus logró encontrar un parking sin que se notara mucho que no había estado allí en su vida. Suspiró al comprobar que ella no se había dado cuenta. No quería que ninguno de sus alumnos supiera que era su primer año como profesor. No quería ser el profesor novato al que todos le gastan bromas, el que tiene pinta de bonachón y al que se le toma el pelo. Prefería que se le viera como a uno más, integrado en el claustro, conocedor del centro y de sus normas, aunque no fuera así. Era su forma de evitar el mayor número de conflictos con los típicos graciosillos de la clase.

Al bajar del coche, agradecieron lo útil que había sido el aire acondicionado cuando la bofetada de calor les pilló desprevenidos. Ella se quitó la chaquetilla y en ese momento Iván fue consciente de lo arreglada que iba, le gustaba apreciar el esfuerzo de las mujeres por arreglarse y por aparentar más elegantes y más guapas ante los ojos de los demás. Sin embargo, lo cierto era que, en su opinión, Beatriz no necesitaba arreglarse tanto para impresionar, era guapísima de por sí y tenía un cuerpo envidiable para muchas, además de elegancia en sus facciones y movimientos. Se sonrojó un poco al pensar en lo que haría ella si él le dijera algo sobre lo evidente de su aspecto que, sin lugar a dudas, ella ya conocía. Obvió la pregunta que se le cruzaba por el pensamiento, era lógico que su alumna no se había vestido así para asistir a clase sino por algún chico, probablemente su novio, ya que siendo como era, consideraba imposible que no tuviera uno.

- ¿Sabes que- comenzó a hablar ella perfectamente consciente de que la estaba mirando- este fin de semana hemos celebrado la fiesta de principio de curso?

- Sí, algo escuché el jueves antes de empezar la clase. ¿Qué tal estuvo?

- Pues muy bien, la verdad. Bueno, era nuestra primera fiesta como universitarios,-sonrió- te presentan a mucha gente nueva, bebes, bailas y te ríes, lo típico; pero luego vuelves tan cansada y con tanta resaca que no te acuerdas ni de a quién has conocido. Seguro que tu tuviste varias de esas ¿no?

- Sí, claro. - mintió el sin darse apenas cuenta. Una punzada de desilusión le atravesó sin saber muy bien porqué. Nunca había sido de esos, no había tenido ni siquiera tiempo para pensarlo, no había tenido la oportunidad.

Ella percibió la sequedad de sus palabras y no supo cómo interpretarla, pero, antes de que pudiera decir nada, Iván se le adelantó.

- Nos vemos en clase, a las doce, no llegues tarde. - Añadió suavizando el tono.

- Claro, hasta luego.- Respondió ella con una falsa sonrisa y una mueca de extrañeza mientras observaba como se alejaba a buen ritmo hacia las aulas del ala este. ¿A que había venido eso?



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