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Febrero 2015 Madrid, España

Por Alex:

Mi última noche en Madrid antes de viajar a Londres para el inicio de gira. Acomodé la bufanda anticuada de mi cuello y tomé mi antifaz para bajar a donde mis primos esperaban, en el momento en que abrí la puerta, los gritos del par de retardados se hicieron audibles, -idiotas- susurré y me apresuré a bajar las escaleras, con suerte y aún no habrían terminado con la casa, cuando llegué al último escalón negué con incredulidad. Mis primos Diego y Daniel, de 25 y 21 años estaban teniendo una pelea infantil, Daniel estaba boca abajo y Diego sentado en su espalda, -¿pueden explicarme como es que llevamos la misma sangre?- dije llamando la atención de ambos. Diego soltó el pie de su hermano levantándose, -¿qué se supone qué hacíais?- pregunté.

-Le daba una paliza- dijo Dani, y yo sorprendentemente retuve una carcajada

-Oh, ¿de verdad? -pregunté con sarcasmo, -¿y por qué estaba sentando en tu espalda?- dije y Diego se burló de él, -sois un par de idiotas- aseguré y ambos se encogieron de hombros.

-¿Ya nos vamos?- Preguntó Dani y asentí. Caminamos hacia la puerta, pero antes de salir la voz de la mujer que me dió la vida nos detuvo.

-¿Acaso no pensábais despediros de mí?- preguntó y nos sonrió con esa ternura que solo las madres podrían mostrar, -estáis guapísimos- dijo y yo miré hacia otro lado cuando ambos chicos a mi lado se enderezaron con exageración. -Ahora veamos, ¿sabéis las reglas?

-¡No beber porque vamos a conducir a la vuelta!- dijo con orgullo Daniel

-No iniciar, ni particiar en peleas- dijo Diego. Todos me miraron esperando mi respuesta, yo sonreí y me crucé de brazos.

-Sin gorrito no hay fiesta- dije y los ojos de mamá se abrieron mientras que mis primos se rieron escandalosamente.

-Solo... no volváis tarde, ¿de acuerdo?- pidió y asentimos, se acercó a besar nuestras mejillas y después pudimos salir de casa. Paramos frente a la puerta del lugar donde estaba la fiesta. Nos pusimos nuestro antifaz y después de bajarnos del coche, entregué las llaves al chico que se encargaba de aparcarlos, y caminamos hacia la entrada.

-Ya estamos en la aburrida fiesta- susurré.

-No será tan mala- dijo Dani, -habrá chicas- señaló y traté de relajarme.

-Como sea, chicos, solo no me avergonzéis- pedí y sonreí de manera cómplice entrando a la fiesta. La música era clásica y nadie bailaba. La recepción del lugar era acorde al tema blanco/negro de la fiesta, los invitados solo usaban esos colores y todos llevaban antifaz, tal vez eso era lo único interesante, podrías hablar con cualquier persona y a menos que la conocieras perfectamente, no sabrías de quien se trata.

-No se vosotros pero no pienso unirme a la charla de como va el clima en Pensilvania- dijo Dani y llevó su mano a la frente haciendo un saludo para después retirarse.

-Solo quedamos nosotros- susurré a Diego quien me llevó su mano a mi hombro y negó.

-Tania está aquí y voy a encontrarla- dijo y se alejó dejándome solo.

-Y... solo quedo yo- susurré y miré a mi alrededor, los hombres reunidos en círculos de pequeños integrantes hablando y las chicas riendo sobre algo de lo cual, no quería saber. Maldije en voz baja y caminé hacia el bar, después de pedir un Martini me giré tratando de encontrar a alguien conocido, o en su caso, alguien totalmente extraño que me intrigara. Entonces, como si el cielo me hubiera escuchado, la risa de una mujer me hizo girarme y encontrar a una preciosa chica de vestido negro pegado a las curvas de su cuerpo de una manera elegante. Su pelo liso caía sobre su espalda, su antifaz blanco cubría la mitad de su cara dejando solo visible los labios y su barbilla. Sonrió abiertamente y se inclinó a besar la mejilla de la otra mujer frente a ella. ''Perfecta'', pensé.

-¿Perdón?- susurró la chica a mi lado llamando mi atención. ''Tal vez lo dije en voz alta''

-Pensé en voz alta- dije y me giré de nuevo hacia donde la chica se encontraba, pero ya no estaba. Fruncí el ceño y comencé a buscarla alrededor, -no, no te vayas- murmuré y comencé a caminar en su busca

-¿Qué haces?- preguntó Dani llegando a mi lado

-Busco...

-¿Qué?- interrumpió

-Un idiota que habla... oh espera, lo encontré- dije y entonces estalló en una carcajada.

-¿Dónde está Diego?- preguntó y negué indicandole que no lo sabía.

-¿Has visto a una preciosa chica castaña con vestido blanco por aquí?- pregunté y negó, miré a mi alrededor y maldije de nuevo, -necesito...- me detuve cuando me di cuenta de que me había dejado solo de nuvo, -te voy a encontrar pequeño ángel- susurré con convicción, -antes de media noche.

Miré el reloj y negué frustrado, 11:50, había recorrido cada lugar posible en busca de la chica pero no la había encontrado, ''y ya no la encontrarás'' susurró mi pesimista subconsciente. Dejé salir el aire y dejé la copa en la mesa a mi lado. Dado por vencido en mi busqueda, comencé a buscar a mis primos. Caminé hacia el último lugar donde los había visto juntos y pasos adelante choqué con alguien. Una risa divertida escapó de sus labios haciendo que mi piel se erizara, era ella, la miré sorprendido y me dedicó una sonrisa timida. -Lo siento- susurró mordiendo su labio.

-Fue mi culpa- dije y su mirada se encontró con la mía, sus ojos color café con un brillo profundo, -lo siento- dije y sonrío con diversión

-Ya he dicho eso antes- recordó y reí, -tengo que irme- murmuró y se giró pero la detuve.

-¿Me regalas tu número?- pregunté y mordió su labio

-Tengo novio- dijo y fruncí el ceño, por supuesto que lo tenía, una chica tan preciosa no podía estar soltera.

-¿Puedo saber tu nombre?- pregunté y sonrío

-Si te lo dijera... ¿cuál sería el propósito del antifaz?- preguntó y con una última sonrisa se giró desapareciendo.


Déjame conquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora