Sus ojos esmeraldas están vidriosos al contemplar la escena que tiene ante ellos.
¿Habéis vivido alguna vez, la terrible escena de ver como vuestro novio, A la persona que más queréis, o queríais os está engañando mientras tú lo ves? ¿No? Pues es lo peor que os puede pasar.
Me levanto del suelo y camino por el césped del Retiro. Llego hasta el banco en el que se estaban besando, le tiro el libro y las mil flores que me regalado que las tenia guardadas en cada una de las paginas que guardaba un bonito recuerdo o simplemente un detalle.
Me mira con los ojos como platos, yo le sonrío y me encojo de hombros.
-que seáis muy felices- les digo y echo a correr.
Mis rizos me cubren la cara, evitando que la gente, feliz y sin problemas, me vea llorar. A lo lejos oigo sus gritos que dicen mi nombre entre sollozos. Mario no tiene derecho a llorar, el es feliz con esa chica, el no ha salido dañado de esto porque ya no sentía nada por mí.
Me detengo en un pequeño estanque, sin gente y sin niños a los que cuidar. Se sienta a mi lado, no me giro. No tengo nada que decirle, bueno en realidad sí, tengo que decirle cuanto le quería, todas las noches que me imagine una vida con él, todas esas veces que le miraba de reojo solo para ver como con un solo movimiento se apartaba el flequillo de la cara y volvía a hablar. Todas esas veces que bueno... lo quería.
No me di cuenta que estaba llorando como una niña pequeña en su pecho mientras él me abrazaba. Me levante y le mire. Me aparte el pelo de la cara y con la manga de la camiseta me extendí aun más el rímel.
-estoy bien- le dije sin convencerlo - mejor dicho, lo estaré.
Le dedique una sonrisa triste y me fui. Sola o eso creía yo. Porque aquí en Madrid hay gente por todos lados. Pero no estaba sola del todo porque él me seguía a pocos pasos detrás de mí. Me giré y me abrazó, yo también le abracé. Aunque me había roto el corazón no podía separarme de él tan pronto. Le seguía queriendo.