Capítulo 1: Un día normal.

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Capítulo 1: Un día normal.

Éramos finales de mayo, hacía una calor exasperante. Agarré el móvil de encima la mesita de noche, Marilyn Martin no estaba en casa, hacía rato que se había marchado hacia nuestro maravilloso instituto, el Santa Monica High School, donde allí cursábamos nuestro grado superior en informática.

Me miré dos veces en el espejo antes de irme por la puerta de nuestro pequeño, pero maravilloso piso. Marilyn siempre ha sido una mujer muy ordenada, me di cuenta desde el primer mes de vivir juntos en este piso, siempre tenía su ropa muy ordenada y ya podías dejar el sweater por el suelo que ella aparecía de repente por detrás y ya te estaba riñendo por no ponerlo en su sitio.

Recibí una notificación en el iPhone, era ella. "¿Dónde estás? Los profesores están molestos porque no has venido a primera hora. No tardes, te quiero amor." Siempre tan cariñosa, por eso sigo tan y tan enamorado de ella. Me puse los primeros zapatos que encontré, eran unos muy simples y básicos, parecidos a ese típico calzado que llevan todos los señores mayores, a pesar de que yo solo tengo 18, me gustan y me hacían un buen conjunto con los pitillos negros que llevaba.

Salí por la puerta y rápidamente me dirigí al instituto, que estaba solo a tres calles de casa. En diez minutos ya entraba por aquella enorme puerta y entré en mi clase disimuladamente aprovechando que el profesor estaba distraído hablando con Michael, el típico alumno 10 el cual todos tienden a odiarlo por alardear de sus buenas cualificaciones. El móvil empezó a sonar, no había recordado apagar la alarma. Toda la clase se giró observándome, los colores empezaron a notarse más y más en el rostro.

+¡Bienvenido sea usted señor Terras! Qué alegría tenerle por aquí de nuevo. -dijo el señor Brightman en un tono sarcástico.

+Profesor, perdón el retraso es que me dor...

+Lárguese usted de mi clase, no le permitiré ni un retraso más. -señaló la puerta y, por obligación, tuve que salir inmediatamente del aula.- No vuelva hasta después del descanso y se va a tener que quedar un momento al finalizar las clases, tenemos que hablar.

Su rostro daba incluso más miedo que cuando Ayden, mi padre, se cabreaba. Sin rechistar, salí de la clase y me senté en el banco que había un par de metros más adelante. Saqué el codiciado teléfono maldito del bolsillo y empecé, como no, como cualquier adolescente a mirar Instagram para ver cuantos likes había conseguido mi última foto y seguidamente mi blog. Sí, tenía un blog desde hacía aproximadamente dos años donde allí publicaba mi más profundo pensamiento y donde podía desahogarme sin ningún remordimiento. En frente de mi aparecieron una pareja muy adorable de gays, por su físico tenían pinta de ser ambos de familia latina. El más alto de todo, creo recordar que cursaba un estudio de ciencia avanzada, me miró descaradamente y seguido de un "Cielo, mira que chico más guapo hay allí sentado." Miró a su pareja.

+Pude entenderles, pero muchas gracias. -dije en ese español que Chris, mi otro papá, me enseñó. Ambos ruborizados aceleraron su paso y yo sonreí.

No me molestaba nada el tema homosexualidad, al contrario, mis padres son homosexuales y supongo que al haber vivido toda mi vida en un ambiente de ese rollo ya para mí era algo normal aun siendo heterosexual y aún sigo sin entender como hay gente tan retrograda que los odia, siempre opiné que era otra bonita forma de amar.

El ruidoso timbre del instituto sonó y di un pequeño salto del susto. Miré la hora, eran solo las 11:30 am. Una enorme oleada de alumnos salió de sus respectivas clases para ir al exterior del centro a desayunar y hacer su más preciado descanso. Vi a la pequeña pelirroja de ojos azules salir por la puerta y buscar ansiosa por los lados mi presencia. Me levanté del banco, no soy una persona muy alta, mido metro setenta y poco, pero aun así levanté la mano y la pequeña Marilyn que con tan solo metro sesenta de altura logró localizarme y vino directamente hacia mí con su elegante caminar y dando pequeños tumbos tratando de esquivar a toda aquella oleada de adolescentes hormonados que iban en contra dirección.

+Hola dormilón. -se acercó a mi boca y me robó un dulce y corto beso.

+Hola, pelirroja. -sonrió.- ¿Sigue cabreado el señor cascarrabias?

+Es normal, Davide, has venido tarde o ni si quiera presentado a más de la mitad de sus clases en este último trimestre. Dentro de nada tenemos el proyecto final y como no lo hagas bien vas a suspender y me enfadaré. -puso cara puchero.

+Tranquila, no pasa nada, irá todo bien. -la abracé. Me encantaba abrazarla porque su cabeza quedaba encogida en mi pecho y era demasiado tierno.

El profesor Brightman, Arnold Brightman, un hombre bastante alto, de unos aproximadamente 50 años con la coronilla bien calva y su elegante traje negro salió de la misma aula la cual había sido expulsado hacía unos diez minutos y al avistarme, maldito tenía una muy buena vista de halcón, vino hacia mí.

+Terras, ¿tiene un momento? -odiaba de todo corazón la formalidad con la que te hablaba cualquier profesor de aquél instituto, era repelente.

+Claro, señor. ¿Tiene algún problema?

+Sus faltas de asistencia y retrasos me preocupan como puede observar.

+Ya bueno... -me mordí el labio, no sabía que excusa poner, si le decía que era simple pereza me iba a expulsar.- llevo días que no concilio bien el sueño y pues me duermo...

+Señorita Martin... -ella lo miró y cualquier facción de su cara que simbolizara un mínimo de felicidad había desaparecido.- Tengo entendido que vive con él, ¿verdad?

+Sí, señor.

+¿Es eso cierto?

+Sí, señor, últimamente con el estrés del trabajo y ciertos problemas familiares... -aprovechó que Brightman me miraba para guiñarme el ojo.- ...le cuesta mucho dormir y pues es imposible despertarle por las mañanas porque su medicación es muy fuerte.

+De acuerdo, entonces podré pasar por alto las faltas de asistencia y no le bajaré la nota en la parte de mi asignatura en el proyecto final.

+Muchas gracias, señor. Se lo agradezco de todo corazón. -dicho eso, se dio media vuelta y se fue por aquél enorme pasillo.

Las otras dos clases pasaron volando. Y al finalizar junto a Marilyn volvimos ambos andando hacia nuestro piso. A mitad de camino pasamos por una floristería donde también vendían adornos para la cada donde, mi pequeña pelirroja, vio un corazón hecho de madera flexible pintado de un color blanquecino roto, he de recalcar que estaba artesanalmente muy bien hecho y era bonito. Compramos uno de tamaño medio y ésta al llegar a casa lo colgó detrás de la puerta. Dejé mi pesada maleta en una esquina de aquél pequeño comedor y encendí la televisión, ella se fue hacia la cocina y me observaba por detrás de la barra de mármol negro. Aparté la mirada del televisor y la miré a ella, estaba tan bonita con el cabello recogido en una simple coleta.

+¿Tienes mucha hambre?

+No... pero comeré lo que me prepares. -sonreí.

En un instante preparó un delicioso plato de pasta fría, aunque no tuvo tiempo a enfriarse así que solo se limitó a ponerla un rato en el congelador para que estuviera templada. Comimos y ambos nos estiramos en el sofá que, entre caricias y besos, caímos rendidos del cansancio. Quedaban solo tres días para el proyecto final y hasta el momento todo iba según lo previsto. El sonido de "Single Ladies -Beyoncé" nos despertó, era mi móvil, a papá le gustaba esa canción y le prometí que hasta que no terminara el instituto tendría esa melodía como tono de llamada, era una tontería, pero en sí tenía su gracia. Me levanté del sofá, dejando levemente la cabeza de Marilyn apoyada en el cojín, evitando en todo momento despertarla y cogí la llamada. Era Ayden.

+¿Papá?

+Hola hijo.

+¿Hay algún problema que llames a estas horas? -miré el reloj, eran las ocho de la noche, nos habíamos quedado completamente dormidos.

+Bueno... necesito pedirte un favor.

+Todo oídos.

+Necesito que regreses a casa...

*Nota del autor: Siento que haya tardado un poco y este capítulo sea algo cortito, pero todo justo me he puesto ahora en serio con el libro y espero que les guste, sé que ahora les parecerá raro que sea de temática heterosexual, pero solo les pido que tengan paciencia. Les quiere: Sora.*


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