REBECCA
(Después)DECIDÍ LLENAR LA SOLICITUD para la escuela de verano. Al principio fue sólo por curiosidad. No había podido dejar de pensar cómo sería; después de todo, cuando estaba acostada arriba, en mi cama, sin Hephzi para hablar o un libro para leer, tenía que encontrar algo que hacer. Salvo que en mi imaginación no era yo la que estaba sentada en el pasto de la foto, sino Hephzi. Yo nunca podría estar en una foto como ésa. Abuelita decía que no importaba, pero yo sé que sí; nadie quiere ver a una muchacha como yo, excepto que sea para observarla fijamente y burlarse. Mis ojos se inclinan hacia los lados. Cuando como y duermo me cuesta trabajo respirar. Nací sin orejas y con la cara demasiado larga. Abuelita me dijo hace mil años que es por un síndrome llamado Treacher Collins.* No creo que los padres se hayan preocupado siquiera por investigar que significaba eso; para ellos solo era un motivo para odiarme. Yo sé que significa que nunca seré hermosa como Hephzi.
Ella habría encajado tan bien, era perfecta para el folleto, su largo cabello brillante, castaño y dorado, su sonrisa perfecta y sus risueños ojos grandes. Seguramente la habrían querido en la fotografía. Me la imagino levantándose después de que la tomaran, balanceando su bolsa de libros sobre el hombro y saliendo a la luz del sol para dar un paseo por el río y hacer un picnic sobre el pasto, y quizá después ir al teatro y luego ir a tomar un café y helado a un lugar elegante donde discutiría la intensidad dramática de la obra o la soberbia caracterización o algo así. Pero así no era Hephzi, para nada. Ella hubiera buscado la fiesta más cercana, reído por el muchacho al que le gustaba y olvidado hacer la tarea. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que me copió las respuestas, pero en realidad nunca me ha importado. Habría hecho cualquier cosa por Hephzi. Fue duro entender que se había ido. Un minuto estaba viva y al siguiente, muerta. A veces, antes de irme a dormir, me pongo su pijama y me acuesto sobre su colchón, con manchas color oxido, para ver si hubiera cabido en su piel. Pero nunca me siento a gusto.
-Hephzi, ¿qué piensas? -mascullé
rápidamente. La señora Larkin tenia una ventana abierta y una ráfaga de viento pasaba las páginas mientras hablaba. Me pregunté si podía ser una señal.
Ella no respondió, pero yo llene la solicitud con mis datos: nombre, dirección, escuela. Era bastante fácil. La señora Larkin me vio llenando la solicitud y asintió a modo de aprobación. No me moleste en decirle que sólo estaba llenando para divertirme, como parte de un juego que hacía en mi cabeza. Hubiera pensado que estaba loca. Volví a dejar la solicitud en mi casillero, lista para otro día. Un fragmento del futuro.
Llegó febrero. Mi hermana se había ido hacia más de un mes. Parecía que nadie mas lo recordaba. Aunque me atreviera a desviarme de mi camino hasta casa de Craig, escondiéndome en las sombras de la calle para buscar señales de ella y ver si podía convocarla, no encontré evidencia alguna de que a alguien más le preocupara que se hubiera ido. Pero claro que Craig no estaba triste. Nunca la haba amado. La había usado y desechado. Eso es lo que los hombres les hacen a las mujeres, incluso los padres a sus hijas. Hephzi debió verlo venir. Si alguna vez hubiera abierto los ojos, habría visto como era.
En la escuela iba a haber exámenes de simulacro. Una vuela verdaderamente. Cuando nos pusieron los papeles sobre los escritorios y vi que los demás bajaban la cabeza y empezaban a garabatear, comprendí por fin lo que se esperaba de nosotros, entonces traté de leer las preguntas. Pero no tenia caso: estaba destinada a reprobar todas sus pruebas, destinada a probar que padre tenia razón. Las preguntas eran capciosas: toda la tarea que había hecho, todas las notas que había tomado, todo había sido una perdida te tiempo. No era que no estuviera haciendo mi mejor esfuerzo, sino que las palabras habían empezado a bailar ante mis ojos, los números parpadeaban, se movían y corrían en arpegios a lo largo de la página. No podía hacerlo. Alguien se dio cuenta y vino hacia mí y me preguntó si estaba bien. Asentí, escondiéndome detrás del cabello que me caía a ambos lados de la cara y me enjugué las mejillas con la manga. Después, la profesora me preguntó si todo estaba bien y me dijo que la escuela comprendía que fuera difícil para mí y que lo tomaría en cuenta. Asentí otra vez y me fui. Como había exámenes no hubo clases. Si quería, podía sentarme en la biblioteca todo el día y nadie lo sabría jamás.
En vez de preocuparme por lo que padre iba a decir cuando se enterara de que no había respondido ni una pregunta en un examen, me sumergí en Grandes esperanzas. Ahora ya me gradué de la D y Dickens fue maravilloso. Me preguntaba si podría llevarlo a casa de contrabando; quizá pudiera esconderlo en algún lugar muy seguro. A lo mejor nadie buscaría en la cama de Hephzi. Entonces me podría quedar despierta toda la noche leyendo este impresionante libro. Estaba en la parte donde Pip le dice a Estella cuánto la ama y que siempre va a ser una parte de él: parte de lo bueno y parte de lo malo. Una parte de su existencia, a pesar de todo. Las palabras me hicieron llorar y las lágrimas salpicaron la página. La muchacha que estaba frente a mí, leyendo Crepúsculo, levanto la vista y se me quedó viendo. Pero a Hephzi le hubiera encantado y lo leí otra vez, aprendiendo me la pagina de memoria para recitarlo cuando volviera. La imagen de la escuela de verano pasó fugazmente por mi cabeza y pensé que, si conseguía ir, a lo mejor tendría un cuarto en uno de esos edificios que estaban en las fotografías del folleto, un cuarto para mi sola con nadie en las paredes, donde podría leer lo que quisiera y enterarme de todas las cosas que anhelaba saber. fui hacia la señora Larkin.