Capitulo 2

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Llegué a casa cansada, no se encontraba nadie, solo las criadas. Solté un suspiro de alivio. Me dirigí a la cocina, en ella se encontraba Flor, la más mayor de todas y la que mejor me caía, ella era como una madre para mí, siempre se preocupó.

-¿Qué tal tu primer día de universidad, cariño?

-Bien.

-¿Hiciste amigos nuevos? -preguntó entusiasmada.

-Sí, claro... -mentí.

-¡Oh Andrea cariño, cuánto me alegro!

-Gracias -fingí falsa felicidad.

-¿Qué huele tan bien? -pregunté, intentando cambiar de tema- Estoy hambrienta.

-Tu plato favorito -dijo sonriendo.

-Mmm, muchas gracias Flor.

-No hay de que, mi niña.

Salí de la cocina y me fui a mi habitación, la verdad es que no tenía hambre, solo tenía sueño, estaba cansada, cansada de todo.
Me cobijé dentro de mi cama, como si sus mantas me protegieran y dejé que Morfeo viniera a mí.

***

Me desperté por un ruido que provenía del salón, miré el despertador que se encontraba en mi mesita de noche y marcaba las 9:23 pm. Guau, cuanto había dormido, pero aún así, no me sentía descansada...
Me levanté de la cama y me mareé, más a eso, sumarle el pinchazo de mi estómago. Llevaba varios días sin comer nada, a eso se debían los mareos y las pocas fuerzas.
Salí de mi habitación y bajé las escaleras, pero algo me frenó. A mitad de salón se encontraba el cuerpo de mi padre en el suelo, con las tripas fueras, dedo por dedo cortado y sus ojos sacados de sus cuencas.
Me acerqué con cuidado y me puse a su nivel. Ahora que lo contemplaba de cerca, era hermoso, parecía una obra de arte. Acaricié su rostro y deposité un beso en su frente. Me levanté y miré al frente, una silueta vestida totalmente de negro con un pasamontañas me miraba atentamente, como si de un animal se tratase. Mi respiración se aceleró, sudaba frío pero no le permití que notara mi nerviosísimo.
Andrea, a la de tres.

1... 2... 3... ¡YA!

Subí lo más rápido que mis piernas me permitían por las escaleras, miré atrás y el hombre vestido de negro me perseguía pisándome los talones, me di más prisa, tanta que ya estaba llegando a mi habitación.
Entré e intenté cerrar la puerta con pestillo pero se adelantó, abrió la puerta.
Cada paso que avanzaba hacia mi, yo retrocedía otro. La cama me impidió seguir, quedé sentada en ella mientras él se iba acercando.

-¿Quién eres? -pregunté firme.

No obtuve respuesta y una vez más, se quedó parado ante mí observándome.
Detrás de la cama daba mi enorme ventanal, que por suerte, estaba abierto. Quizá si me deslizo por la cama, pueda llegar a el y saltar -pensé- cuidadosamente me fui deslizando, cuando estaba a punto de saltar de la cama para lanzarme a la ventana, el hombre me cogió de los tobillos arrastrándome hacia a él. Grité de temor. La persona oculta tras el pasamontañas se colocó encima de mi, forcejee, pero él era mucho más fuerte que yo. En un intento en vano de escapar, conseguí arrancarle el pasamontañas, dejando libre sus dorados cabellos, su expresión facial no cambió, como si no le importara que supiera su identidad. Era un chico de no más de 20 años, tenía los ojos color miel, pestañas largas y labios gruesos. Era hermoso, me quedé paralizada mirándole embelesada, no apartábamos la mirada el uno del otro, su mirada era fría, letal. Me incomodaba. Aproveché esta situación para pegarle una patada. Gané tiempo, pero no el suficiente. Antes de poder llegar a la ventana, me cogió quedando boca abajo y él encima de mi. El corazón me iba a mil por hora y sentía que me iba a desmayar en cualquier momento, las pocas fuerzas que me quedaban iban desapareciendo poco a poco, hasta que todo se tiñó de negro...

***

Me desperté con un impresionante dolor de cabeza, no veía nada, todo era negro y oscuro, intenté levantarme de lo que parecía ser una cama pero no pude, ¡estaba atada! Por el ruido que hacía parecían ser cadenas, hacia frío, mucho frío. Estaba encadenada, desnuda y amordazada a una cama. Empecé a chillar como pude, pero nada ocurrió.
De pronto las luces se encendieron, dejándome ver la habitación en la que estaba. Como supuse, estaba desnuda y encadenada a una cama, las paredes parecían de hormigón así que mis gritos de auxilio nunca llegarían a escucharse estuviera donde estuviera. Vi a aquel chico, aquel chico que se encontraba en mi casa y quién mató a mi padre.
Me encontraba débil, muy débil, estaba tiritando del frío, necesitaba entrar en calor.

-¿Quién te ha hecho eso? -me observó con una mirada de amargura.

-¿Qué? -pregunté desconcertada. No sabía lo que estaba pasando, jamás en mi vida había visto a ese chico, no sabía quien era, no sabía donde estaba, y lo peor de todo no sabía lo que pretendía hacerme.

Dio un paso al frente, yo lo miré con temor, llegó al borde de la cama y se colocó encima de mí.

-¿Quién te ha hecho eso? -señaló con la mirada mis moretones y cicatrices.

-P-Peter... -susurré.

-¿Peter? ¿Tu padre?

-Sí.

-Aún no he visto que hayas derramado ni una sola lágrima, ni si quiera por tu padre.

-¿Por qué debería hacerlo? -dije más calmada, un silencio profundo se volvió a formar, dejándome con la pregunta en el aire- Gracias...

-¿Gracias?

-Sí, sabía que alguien lograría hacer justicia.

-¿Justicia? No querida... Vine a cobrar lo que es mío, y tú, eres mía. Tu padre logró robarme unos cuantos millones, y ahora que está muerto, la herencia es tuya. ¿No es así? Así que ahora eres de mi propiedad. Tu nueva tarea es complacerme en todos los aspectos, harás lo que yo diga y cómo yo diga, te entrenaré, eres débil y fácil de derrotar, te haré fuerte, ágil y buena seductora, realizarás todos los encargos que te pida, sin piedad, sin dolor. Empezarás dentro de un mes con tu primer encargo, tu primer entrenamiento empieza mañana, entrenarás ocho horas diarias, tendrás dos horas de tiempo libre, cinco comidas diarias y ropa la necesaria. Tu primer entrenamiento empieza mañana, a las 9:00 por ser el primer día, los demás días serán a las 7:00 de la mañana. Te traerán ropa limpia y te asignarán un cuarto, tu identidad falsa y documentación están en el que será ahora tu nuevo cuarto, eres Maggie Davis , y por si alguien te pregunta, eres prima segunda mia. Vendrán a por ti en dos horas, estate lista.

A todo esto, lo único que pude hacer fue asentir, estaba en shock, demasiada información la que procesar.
Quitó las cadenas de mis tobillos y después la de mis muñecas, antes de que pudiera bajar mis brazos para tapar mis pechos, se adelantó y las colocó por encima de mi cabeza, nuestros rostros estaban a escasos centímetros, poco a poco fue acortando la distancia y susurró en mi oído: -Solo mía... -para después depositar un dulce beso en la comisura de mis labios. Se quitó de encima de mi y salió por la única puerta de la habitación.

¿Qué acababa de ocurrir? No entendía nada, no sabía que me iba a pasar, no sabía lo que pretendían hacer con migo... Todo esto era una pesadilla.
¿Qué pasará con la universidad? ¿Qué pasará con Flor? ¿Qué pasará con mi padre? ¿Qué me va a pasar a mí?
Demasiadas preguntas sin respuesta.

Foto de James en multimedia.

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