Capitulo 5

37 13 11
                                    

Desperté por el molesto ruido que causaba la aspiradora. Abrí mis ojos con lentitud e intenté ponerme derecha, sentí un fuerte pinchazo en mi vientre bajo.

-¡No cariño! Será mejor que no hagas esfuerzos o puede abrirse la herida. -dijo Rosa, la ama de llaves.

-¿Herida? ¿Qué herida? ¿Qué pasó ayer? -pregunté extrañada.

-Te dije que no lo hicieras enfadar -se sentó a los pies de la cama- te lo advertí y estas son las consecuencias.

Poco a poco iba recordando. Cuando intenté escapar pero James me cazó, cuando me ató a la cama y cuando... cuando me hizo todas aquellas atrocidades.

-Pero Rosa, ¿Porqué estoy aquí? ¿Qué he hecho? ¿Qué le he hecho a él? Solo intenté escapar... Escapar de él.

-Cariño, nadie puede escapar. Ninguna lo ha conseguido... -murmuró.

-¿Qué? ¿Han habido más?

-Por supuesto que sí.

-¿Qué les pasó?

-Murieron.

Tragué grueso -¿Murieron? ¿Cómo?

-Operaciones fallidas. Todas vosotras sois sus armas, os envía a misiones, si vencéis os recompensa pero seguiréis yendo hasta que una de sus misiones os mate y si no es así él mismo se encargará de hacerlo de algún modo.

-Entonces, ¿voy a morir sí o sí?

-Sí... A no ser, que usted lo mate antes.

-¿Y como hago eso?

-De momento, céntrate en sanarte y haz bien los entrenamientos, esfuérzate y combiertete en una buena asesina como ellos quieren.

-¿Asesina?

-¿Por qué si no crees que estás aquí? Tú estás aquí para sustituir a la que murió y alguien te reemplazará cuando tu mueras, no si actúas antes.

-¿Cuánto crees que voy a durar?

-La última murió después de seis meses de llegar aquí a causa de una misión fallida. Cariño, hablé demasiado y tengo que seguir trabajando, nos vemos a la hora de la comida tienes el desayuno abajo esperándote.

-No tengo hambre.

-Cariño debes comer, lo primero es tu salud.- dijo eso y se levantó de la cama para irse.

La cabeza me daba vueltas, estaba procesando información importante y no sabía como afrontarla. Haré caso a Rosa y me centraré en sanarme y entrenar duro. Intenté ponerme en pie, perdí la estabilidad y casi me caigo, tardaré unos días en perder los mareos. Salí de mi habitación y bajé las escaleras con cuidado dirigiéndome a la cocina. Llegué y como bien había Rosa el desayuno estaba en la isla de la cocina, un zumo de naranja y un cuenco con diversas frutas y yogurt, me senté en un taburete y empecé a comer. ¿Hoy entrenaría en mi estado? Dudo mucho que aguante siquiera veinte minutos de clase, clase... ¿Cómo terminaría mis estudios? Era una pregunta que tenía que plantearle a James pero aún no estaba preparada para volver a verle, eso solo alimentaría mi rabia y mis ganas de matarle. Terminé de desayunar, llevé los platos al fregadero y los lavé no quería que Rosa tuviera tanto trabajo y menos por mi.

-Buenos días, ¿cómo te encuentras?

El cabrón mañanero ya había despertado. Me di la vuelta y lo encontré sentado donde yo posteriormente lo había estado, llevaba unos pantalones de chandal que le caían perfectamente por la cintura dejando ver sus calzoncillos negros de Calvin Klein, pero eso no era todo amigos, el muy idiota no llevaba camiseta dejándome otra vez hipnotizada por su torso muy bien trabajado y lleno de tatuajes, no tenía ningún espacio para añadir otro.

-Buenos días. Bien. -contesté cortante, dejé lo que estaba haciendo y pasé por su lado para marcharme pero él me cogió de la muñeca y me acercó a él. Llevaba puesta una única prenda que era una camiseta negra que llegaba poco más de mis muslos. Me puse muy nerviosa cuando comenzó a subir mi camiseta poco a poco. No me había dado cuenta que había cerrado los ojos y que estaba aguantando la respiración cuando habló y solté todo el aire contenido.

-Te va a quedar una buena cicatriz, han sido siete puntos.

-Cicatriz que tú causaste -espeté.

-Por qué lo merecías.

-¿Por qué lo merecía? Ah claro, me lo merecía, merecía ser castigada por intentar escapar de un puto loco que me secuestró privándome de mis estudios y vida social, merezco ser castigada por hablarle mal a una persona totalmente desconocida para mi que cree ser un ser superior a los demás, merezco ser castigada por defenderme, ¿no es así? Entonces vamos ¡castígame! ¡mátame de una vez! Por qué te aseguro, ¡te aseguro James! Que no voy a cambiar, por qué ni tú ni nadie me hará cambiar. -dije gritando.

Me soltó la muñeca, se levantó del taburete y se fue. Así de simple, se fue, sin decir ni una sola palabra.
Me había puesto furiosa, no podía verle despertaba algo en mi que no era normal. Irradiaba odio por doquier, lo mejor era subir a mi cuarto y no salir de allí hasta que se me pasara por que juro que si lo veía me abalanzaría sobre él y le arrancaría la yugular con mis propios dientes y así hice, esa noche no volví a salir de mi cuarto en todo el día, ni siquiera para comer.

+7 votos & +2 comments y la sigo :)

PAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora