Jace Wayland

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Jace Wayland

¿Lo conocen? Probablemente si. 

El gran cazador de sombras que nunca tiene miedo. 

22:00PM. Llovía. 

En mi casa se reflejaba la típica escena de película adolescente; una lluvia torrencial atacaba sin piedad al pueblo, las gotas chocaban fuertemente contra mi ventana, y yo leía, por tercera o cuarta vez, mi saga favorita, "Cazadores de Sombras", con una taza de chocolate caliente, del mejor, preparado por mi padre. La historia nunca perdía su encanto. 

Estaba conmovida y completamente enamorada de Jace Wayland. 

¿Quien no lo estaría? 

"El niño aprendió algo ese día; que amar es destruir y ser amado es ser destruido" no podía imaginarme la cara del rubio al decirle esa frase a Clary. Se me partía el corazón de tan solo pensarlo.

Deje mi amado libro sobre mi regazo cuando mis ojos empezaron a cerrarse sin poder evitarlo, logrando que cayera rápidamente en los brazos de Morfeo, deseando fuertemente la existencia de Jace. 

A las 00:00 o tal vez 1:00 de la madrugada, un ruido en la ventana continúa a mi cama logro que despertara de mala manera. 

¿Quien podía ser a esa hora?

Voltee a mirar temerosa. Nadie llamando a mi ventana en esos momentos podría ser bueno, pensaba.

Me equivoque. 

Un chico estaba allí. No podía ver quien era, ya que una gran capucha adornaba su cabeza. Por lo que podía notar, iba totalmente de negro. Lo único que se diferenciaba eran sus ojos de un dorado increíblemente brillantes y sus tatuajes, que relucían en sus manos. Eran extraños, parecían...

Runas. 

No, no podía ser. Definitivamente me estaba volviendo loca. Jace Wayland era solo un personaje de libro ficticio. No existía. No podía.

Empezó a tocar mi puerta. Tocaba con una paciencia que nunca había visto en nadie. 

Noto que lo miraba con curiosidad y sonrió. Una sonrisa de autosuficiencia. Demasiado coqueto. 

Me levanté de mi cama, arrastrandome lentamente hacia su encuentro. Mi corazón latía fuertemente. Quite el seguro, logrando que una gran ráfaga de aire me helara hasta los huesos. 

El chico no dijo nada, sólo entro a mi habitación sin pedir permiso. 

"¿Qui..? ¿Quien eres?" pregunte con un leve temblor en mi labio inferior.

"Hola, Alexa." Sonrió, despojandose de su cazadora de cuero. Dejando notar otros tatuajes como los que adornaban su mano. También se notaban unas pequeñas cicatrices casi invisibles. 

No pude evitar quedarme congelada. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Quien era? ¿Por qué me resultaba tan increíblemente familiar? ¿Por qué tenía cicatrices? ¿Y tatuajes? 

"¿Podrías dejar de pensar y mirarme? No es momento de pensar en niñadas." Su sonrisa sacarrona no se borraba de su rostro. 

"Dime quien eres" reclame con seguridad fingida, que él pareció notar. 

Su sonrisa seguía allí "Deberías conocerme. Soy el amor de tu vida. Lo recuerdas". 

"Jace..." Susurre. 

"Felicidades. Ganaste... Nada" típico. 

Si era Jace. Jace Wayland, de carne y hueso tal y como me lo imaginaba, parado en el medio de mi habitación. Sonriéndome. 

Jace WaylandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora