Capítulo 3: Una loba enfurecida

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Capítulo 3:
Una loba enfurecida

El comedor es un espacio amplio con muchas mesas redondas distribuidas por el lugar, cubiertas con una tela perlada y cuatro sillas a su alrededor

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El comedor es un espacio amplio con muchas mesas redondas distribuidas por el lugar, cubiertas con una tela perlada y cuatro sillas a su alrededor. A la izquierda hay un largo mesón lleno de comida, como si fuera parte de una exhibición gastronómica, también hay algunas neveras con bebidas. La pared que debería estar frente a la entrada es de vidrio, dando una bonita vista a la plaza y sus senderos serpenteantes.

Me senté en una mesa distante de los demás, exactamente en una esquina. Todos se han dado la tarea de mirarme desde que llegué y tomé algo para comer. Doy miradas furtivas por el lugar para darme cuenta de que todos aquí se sientan en grupos específicos. Hay mesas donde solo hay hombres lobo, otras donde solo son vampiros. Es como si trataran de no mezclarse.

Anastasia aún no ha regresado de la biblioteca.

Cada uno tiene sus rasgos que lo identifican de los demás. Los lobos, tanto los chicos como las chicas, tienen esa mirada animal y fiereza como si en todo momento estuvieran conteniendo a la bestia que se encuentra oculta debajo de la piel.

Los vampiros poseen esa mirada helada y penetrante como si tuvieran la capacidad de inmovilizar lo que ven, además si sonríen sus colmillos están completamente expuestos.

Las hadas son hermosas, irradian belleza con cada movimiento, de ellas emana un aura de naturaleza y tranquilidad.

En cambio, los cambiantes son normales, no hay nada físico que denote su naturaleza, aunque no tengo idea de cuáles pueden ser sus habilidades. Ellos se ven tan normales como yo, pero hay un aura muy fuerte a su alrededor, algo que no puedo explicar.

Los argeles son fuertes, ágiles y sus ojos son extraños. Algunos chicos tienen una tonalidad rosa, otros verdes, platinados... los míos son grises.

Desdoblo la hoja donde tomé nota en la clase de Anastasia, y apunto "preguntar sobre los argeles y sus habilidades", dejo a un lado la hoja y el lápiz.

Agarro la lata de refresco y hago un poco de esfuerzo para abrirla. Pero en el momento en que la llevo a mis labios un fuerte golpe que estremece la mesa me hace dejarla caer.

El líquido naranja se derrama en la mesa y cae un poco en mis pantalones, alzo la vista sobresaltada, y Karla Samaniego está frente a mí.

Un lobo enfurecido con una sonrisa que no combina con la ira que reflejan sus amarillentos ojos.

—¿Qué tal, novata? —dice.

No respondo, su fiera mirada me cohíbe. Todo su cuerpo demuestra peligro. Me siento como una presa ante un depredador.

—Un argel sudando miedo. —Escucho algunas risas, que cesan ante el gruñido de Romina desde el otro lado de la habitación.

¿Se supone que no debo temerle a un lobo?, podría desmembrarme en segundos.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora