No hay nada en este momento. Tan solo no hay nada que exista aparte de mí.
No sé quién, que o donde. No sé ni siquiera si puedo ser, ya que no siento nada a lo que considerar un yo. Solo una infinita inexistencia.
No puedo moverme, o al menos no percibo el más leve de los movimientos que soy capaz de efectuar. Apenas puedo pensar, pero ni lo que yo pudiera mentar como conciencia es completamente valido por lo ya antes citado. A pesar de todo eso puedo imaginar alguna sombra poco uniforme de vez en cuando.
No sé cuánto tiempo he pasado de esta forma. Me alegra creer que no surgí de la nada, pero ni de eso tengo una completa seguridad.
No sé por qué estoy aquí. Desearía que mi creador me hubiera hecho un lugar donde reposar más variado. La eternidad es difícil de solventar si no eres capaz de sentir ni el más minúsculo de los cambios.
A veces comienzo a pensar que ni siquiera estuve vivo alguna vez, pero si esfuerzo mis pocos recuerdos puedo sentir una sensación extraña en algún lugar de mí. Era algo que me hacía sentir fuerza, algo que me convenció de que alguna vez estuve vivo.
No me importaría estar muerto, porque si lo estoy sé que habría vivido antes de aquello. Las sombras que puedo imaginar se mueven erráticas, tratando de acceder a un recuerdo menos uniforme.
Pensándolo bien, me gustaría saber cómo nací o como morí. Quizá, si lo supiera, podría traer a alguien con el que ser. Pero dudo que pudiera siquiera verlo de estar cerca de mí mismo. Aun así eso me haría sentir que no estoy tan solo.
Lo más extraño de mi condición es que puedo sentir mis "emociones". Creo que así era la palabra. Supongo que tengo un ánimo. Creo que me siento mejor cuando recuerdo algo, sea lo que sea. Quiero que algunas cosas pasen. Quiero salir de esta soledad. Quiero compartir algo con alguien. Quiero dejar de querer. Cuando quiero algo siempre me siento peor, porque no lo podré conseguir.
Paso mi tiempo imaginado y recordando. Lentamente pienso en un cuerpo que pueda considerar propio. Pero ni de eso soy capaz. Incluso un cumulo de gases sería demasiado para mi pobre imaginación.
Creo que soy bastante paciente teniendo en cuenta que no me he cansado de vagar sin rumbo por la eternidad. De vez en cuando paso una eternidad pensando sin descanso solo para no aburrirme. Pero esa eternidad siempre se acaba y vuelvo a mis cabezadas involuntarias.
No sé cómo es que soy capaz de expresarme de este modo. Supongo que todo se debe a aquel incidente.
Lamento haberme mentido. No. Más bien, lamento haberme olvidado de ese momento. La verdad, sé que no debería culparme por eso, ya que siempre me pasa por alguna extraña razón. Supongo que como ese es mi único recuerdo, es lo único de lo que soy capaz de olvidarme.
En realidad si tengo un recuerdo relevante. Pero no puedo entenderlo, a pesar de que lo revisado de todas las formas habidas y por haber.
Aunque supongo que una vez más no me hará daño...
El aire se encontraba enrarecido y desprovisto de toda humedad. Me encontraba completamente inmóvil, pero, en ese momento, podía sentir como mis extremidades se encontraban tiesas. Ni siquiera mis globos oculares tenían la libertad de divagar por el espacio que tenía en frente a mí. Pero aunque fueran capaces de moverse, al estar mis parpados separados, mi vista se iba ennegreciendo producto de la sequedad de mis ojos. Una única luz grisácea brillaba en medio de una negrura espesa como la tinta. Iluminaba ese albor sin fuente hasta donde la vista llegaba, más nada había para recibir el resplandor.
Pero lo que siempre captaba mi atención era aquel que se encontraba por detrás de mí. Su aliento pasaba por al lado de mi oreja y, por alguna extraña razón era frío como el hielo. Luego de lo que pareció unos pocos segundos, él se colocó en frente mío. La piel de ese ser era completamente gris y unos finos conductos azul metálico se destacaban como venas. Dos grandes ojos refulgían, sin pupila, con un resplandor de un blanco antinatural y unas cuencas perfectamente redondeadas, ubicados en su torso. Porque a pesar de tener un cuerpo completamente definido, él no poseía cabeza alguna además de carecer de un orificio bucal. Su brazo derecho se curvaba hacia atrás en forma de hoz y terminaba en una estrecha y afilada punta, mientras que su extremidad izquierda se ampliaba desde su antebrazo hasta su hombro con grandes placas duras como el diamante y terminaba en una gran mano de seis dedos. Sus piernas con forma y tamaño de troncos venían siendo oscurecidas desde la cintura hasta llegar a un tono negro como el carbón en la base de sus pies.
Una voz resonó desde detrás de él. Era antigua y enronquecida. Era grave y poderosa. Era la voz de miles y miles de desgraciados juntos gritando, suplicando y pidiendo clemencia a un monstruo sin rostro. Aclaro su garganta y me di cuenta que había estado susurrando todo este tiempo. Había pensado que se escuchaban como el rumor del viento.
-Zarresera..., apártate de en medio. Quiero verlo yo mismo.
El ser que se cernía sobre mí se apartó hacía un lado, permitiéndome observar un ridículo vacío, libre de toda entidad habida y por haber.
Estaba a punto de quedarme completamente ciego. No tenía más lágrimas que soltar. De cara a la negrura total, escuche una vez más a los múltiples lamentos diciendo:
-Buenas noches, mi querido Kraska.
Y luego vine aquí.
Creo que ese es mi nombre. Kraska. La verdad es que me gusta.
Y ese es mi único recuerdo. La verdad es que quisiera volverlos a ver. Por más raro que parezca, la verdad es que los extraño a ambos. Digo son lo único que conozco. Ninguno de los dos es realmente alguien con los que quiera estar un ser normal. Pero yo pienso que saben por qué estoy aquí.
Tan solo quiero salir de aquí. Solo quiero irme de aquí.
Una sensación amarga surge desde dentro de mí. Empiezo a sentir algo extraño. Mis pensamientos se embotan, me siento menos a cada segundo que pasa. Soy comprimido, soy aplastado.
Alto. Alto por favor.- Pienso con un miedo que jamás había sentido.- No estoy listo para morir. Por favor quiero vivir, o al menos continuar de esta forma.
Mis suplicas son inútiles. Cualquiera que sea la deidad que aquí permitía mi existencia, me ha abandonado a mi suerte. Trato de luchar con todas mis fuerzas. No quiero pasar a la nada. Ni siquiera podre pensar allí. El minúsculo punto que es mi existencia se perderá pronto. Yo estoy dejando de existir. Ya me fui.
Pero aunque me he ido... ¿continúo siendo?
Me siento caer y estrellarme en la grieta más profunda. Me siento subir y ascender al paraíso más perfecto. Me siento partido y recompuesto. Me siento sano y enfermo. Me siento demente y cuerdo.
Pero me detengo en medio de ambos. Algo me atrae, me toma y me succiona. Estoy entrando dentro de una prisión que no me dejará escapar, y aun así no planteo resistencia. Me aferro a esa cárcel como si mi vida dependiera de ello.
La negra inmensidad que alcanzo a ver con mis nuevos ojos, me grita con millares de lamentos:
-Buenos días, mi querido Kraska.
Voy deslizándome a la calma de la inconciencia.
Soy capaz de ver una luz increíblemente intensa a pesar de tener mis ojos cerrados. Siento un fuerte viento que arrastra consigo millones de granos que se rozan unos con otros para formar una perfecta sinfonía natural.
Mis parpados cerrados dejan escapar lágrimas que recorren mi rostro hasta llegar al cálido colchón de arena. Lloro mor el sol que quema mi piel. Lloro por la arena que raja mi ser. Lloro por estar vivo.
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El miedo en tu mente
AdventureNuestras mentes son capases de hazañas que muchos de nosotros ni siquiera alcanzamos a imaginar. Podemos imaginar a la bestia más sanguinaria, o al dios más compasivo. Somos capaces de comprimir miles de años dentro de ellas. Verdaderos maratones se...