XIV: El secreto. N.2

1.3K 201 42
                                    

N/a: Éste capítulo contiene muchos feelings... y a muchos me refiero a millones </3. Ya sabrán a lo que me refiero...

..................................................




                       Ludwig...

       hay algo...

que aún no sabes de mí. 





Aquellas palabras me dejaron en shock. Mis ojos se quedaron fijos en esa figura que yacía delante de mí, inmóvil, como una fría roca. Feliciano fue girándose lentamente y noté enseguida el cambio que existía en sus ojos. Estaban más oscuros y bastante cristalinos. Si había algo que me dolía, era precisamente esa carita de tristeza que nunca antes había visto.

—Feli, dime qué está pasando. ¿Por qué te pones así...?

—Es... difícil. —Murmuró él y con longitud se aproximó, hasta sentarse otra vez cerca mío. Tomó un gran respiro y con suavidad, comenzó a susurrar. —¿En serio quieres saberlo...? 

—Claro que sí. —Le contesté, alzando una de mis manos para tocar su lindo cabello. Sabía que aquello le calmaría o eso esperaba.

—Yo tuve una pareja antes de ti. Se llamaba Brune... —Hizo una pausa pequeña. — Fue hace mucho tiempo atrás. En esa circunstancia yo apenas tenía diecisiete años y estaba lleno de sueños. Y uno de ellos era sentir lo que era el amor. Él llegó a mi vida justo después de la muerte de mis padres. —Feliciano poco a poco fue posándose en mi hombro, como si estuviese perdiendo todas sus fuerzas sólo por estar contándome—. Fue un gran consuelo saber que tenía a alguien... Pues Lovino en ese tiempo estaba en la Universidad y no tenía tiempo para lidiar conmigo, y el abuelo tenía importantes y largos viajes de negocios. Él era mi apoyo y lo fue por un largo tiempo.

Yo apenas y pestañeaba. Estaba tan atento escuchando, que no había necesidad de decir algo.

—Cuando cumplí 18, me pidió que nos casáramos y yo acepté. Pero luego de eso, me confesó que se había inscrito en el Ejército. La verdad es que no le tomé importancia, hasta que me dijo que tendría que ir a las labores en Afganistán. Créeme, Ludwig; tenía tanto miedo. Tenía un horrible presentimiento. Me dolía tanto aquí... —Colocó ambas manos sobre su pecho y cerró los ojos, haciendo que las lágrimas se le escaparan sin más.

—Shhhh... —Le limpié las mejillas con dulzura y lo abracé. — No es necesario que sigas...

—P-pero tengo que explicarte... —Murmuró, hipando por el llanto. — Lovino se enteró de lo nuestro y lo obligó a prometer que volvería sano y salvo para estar conmigo, pero... —Paró de repente y tragó saliva. —... Meses después, nos llegó una carta. —Hice una mueca al escuchar aquello; ya me imaginaba lo que seguía y sin duda alguna me dolía. Me dolía el ver a la persona que más amaba sufrir por el pasado. — Mi mundo se vino abajo cuando Lovino me dijo que él no volvería...

— Amor, de verdad no debes seguir... —Le tomé del rostro y le obligué a que me mirara. Él continuaba llorando, y parecía como si nada pudiese hacer que se calmara.

— Mi hermano no te odia, simplemente... Teme que vuelva a pasar lo mismo. Yo no quiero perderte como lo perdí a él... Si eso pasara, no podría volver a vivir. —Se aferró a mí con una fuerza que nunca antes había percibido. Lo rodeé y  acuné contra mi pecho, como si de un niño se tratase.

—Shhhh... no me vas a perder. Si te pedí que fueras mi esposo fue precisamente para que estuviésemos juntos hasta morir. Feli... Yo no te voy a dejar como Brune lo hizo, ¿entiendes? Porque dejarte sería como condenarme a una muerte dolorosa. —Me separé apenas y con dulzura le besé las mejillas, recogiendo con mis labios cada gota salada, en un intento de curar las heridas del pasado y demostrar todo mi amor. —  Te prometo que, a pesar de todo, yo sí cumpliré mi promesa de amarte y protegerte incondicionalmente.

...


Finalmente, Feliciano se quedó dormido entre mis brazos. No paró de llorar en toda la tarde... y yo tuve que aguantar para no acompañarlo en ello. Lo dejé cuidadosamente en la cama y le di un beso en la frente. Salí del cuarto minutos después. Fue allí que mi propio móvil comenzó a sonar. Me apresuré en contestar.

—¿Bueno?

Estoy fuera, ¿me puedes abrir?

Aquella era la voz de Lovino, y un escalofrío me recorrió por completo.

—Dame unos momentos.

Corté enseguida y me apresuré a abrir la puerta de la entrada. Y allí estaba. Mi querido cuñado permanecía con los brazos cruzados y su expresión inflexible en el rostro. Entró sin siquiera decir nada, ni ofrecerme una mirada. Cerré la puerta detrás mío.

—Tenemos que hablar. —Fue lo único que dijo y yo mordisqueé mi propia lengua.

—Toma asiento, Lovino. —Le indiqué el sofá y él se sentó lentamente, cruzándose de piernas. Yo hice lo mismo.

—Ludwig, estoy realmente molesto contigo. Primero llegas a remover todo el mundo de Feliciano y ahora resulta que quieres casarte con él... ¿A qué estás jugando?

—¿Disculpa? Yo no estoy jugando a nada. Yo simplemente quiero pasar lo que me resta de vida junto a tu hermano. Lo amo, ¿a caso no lo entiendes?

—Te pareces tanto a él... —Murmuró el italiano.

—¿A quién? ¿A Brune? —Inquirí suavemente. Recibí una mirada de sorpresa de Lovino.

—¿Cómo sabes...?

—Feliciano me lo dijo. Y por eso te lo digo; yo no soy como él. Soy distinto. Jamás dejaría que alguien o algo me separase de él, porque sin su presencia sería sólo carne muerta en éste mundo.

Angelo [AU/ GerIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora