XIII: El secreto.

1.3K 202 31
                                    


(...)

El silencio se hizo presente entre ambos. Feliciano miraba el anillo con los ojos muy abiertos y yo me moría de nervios y de vergüenza. Me había estado preparando para escuchar una respuesta negativa, como siempre, solía adelantarme a las cosas.

¿Y si me rechaza?

¿Y si no quiere tener nada más conmigo?

Las dudas simplemente me estaban matando, por lo que tomé la determinación de reclamar.

— ¡Mein Gott, dame una maldita respuesta! —Le dije, sosteniéndome como pude de mi rodilla. Se me estaban acalambrando las piernas de tanto esperar y mis ojos parecían llenarse de lágrimas de desesperación.

—S-sí... —Contestó quedamente el italiano y yo, por instinto, me puse de pie.
No podía creer lo que acababa de escuchar. No. No podía ser verdad. Me sentía como en un sueño.

—¿Qué haz dicho...?

—  ¡He dicho que sí! ¡Quiero casarme contigo!

Mi cuerpo permaneció estático delante del de mi amado, pero no tardé mucho en reaccionar. Lo atraje hacia mí rápidamente y lo abracé tan fuerte como pude. Comencé a llenarlo de besos y de mimos que muchas veces le regalé.

—Gracias... Prometo que te haré el hombre más feliz del mundo. —Le murmuré cerca del oído y él tembló como siempre.

—¿Es posible... Que tú me hagas más feliz de lo que ya soy?

—Hmm... Podría ser. Pero te aseguro que la felicidad seguirá en aumento, es más, te lo juro.

(...)

—¿Es necesario que llames a Lovino? —Inquirí con inseguridad mientras miraba a mi prometido. No es que tuviese miedo, en realidad, más que miedo era algo de molestia. No comprendía el por qué del odio de Lovino hacia mí.
E incluso había hablado de esto con mi hermano y sus palabras resonaban:

"Lovino es muy sobreprotector; está tan acostumbrado a cuidar a su hermano que le será difícil asimilar que Feli ya está listo para salir del nido".

—¡Claro que es necesario! Es mi hermano después de todo... Si no se lo digo, se enojará. —Decía mi prometido mientras tomaba su teléfono. Yo, con resignación, me aproximé al sofá y me senté en el. Feliciano no tardó en lanzarse encima mío, con el móvil contra el oido.

—Ciao, fratello. ¿Cómo estás?

No escuché la respuesta del otro italiano, por lo que yo también aproximé mi rostro al móvil para escuchar.

¿Para qué llamas? Estoy ocupado.

—Te quería contar algo~.

Habla rápido. No tengo tiempo para estupideces.

—¡Me voy a casar!

Un silencio horrible se hizo presente. Estaba esperando ansiosamente una respuesta, y para mi mala suerte, sólo se escuchó un suspiro.

— Pásame a Ludwig.

Con temor, el italiano me dio el teléfono. Yo estaba aún más asustado que él, sin duda alguna.

—¿Hallo?

— ¿No crees que hubiese sido correcto pedirme permiso antes de proponerle matrimonio a Feliciano?

—Oye... ¿Cómo se supone que te habría dicho? Estoy casi seguro de que me habrías tratado como la peor chusma del mundo.

— ¿Realmente crees eso? Bien.

Justo cuando iba a seguir hablando, el pito de llamada finalizada llenó mis oídos. Alejé el móvil, y me di cuenta de que Feliciano miraba al piso, silencioso.

—Oye, Feli... —Le toqué el brazo y él enseguida se alejó, poniéndose de pie. —¿Qué pasa? —Le quise seguir, pero mis músculos ni se movían. ¿Cómo era posible que la felicidad que existía se hubiese marchitado?— ¿De verdad tu hermano me odia tanto...? —Inquirí quedamente y él negó.

—Él... no te odia...

—  ¿Entonces...?

—  Ludwig... hay algo que aún no sabes de mí.


Angelo [AU/ GerIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora