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"bueno... yo... esto..." balbuceó michael.

"no hace falta que respondas" sonrió el chico rubio.

"no... es que..." realmente le costaba encontrar las palabras correctas. no quería quedar como un estúpido ante la única persona que se había animado a hablarle en todo el año.

"en serio michael, no hace falta. no te lo dije para que respondieras, ni mucho menos para hacerte sentir incómodo..." ¿le llamó por su nombre? ¿cómo es que él lo sabía? no recordaba habérselo dicho.

"¿c-como sabes mi...?" se quedó a mitad de la frase debido a que el profesor de álgebra entró al aula, ordenando a los alumnos que se callaran y ocuparan sus sitios.

aquél chico se giró hacia la pizarra y michael copió su acción, empezando ambos a tomar apuntes.

vaya, fue la conversación más larga que ha mantenido michael con alguien que no fuera su madre.

oh cierto, su madre. debía recordar que hoy debía ir a su casa en vez de la de su padre.

«aleluya...» pensó michael aliviado de no tener que volver con su padre hasta dentro de cinco días.

sus padres se separaron hace varios años y acordaron una custodia compartida. gran error. precisamente se separaron por el alcoholismo de su padre, y lo mejor que se le ocurría a los jueces era dejar que ese hombre estuviera legalmente a cargo de michael. por suerte, él cumpliría dieciocho pronto y podría elegir con quién quedarse.

antes de que pudiera darse cuenta ya era la hora del receso, así que recogió sus cosas de su banqueta y se colgó la mochila en un solo hombro, comenzando a caminar hacia la cafetería.

de pronto sintió un jalón en su cabello y se giró hacia el susodicho gimiendo de dolor. le habían arrancado de una de sus orejas de gato, jalando así de su cabello.

"¿qué haces...?" murmuró mirando al chico de la otra clase que tenía delante.

"¿dónde compraste estas estúpidas orejas? ¿en una tienda de disfraces de monster high?" rió sacudiendo la oreja en el aire.

estaba harto de que se metieran con sus orejas. ¿y qué si 'era de chicas'? hay gente que lleva la frente tatuada y otras, como michael, a las que le gusta llevar orejas de gato.

"¡devuelvemela!" intentó agarrarla, pero el otro chico era más alto y la alzó en el aire.

"ya es hora que alguien te enseñe a ser un hombre de verdad... ah no, cierto, que tu eres solo una zorra chillona. no aspiras a más" sonrió cínicamente.

"ya dijo que le devolvieras lo que es suyo" irrumpió otro chico, quitándole la oreja de la mano. michael levantó la vista encontrándose con el rubio que antes le había hablado en clase. "mejor vete a molestar a quien realmente lo merezca y deja a las personas que no te han hecho nada"

el otro chico estaba a punto de propinarle un golpe al rubio cuando pasó por el pasillo el director del centro. gruñó resignándose.

"salvado por la campana" masculló y se fue alejando.

cuando se fue, el chico rubio se giró hacia michael, devolviéndole la oreja de gato que le faltaba, la cual colocó rápidamente en su sitio al lado de la otra.

"n-no hacía falta..." susurró.

"te estaba molestando, claro que hacía falta" michael iba a contestarle que se las podía arreglar solo, pero el chico le interrumpió. "vamos, tampoco ha sido nada. no te preocupes y vayamos ya a la cafetería antes de que se acabe el receso" sonrió de lado tomando la mano del peliazul mientras empezaba a caminar hacia la cafetería.

después de un breve silencio en el camino, michael se atrevió a hablar, sonrojado por el tacto de sus manos entrelazadas.

"¿cual es tu nombre, por cierto?"

"luke" respondió con una sonrisa. "ya veo que no leiste la nota que te lancé ayer..."

"bueno... s-si que la leí, pero no sabía que eras tu..."

"entonces ahora lo sabes kitten" sonrió una vez más.

michael recibió un escalofrío ante aquel mote. le gustaba, de alguna manera lo hacía sentir especial respecto al resto de personas.

que tonterías... ni siquiera han hablado más de una hora.

Cat ears ↭ clemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora