La comida había empezado hacia media hora, y en ella lo único que se he podido escuchar eran comentarios estúpidos sobre política, negocios y famosas que tienen operaciones hasta en las uñas de los pies.
Todo es tan aburrido… Lo peor de todo es tener que mostrar la sonrisa todo el rato, como si me gustara lo que estoy haciendo y escuchando. Uno: soy vegetariana y han preparado una barbacoa. UNA BARBACOA. Y dos: hablan de las estupideces más grandes que podría haberme imaginado. ¿Qué clase de valores tienen estas personas?, ¿es que solo les interesa que llevar puesto para el club de golf? Patético…
Freddie y Michael parecen adolescentes con las hormonas revolucionadas a pesar de tener veinte años. No paran de hacer chistes estúpidos y de chocar los cinco, ya que nadie excepto ellos los ríe. A estas idioteces papá respondía con un <<Juventud, divino tesoro>>, como si él tuviera sesenta años. Me alivia estar sentada a la derecha de Gemma, de vez en cuando entablo una conversación con ella y puedo salir de la absurdez que habita la mesa. Creo que el chico, el hermano de Gemma, encuentra esto igual de absurdo que yo. Se muerde el labio y juega con el piercing que tiene en este. Tiene unos labios carnosos, y por ello el aro le queda como… apretado. El hecho de ello hace bastante gracia.
-Savannah, no has comido mucho, ¿la carne no está a tu gusto o es otra cosa?- Pregunta Emily, haciendo que todas las miradas se posen en mi. Mierda. Me siento observada, incluso juzgada.
-Emm… bueno, es que yo soy vegetariana.
-¿Qué?- Pregunta asombrado John.
-Oh, Sav, lo siento mucho; iré a hacerte algo ahora mismo.
-No Emily, no quiero molestar.
-No es ninguna molestia, te haré cualquier cosa en un momento.
-Que no, de verdad, no tengo mucho hambre…, gracias de todas maneras, Emily.
-¿Segura?
-Segurísima, mi estómago está muy revuelto tras un vuelo de ocho horas.
-¿Ocho horas?, ¿de dónde vienes?- Pregunta el chico, que está sentado en frente de mí.
-Chicago.- Digo antes de dar un trago a mi vaso de agua.
-Ósea que eres Americana.
-No, nací en Londres, pero cuando mis padres se separaron me fui con mi madre y su novio a Chicago.
-¿Y por qué has vuelto?
Mierda. La gente atiende a mis explicaciones, pero para esta pregunta una explicación no sería suficiente. Es algo… demasiado complicado. Intercambio miradas cómplices con mi padre, Emily y los chicos.
-He venido a hacer mis prácticas del último año aquí.
-¿Por qué aquí?
-Londres me permite optar a muchas opciones.
-¿Y qué estás estudiando?- Pregunta un amigo de mi padre.
-Publicidad y marketing.
-Savannah tiene un gran poder de convicción y es muy creativa.- Recalca Emily.
-Voy a consultarle a mi hijo el hecho de casarse contigo.- Dice una mujer que se llama… esto… no recuerdo su nombre. Este comentario hace reír a todo el mundo en la mesa, y yo sonrío educadamente, aunque no me ha hecho ni pizca de gracia el comentario…, ni que fuera una mercancía para que negocien conmigo.
