Parte VI: Un día junto a él.

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Magnus, junto a aquel mini bar, dejó  caer el vaso que sostenía. Al escuchar esas palabras: "Él es mi novio", sintió como recobraba la vitalidad que había tenido cuando besaba a Alec.

Lo miró con la boca entre abierta, como si fuese a decir algo, pero era inútil, lo había dejado sin palabras, nada iba a lograr pronunciar luego de aquella sorpresa.

Alec estaba muy sonrojado y no lograba ver a Isabelle a los ojos y menos a su parabatai.

¿Qué estarían pensando?... -¿Qué diría Jace?, se preguntaba Alec dentro de su mente, pensamientos que lo atormentaban, pensó en su madre y su padre y no imaginaba la cara que podrían poner ellos si lo escucharan decir algo como aquello.

-¡Ah!, Alec, en serio... del brujo, yo siempre pensé que tu estabas enamorad...- Isabelle se calló con horror por lo que estuvo a punto de decir, si ella hubiera pronunciado "Jace", Alec nunca se lo habría perdonado.

-Calla Isabelle, me gusta Magnus, él es el único.- El sabía que no era así, no del todo, pero ahora si lo era.

Magnus se dio cuenta, de que Alec mentía y notó como evitaba a Jace, en ese momento se enteró contra quién competía, y sintió un poco de celos del rubio, después de todo el brujo se imaginó que Jace había sido el primer amor de Alec, aunque no correspondido.

Jace , en realidad no prestaba mucha atención a la situación y se encontraba frente a un espejo acomodándose el cabello. Cuando hubo terminado se tiró en un sofá y tomó uno de los libros de Magnus y dijo:

-No es que me importe quien sea tu pareja, Alec... pero el brujo tiene que saber que si llega a hacerte daño, lo pagara con su vida.- Luego de eso su sonrisa de chico guapo regresó y dijo:

-Por otro lado, creo que es genial que estén juntos, y nos quedaríamos, pero Isabelle le dijo a Maryse que llegaríamos  pronto. Ya sabes como se pone.

Alec lo miró sorprendido, pero nada había cambiado en Jace, era el mismo... no lo miraba diferente a como siempre lo había hecho, lo que le trajo un profundo alivio a Alec.

Isabelle se lanzó a la cama y abrazó a su hermano, para luego besarlo en la mejilla.

-No diremos nada.- y guiñándole un ojo, Isabelle se incorporó y se acercó al brujo y le revolvió más el cabello.

Magnus se sorprendió y la miró con asombro y exclamo:

-¡Sabes quien soy!

-Claro... mi cuñado.- Las botas de Isabelle resonaron mientras se alejaba por el pasillo junto a Jace, quien se había despedido con un gesto de mano.

-El gran brujo de Brooklyn... Magnus Bane.- susurró Magnus.

Alec se rió por lo bajo y tomó a el brujo de la mano y le dijo:

-Te acostumbraras.

-Por ti lo haré.

El día era hermoso, por lo que Magnus se le ocurrió que podrían salir a comer al aire libre, a Alec no le había gustado mucho la idea, aún no estaba acostumbrado a salir con un chico, pero terminó aceptando, ya que Magnus le había prometido que sería en un lugar discreto y sin gente.

Se encontraba el brujo haciendo un portal y Alec lo observaba mientras lo hacía.

-¿A donde iremos?- dijo Alec.

-A Italia, conozco un bosque, te encantara.

-¡Listo!- exclamó Magnus.

-Iremos donde Camille... ¿Cierto?- Alec no había podido dejar de pensar en aquella nota que los citaba hoy a la media noche, y aunque lo olvidaba por ratos, el recuerdo regresaba.

-¡Alec!, no pienses en ello ahora, no cuando te has auto proclamado mi novio.

-¡Ah!, eso significa que no quieres...

-No es eso tonto, claro que quiero.- Y Magnus lo tomó de la mano y lo jaló hacia el portal, cayeron muy rápido sobre un puñado de hojas secas en medio del bosque.

Alec reía y parecía feliz, lo que encantaba a Magnus, hacía tanto que no conocía a alguien tan lleno de vida.

-Deja de mirarme.- Alec le lanzó un poco de hojas secas a Magnus, se sentía como un idiota, pero le encantaba, nunca había sido tan genuino y abierto con nadie, aquel brujo había logrado en días, lo que ni siquiera Isabelle había logrado en toda su vida: que se comportara como un tonto irracional.

Alec se estiró en el suelo y miró hacia el cielo que estaba soleado, y aunque las ramas y hojas de los árboles tapaban un poco el calor, el podía sentir algunos rayos cálidos en su rostro. Magnus se recostó junto a el y sintió también la calidez del sol, sus ojos verdes combinado con dorado, brillaban y miraban a Alec, Magnus cerró sus parpados y apoyó su cabeza en el pecho de Alec, sentía los latidos de su corazón, su calor y le fascinaba todo aquello y quería que ese día junto a el fuese eterno.

Alec abrazó a Magnus y este sonrió sin abrir sus ojos, era como si estuviera soñando y no quería despertar. Estuvieron acostados un largo rato, en silencio, escuchando solo los sonidos del bosque.

-¿Tienes hambre?- Magnus había roto el silencio.

-Un poco- susurro Alec que se estaba quedando dormido.

Magnus hizo un chasquido con los dedos y apareció al lado de ellos una sábana blanca y sobre ella vino, copas, una baguette, queso y frutos.

-¡Oh!, eres genial Magnus.- Dijo Alec, mientras se dirigía a aquel banquete.

-Ya me lo habían dicho.

-¿En serio?... ¿Quién?- Alec lo miró con sus ojos azules llenos de curiosidad.

-Que importa, ya no recuerdo.- Si lo hacía en realidad, pero no era nada importante, pensó el brujo.

-Esta bien.- Alec ya estaba por su segunda manzana, realmente sí tenía hambre, ya que no había desayunado.

Magnus solo tomaba vino, mientras le contaba a Alec lo viejo que era ese vino, que el mismo lo había comprado hace muchos años y que solo quedaban algunos ejemplares tan viejos como ese y que  los utilizaba cuando la ocasión era realmente especial.

Alec se comenzó a preguntar cuantas ocasiones especiales como esa habría tenido Magnus en realidad... era acaso que el era solo uno más. Desecho la idea, no quería arruinar el momento.

Magnus, ya había bebido varias copas, el alcohol no lo afectaba, pero el amor sí lo embriagaba y hacía que se comportara de extrañas maneras, comenzó por mirar a Alec levantando una ceja y luego por acercarse lentamente a Alec, para por fin besarlo, sus bocas eran una combinación de sabor a vino y manzana dulce, Alec podía sentir el peso de Magnus sobre su cuerpo empujándolo hacia el suelo, Magnus le quitaba el aliento y el brujo comenzaba a perder el control, Alec tuvo que separarlo, estaba llegando muy lejos, pensó Alec.

-¡Para Magnus!- exclamó Alec.

-Lo siento... yo... es que tu, Alec- A Magnus le costaba hablar,y le costó separarse de el.

-Será mejor que regresemos, ya es tarde y quiero dormir antes de vernos con Camille.-Alec estaba agitado, pero trató de sonar firme.

-Lo que tu digas.- Magnus se incorporo y se dirigió al portal siguiendo a Alec, se encontraba algo apenado por su comportamiento, así que no dijo nada más.

Ya de nuevo en el apartamento, Alec se dispuso a dormir, se acostó de nuevo en la cama de Magnus, sin preguntarle y quedó profundamente dormido, mientras que Magnus decidió darse una ducha.

Ya casi era el momento de verse con la vampira, faltaban quizá unas 4 horas, pero alguien llamó a la puerta. El brujo fue a ver quien era y se encontró con un hombre desconocido para el, Magnus no sabía que se trataba del padre de Alec: Robert Lightwood.


MALEC (Enamorado de mi prisionero.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora