Al salir de la casa de David al día siguiente, tomé mi bicicleta despidiéndome de él.
- Nos vemos, David. Había olvidado lo bien que la pasábamos tú y yo juntos. - Dije sonriendo para irme a mi casa.
- Sí, jajaja. Muchas gracias por haberme hecho pasar un rato agradable, Andrés. En verdad, con tantas cosas por las que he pasado me hacía falta un poco de distracción.
El día anterior en el que David me dijo todo, al terminar, leí algunas cartas de las que él le escribía a Miguel, vi el álbum de fotos desde el jardín de niños hasta cuando nos graduamos de la escuela, recordé la obra de teatro que quisimos hacer pero que no se pudo, la primera pelea que tuvimos por un pastel de manzana, aquellos recuerdos que había olvidado. Luego, jugamos con su consola, hicimos recetas, comimos, nos divertimos mucho esa tarde lluviosa.
- Nos vemos, amigo - Le dije alzando mi brazo y sacudiendo mi palma derecha pedaleando hasta mi morada.
David me miraba y hacía lo mismo parado en la puerta de su casa esbozando una gran sonrisa. Pude notar que se sentía liberado, sin atadura alguna. Antes de irme, me acordé de Sofía y llegué hasta la floristería en la que ella trabajaba para agradecerle lo bien que se había portado conmigo ayudándome mientras me sentía abatido por haber terminado mi relación y la ayuda que me brindó durante mi tiempo de lamentaciones y dudas varios días atrás. De pronto, vi algo que hubiese deseado no haber visto jamás. Coincidencialmente cuando llegaba a la floristería, me dí cuenta de todo.
- ¡Te amo, mi amor, eres el mejor novio que he tenido en toda mi vida!
- Yo también te amo, querida mía.
Amanda, se estaba besando con el entrenador de la escuela en pleno frente de la floristería mientras él sostenía un ramo de rosas rojas. En ese momento, desencadené en furia. El ambiente empezaba a tornarse pesado e incómodo para mí. Sin embargo, no pude evitar llegar de manera imprudente para desenmascarala estando parado frente a ellos. Pero en esos momentos, salió Sofía y me detuvo.
- Espera ¿qué intentas hacer? - dijo susurrándome al oído.
- ¿Es que acaso no es obvio? Hay que desenmascarar a esa zorra.
- Andrés, pero no así. Además, ella está con el entrenador de la escuela. Conociéndolo, no te creerá a menos que le muestres pruebas o algo así y seguramente armarán un gran escándalo. Lo mejor es que los dejes en paz y pienses las cosas con cabeza fría.
Mientras Sofía me detenía pensaba en mi mente cómo sería todo si desenmascarara a Amanda en ese preciso instante.
- ¡Amanda, qué zorra eres!
- ¡Hey! ¡No la insultes! ¿Andrés?
- Sí, entrenador. Esa mujer con la que usted está es una falsa, una arpía, una cualquiera.
- Ay, amor. Amor, no dejes que hablen así de mi.
- ¡No permitiré esto! ¡Andrés, juro que te golpearé si no te detienes!
- Tengo pruebas, entrenador.
Tomé mi teléfono celular y le mostré todos y cada uno de los mensajes que Amanda me enviaba hasta hace poco. Por suerte, también tomé una foto de cuando ella se besó con David.
- Amanda, ¿qué demonios es esto?
- E-Ehhhh, querido, p-puedo explicarlo mi amor, yo...
- ¡No expliques nada! - Dijo el entrenador muy alterado y enojado con todo lo que vio yéndose en su motocicleta dejando a Amanda tirada. ¡No vales nada! ¡Eres una cualquiera!