Dr D.O & Mr Kai → KaiSoo

c u a t r o

La cita perfecta.

El plan de Kyungsoo era vociferar delante de Kai sus planes más siniestros, esos que incluían el dominio del mundo y el control total de la raza humana, pero no, en lugar de estar batallando a muerte con aquel moreno de risa infinita, estaba ahí, sentado frente a él en un restaurante, mirándose prologando tiempo y exhalando suspiros cada dos por tres.

Después de que, a duras penas, Kyungsoo aceptara ir a comer con Kai porque «Vamos, no podemos hablar de destrucción masiva si tenemos el estómago vacío, uh ¿te gusta el pollo?» El camino al restaurante había sido silencioso y agobiante. Una vez en su mesa —y cuando Kris, el mesonero predilecto del lugar dejó la carta con una mirada, en la que cuestionaba el hecho de que súper héroe y villano estuviesen sentados en el mismo sitio y aún más importante, no intentando arrancarse los ojos—, el lugar se llenó de silencios todavía más incómodos.

Por supuesto, Kyungsoo sabía qué hacía ahí, Kai había sido bastante específico mientras tiraba la ropa por toda su habitación: quería hablar de sus sentimientos, y sinceramente, Kyungsoo no estaba preparado para aquello. ¡Vamos! Él sólo quería dominar el mundo y que Súper Junior fuese su equipo de limpieza personal ¿Era mucho pedir, uh?

Había demasiado en juego, es decir, si Kai hablaba acerca de todo eso que había estado repitiéndole a un bebé, entonces él se vería en la obligación de decir algo; y lo más lógico era que ese algo fuese una especie de burla exagerada porque «Jajajaja, Kim Jongin ¿Qué hierva te fumaste? Vamos, vamos, cuéntame una de vaqueros, unicornios», pero más allá de eso no podía y se sentía frustrado porque su nivel de maldad había bajado considerablemente, y todo por culpa de ese maldito moreno que veía cualidades en él que ni él mismo era capaz de identificar.

—Entonces ¿qué te gustaría pedir? —preguntó un muy educado Kai, como si Kyungsoo no supiese que es incluso capaz de comer alas de pollo con los pies.

—Sesos —respondió, monótono.

Kai se echó a reír estruendosamente y Kyungsoo se desconcertó porque sinceramente no hallaba el chiste.

—Eso no está en el menú, Dr. D.O.

—Podemos incluirlo —sugirió—. Pueden ser los tuyos.

Y Kyungsoo realmente esperaba que con aquello Kai le declara la guerra y salieran de aquel lugar rumbo a cualquier terreno baldío a disputarse el honor y esas cosas, pero no, Kai era todo sonrisas y respuestas en las que dejaba muy en claro que su humor negro para él era tan rosa como la ropa interior de Baekhyun, esa que curiosamente solía amanecer en el piso de la habitación de Chanyeol.

—Yo voy a ordenar pollo.

—No sé por qué no me extraña.

—¿Perdón?

—Nada —resopló, rodando los ojos—. Yo quiero pasta.

Kai asintió sonriente, y luego miró la carta de jugos.

—¿Quieres de beber algo ácido o dulce?

—Dulce

—¿En serio? —preguntó incrédulo. Kyungsoo enarcó una ceja en alto—. Es que, uh, pensé que te gustaban las cosas ácidas. A mí me gustan las cosas ácidas.

Kyungsoo ya lo sabía, no era como si Kai no agotara sus días tomando limonada, juego de parchita, jugo de mora con media de azúcar, uh para nada.

En cambio Kyungsoo era más dado a los dulces, aunque no lo aparentaba. De hecho, él gozaba mucho de la repostería porque todo villano tiene su truco bajo la manga. Sus dulces siempre quedaban en el punto, aunque debía admitir que los que cocinaba Sehun quedaban un poco mejores que los suyos. Pero de nuevo, no admitiría eso en voz alta.