John Mayers

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El día en el que pensaba suicidarme era el día en el que Daniel Day me secuestró y me llevó a su mansión con todas sus Conejitas como si fuera Play Boy.
En el puente solitario por donde pasó,  pensaba en pegarme un tiro o colgarme de un árbol.  Tan solo un llanto de una persona. Mi madre, mis amantes y mi mujer se llevarían un 25% de mi dinero cada una. El día anterior ya hice mi testamento por si a caso.
Si me echaba para atrás en lo de pegarme un tiro o colgarme de un árbol, optaría por tirarme en la rotonda y que me llevase algún coche o simplemente el tranvía.
Daniel siempre me observaba y no sé cómo adivinó que aquel día iba a dejar este mundo.
Llevaba dos semanas en su mansión y un día fui a su habitación y me lo encontré con sus Conejitas haciendo una orgia.
-Perdone.
-No pasa nada, pasa. Nos conocemos todos lo suficiente. ¿Qué querías?
-Quería preguntarle.
-Tutéame.
-¿Cómo sabías que el día que me trajiste aquí me iba a suicidar?
-Te voy a decir dos palabras. Sexo y puyas.  Tan sólo eso gran amigo.
-¿Pero por qué? ¿Qué tenia yo? Yo tenía una mujer.
-Y demasiadas amantes como para llenar mi piscina.
-Tantas no.
-Tú querías tener esta vida. Deberías agracermelo.
-Te lo agradezco, pero quiero volver a mi vida.
-Imposible.
-¿Por qué?
Me enseñó un video de las noticias nacionales. Una persona muy parecida a mí estaba colgada de un árbol en el puente. Cómo yo había planeado. Estaba muerto y si me veían encarcelarian a Daniel por secuestro y detención de menores para exponer su cuerpo a otros.
-Sí quieres volver a tu vida tendrás que secuestrar a tu mujer y a tus amantes y hacer con ellas los que quieras, pero no te podrán ver. Sólo te escucharán pero con una voz distorsionada. También sé que te ibas a suicidar porque tu empresa había cerrado después de encontrarse a dos secretarias con su rollo bollo y un empleado tuyo con una clienta en la mesa del despacho.
Me quedé sorprendido al escuchar que lo sabía todo sobre mí. Daniel ya no podía salir de mi vida.
Por las noche estaba con una mujer diferente.
Una vez por la noche me tocó a Caperucita Roja y yo era el lobo. Pero en vez de que to me la comiera, ella me la comía. Me lo pasaba bien pero no era lo mismo.
Al lado mio había un achica en prácticas que la forzaban a hacer cosas pero ella gritaba y lloraba con desesperación. Una noche llegó un hombre a la habitación de al lado. Sólo se escuchaban gemidos y golpes en la pared de la chica. Estuve investigando y se trataba de Jessica Parker una de las hijas de un escritor muy famoso. Por la tele salió que Jessica había muerto de sobredosis en casa de su novio. Culparon a su novio de drogas y ahora estaba en la cárcel. Eso me recordó a mis momentos en la cárcel.
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Un día al despertarme me encontré una carta de mi mujer, que ella había puesto en mi lápida.

En sus ojos veo la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora