Capítulo 3

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La fiesta terminó en un domingo lastimoso para mí. El dolor de cabeza no cesaba y mientras caminaba para darme un baño mis piernas parecían gritar que vuelva a la cama. El espejo reflejaba mis notorias ojeras, y mi cabello hecho un gran desastre. Abrí el cajón que se encontraba abajo del lavabo y busqué un par de pastillas. Llené un vaso con agua y las tragué.

Mientras mi cuerpo se relajaba con el contacto del agua cubierta de sales, mi mente trataba de reconstruir la noche anterior. Había bebido demasiado y tenía muchos recuerdos en negro, como si me hubieran hipnotizado por horas. Me había perdido, eso sí recordaba bien. Cerré mis ojos y eche para atrás mi cabeza.

-Jay.- musité sin tener control de mis palabras. Mis ojos se abrieron de par en par al recordar su perfecta cara cerca de la mía. Aquel misterioso chico se llamaba Jay. Una de mis dudas se aclaró al recordar eso.

Al salir de la bañera envolví mi cuerpo en una toalla,  y lo mismo hice en mi cabeza. Tantee mi cama, buscando mi teléfono para tener noción del horario. Me vestí y baje hacia la cocina, buscando algo para comer. Una nota yacía en la mesa del comedor.

Cariño, tu padre y yo regresaremos en unas horas. Hay comida en la nevera. Te amamos.

Supuse que podría invitar a Elena a pasar la tarde, o simplemente ir a caminar, o a algún parque cercano. Mis dedos teclearon rápidamente un mensaje.

Buen díaaaa! ¿Ocupada hoy?

Mientras comía un poco de ensalada, el sonido de mi teléfono resonó en la cocina.

Buenas tardes querrás decir. Tengo que terminar un ensayo para química :(.

Apenas leí eso descarté la opción de invitarla. Subí y arreglé mi rostro deplorable con un poco de maquillaje, y até mi cabello en un rodete alto. Tomé mi campera que estaba colgada en una silla, y salí. Mientras caminaba yendo para el parque me detuve en una pastelería. Ordené un café y un cupcake para llevar, y seguí mi camino. Al llegar me recosté en el césped, mientras terminaba lo que había comprado. Coloqué mis brazos detrás de la cabeza y cerré mis ojos. Se sentía tan bien el viento y el calor que generaba el pequeño sol que había, los pájaros cantando y la risa de los niños jugando.

-Oliva, no?- Escuche una voz masculina proveniente de…..¿De dónde provenía? Abrí mis ojos de repente y sobresaltada me senté. Mire para mi costado, nada. Mire para atrás, tampoco.

-Aquí.- Volví a escuchar aquella voz con tono gracioso. Un par de risas venían de arriba del árbol. Levante la cabeza para encontrarme al chico de la fiesta, sentado en una de las ramas más altas del árbol.

-Hola- logré pronunciar en un tono bajo. El levantó una ceja, y sonrió medianamente. Los ruidos de las ramas se hacían más cercanos, hasta que de un salto, él se encontraba sentado frente a mí. Evité su mirada y agaché mi cabeza. Odiaba esto, odiaba tener que relacionarme con chicos, me avergonzaba mucho y entraba en crisis cada vez que alguno hablaba conmigo.

-¿Te sientes bien?- me preguntó mientras observaba mi nerviosismo.

-Sí, lo siento. Me asustaste, eso es todo.- Sonreí y me coloqué la campera, había refrescado notablemente. –Debería irme, está oscureciendo y vine caminando.-

- Te alcanzo, mi auto está estacionado a una cuadra de aquí.- Jay dijo mientras se ponía de pie y acomodaba uno de sus rulos que caía sobre su nariz. Junté mis cosas y le agradecí. Estaba casi oscuro, y para ser sincera, no me agradaba caminar en esas condiciones.

Caminamos exactamente una cuadra cuando llegamos a su vehículo. Era de un color gris oscuro, y muy moderno. Me acomodé en el asiento de adelante, y crucé mis piernas esperando a que él se suba. Al prender el motor, el audio comenzó a sonar con música que no había escuchado nunca. Mi cara de disgusto era tan eminente que bajó el volumen.

Beastly (Jay McGuiness fanfic)Where stories live. Discover now