Capítulo 7

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El asiento de su auto era bastante cómodo, al igual que el sofá de cuero que poseía mi abuela. La música comenzó a sonar fuerte una vez que Jay encendió el motor.

-¿A dónde iremos?- pregunté, observándolo manejar.

-A un lugar.- contestó sin desviar su mirada. Cerré mi boca, no quería molestarlo con mis preguntas tontas.

Al pasar unos minutos, estacionamos frente a una casa enorme. Era de color blanco, y tenía alrededor de seis ventanas frontales. La puerta principal era de madera, y delante de esta había dos columnas largas, que sostenían parte del tejado. Estaba rodeada de árboles y flores de muchos colores, era perfecta.

 Bajé del vehículo luego de Jay y lo seguí hasta la puerta. Él tocó el timbre y un hombre de unos cuarenta años aproximadamente le abrió. Su aspecto era similar al de Jay, salvo que él tenía cabello corto, sin rulos.

-Hey, ¿Cómo estás?- preguntó aquel hombre mientras abrazaba a Jay, golpeando suavemente su espalda.

-Bien, vine a buscar un par de cosas que dejé la vez pasada.- dijo Jay, con un tono seco, intentando sonar simpático. Mire hacia abajo, incomoda porque no me había presentado. Aquel hombre, al verme, sonrió y se acercó hacia mí.

-Kevin, un gusto.- extendió su mano esperando mi saludo.

-Olivia.-

-No sabía que Jay tenía novia. Debió ser difícil encontrar una chica como tú que soporte su humor y sus problemas.- Dijo e inmediatamente lo corregí.

-No soy su novia, solo soy una amiga.- o eso creía yo…

Kevin me invitó a entrar a la casa y no pude quedar más impresionada. Era semejante a una mansión, repleta de muebles antiguos y pinturas de gran valor. En la sala de estar había sillones, también adecuados al estilo de la casa. Tímidamente me senté en uno de ellos y él copió mi acción.  Comenzamos a conversar, él era un hombre realmente agradable, y completamente diferente a Jay. Le encantaba hablar de sus estudios, y de cómo había conseguido el trabajo para una empresa muy famosa en Oakland. Le resumí un poco mi historia, que a comparación de la suya, era todo menos interesante. Nuestra conversación se detuvo cuando escuchamos ruidos  provenientes del piso de arriba, y la voz de Jay maldiciendo extremadamente fuerte. Kevin dirigió su mirada a mi rostro, el cual expresaba incomodidad.

-¿Puedo decirte algo?.- se acercó a mí, como si fuera a contarme un secreto. –Por favor, ten cuidado. Yo sé que mi sobrino puede ser tranquilo la mayoría de las veces, pero por favor...- La voz de Jay interrumpió la conversación. Su rostro lleno de confusión era notable.  Me alejé rápidamente de Kevin, sin decir una palabra.

-Vuelve cuando quieras.- gritó el hombre, que al parecer era el tío de Jay mientras él se subía al auto.- Un gusto conocerte Olivia.-concluyó y le dediqué una sonrisa a través de la ventana.

El vehículo comenzó a moverse, y ninguno de los dos dijo nada las primeras calles. El silencio provocaba que el tiempo transcurra lentamente.

-¿Qué te dijo?- Preguntó Jay, con un tono autoritario.

-Nada, hablamos de la vida, en general.- contesté evitando las preguntas. No sabía si decirle la verdad, capaz me metía en problemas, y no quería eso. Me callé y Jay susurró algo que no logre entender.

-hazme un favor…toma de aquella bolsa, lo que hay adentro, y colócalo dentro de este bolso.- dijo mientras me señalaba una bolsa que estaba en el suelo, debajo de mi asiento. Al abrirla me encontré con pequeños paquetes de droga. Mis ojos se abrieron de par en par.

-¿Qué es?- Inquirí acerca de aquellos paquetes.

-Cocaína.-

-¿Para quién?- pregunté y sentí como era una molestia para él cuando vi la expresión en su rostro.

-Para Marko y otras personas, necesito dinero.-

Sin decir una palabra, coloqué aquella droga en el bolso que Jay me había alcanzado. Nunca había visto tanta cocaína en mi vida entera, podría decir que había más de 50 paquetes allí dentro. Cuando terminé, guardé el bolso debajo de mi asiento y Jay suspiró aliviado. El vehículo se había desviado del destino, y ya no se dirigía hacia mi hogar. No pregunté a dónde íbamos, solo para no saturar a Jay con mis preguntas, y para evitar que me arroje del coche. Me intrigaba mucho su cambio de humor, a la mañana era otra persona, totalmente distinta, y luego, se convirtió en una persona malhumorada y distante.

-Finalmente.- escuché a Marko desde el auto. Nos detuvimos en un lugar desolado, afuera de la ciudad. Lo único que veía eran construcciones abandonadas, césped, arboles, y ni una señal de vida. Parecía un lugar de película de terror. Observé atentamente a Jay y a las personas que lo acompañaban. Eran los mismos de la escuela, y de la fiesta, salvo uno que no había visto nunca. Era alto y rubio, con muchos tatuajes. Daba miedo hasta mirarlo.

-¿Los tienes?- preguntó aquel chico sobre los paquetes de cocaína. Jay asintió y le alcanzó el bolso.

-Will, necesito el dinero.- Comentó Jay, revelando el nombre.

Marko volvió al encuentro de los demás con una especie de maleta. Will volteó y observó el coche en donde estaba. Su mirada hizo que mi cuerpo temblara, era muy… misteriosa y malvada. La conversación ahora cambio, y el tema de esta era yo. Jay me miró y siguió hablando con ellos, negando con la cabeza, mientras los demás reían. Me sentía insegura, y quería saber que era lo que discutían.

-¿Dices que te ayudo? La necesitamos.- Gritó Jake y los demás volvieron a asentir.

Prosiguieron su conversación unos minutos más, hasta que Jay se despidió del grupo y volvió al vehículo. Al sentarse, apoyó la maleta en sus piernas y la abrió. Contenía mucho dinero, capaz 10.000 dólares, un poco menos.

-Wow.- musité asombrada. Jay no mostró interés, y guardo aquello debajo de su asiento, cuidándolo muy bien.

-Espero que sepas lo que tienes que hacer.- dijo mirándome fijamente. Asentí, debía guardar aquel secreto. Ya me sentía parte de su grupo mafioso al callarme todos estos negocios.

-Muy bien.- terminó la conversación y se dedicó a manejar hacia mi casa.

Cuando llegamos a mi casa, el auto se detuvo y el aire se llenó de tensión. Ninguno de los dos emitía palabra alguna, ni tampoco sabía que decir.

-Bueno…- comencé diciendo y Jay me observó.- Gracias por traerme, y por anoche.- concluí dedicándole una suave sonrisa, pero cuando atiné a bajar y tocar el suelo con mis pies, su mano tomó mi brazo y arrastró mi cuerpo nuevamente al vehículo. Nuestros rostros quedaron a pocos centímetros de distancia, y podía sentir como su respiración chocaba contra mi mejilla. Finalmente supe cómo se sentía estar tan cerca de él, como se sentían aquellas sensaciones en mi estómago cosas que no había podido hacer bajo el efecto del éxtasis. De repente, cuando pensé que sus labios iban tener contacto con los míos, su boca se desvió y se acercó a mi oído.

-Nos vemos luego.- dijo en casi un susurro el cual me pareció demasiado sexy, y besó lentamente mi mejilla colorada. 

Beastly (Jay McGuiness fanfic)Where stories live. Discover now