{ocho}

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Normalmente, si alguien que queres mucho te propone algo bueno, vos lo haces, porque se supone que queres a esa persona. Pero yo no estaba tan segura, ¿lo quería a Ramiro? ¿lo amaba? ¿estaba enamorada de él? No sabía, era todo tan raro...

Sin embargo, acá estamos. Sentados a la orilla del río mirando como se mueve el agua. Yo con el uniforme del colegio, y el con su camisita celeste y sus chupines negros. 

-¿Qué pasó, por qué me llamaste? -me preguntó mi "hermano"

-Porque Martin me empezó a joder, y bueno nada, iba a explotar enserio. No sé, todavía no puedo superarlo, lo quiero. 

-¿Lo queres? Pensaba que después de todo... no sé... se te iba a ir el cariño. -me dijo.

-Pasa que el cariño no se va de un día para el otro, Rama. Me lastimó, sí, pero mi corazón trata de buscarle una explicación no hiriente a lo que me hizo. Aunque yo ya asumí que es inútil que lo haga, porque ya me lastimó muchísimo. 

-¿Sabes, enana? Desde un principio supe que ese pibe no era para vos, ¿te digo como? 

-A ver, decime...

-Por como se viste, no es tu tipo. Y cuando habla, menos. -yo me reí.

-A ver, y vos que sabes taaaanto de mi y de lo que me gusta. ¿Cuál sería mi tipo de chico? -le pregunté.

-No sé, más cancheritos en su forma de vestir. Más tranquilos cuando hablan, no tan brutos. Tiernos. ¡Qué se yo! Yo quiero ser tu tipo, pero creo que estoy lejos de serlo. 

-No te creas... -susurré, esperando que no lo haya escuchado. 

-¿Cómo? -dijo, mientras poco a poco sus labios iban mostrando una sonrisa. 

-Nada, prefiero no repetirlo así no te confundís.

-No entiendo por que no queres tener nada conmigo si sabes que te amo. 

-Te lo dije mil veces y si es necesario te lo voy a repetir unas mil más, no les puedo hacer eso a nuestros papás. No los voy a decepcionar. 

-¡Pero nos amamos!

-¡No! ¡Vos me amas a mi, yo no te amo a vos! -le grité. Sentía que mi corazón se rompía de a poco. Era mentira, si lo amaba. Pero ¿cómo decirle que no? Tenía que lastimarlo y hacer que me odiara, de otra forma seguiría insistiendo y yo terminaría cediendo ante sus pedidos. 

-Nos vamos a casa. -me dijo serio y con los ojos llenos de lágrimas. 

-Perdón... -susurré. Se rió sarcásticamente y negó con la cabeza. Me odiaba. 

Y me lo merecía. 

Me salvaste [ramiro nayar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora