03

661 86 9
                                    

—Ah, ¿Elsa? —se oyó la voz de Rapunzel al otro lado de la puerta.

La rubia platinada, que se encontraba con una camisita algo corta de tiritas negra y un pantalón ancho negro y descalza, caminó hasta la puerta, recogiendo su cabello en un rollete.

—¿Sí? —comentó al abrir la puerta.

—Eh... ah... yo —Rapunzel se quedó sin palabras.

—¿Tú...?

—Ahm, me preguntaba si necesitabas ayuda.

—Ah, eso... —la platinada se acomodó el mechón de cabello que caía en su rostro— No, pero gracias.

—Eh... ¿y tienes sed?

—Pues, claro —sonrió ella abanicándose la cara con la mano.

—Eh, déjame traerte algo.

La platinada sonrió y cerró la puerta al salir.

Fue a la habitación de su hermano y tocó la puerta.

—Eh, Jack —dijo ella.

Al instante, el peliblanco abrió la puerta, estaba sin camisa.

—Dime, Elsa.

—Tengo mucho calor —se quejó empujando a su hermano y entrando a la habitación de él.

—Jum —el peliblanco observó a su hermana— El castaño me dijo que había una pileta aquí.

—¡¿En serio?! ¡Gracias a Dios! —dijo ella abanicándose la cara otra vez.

—Elsa, estás muy neurótica.

—Bah.

—¿En serio tenemos que hacer esto?

—Sí —dijo ella— Se lo prometimos a papá.

—Elsa —se oyó la voz de Rapunzel— Te traje tu agua.

—Gracias —la platinada sonrió y tomó el vaso de agua.

El peliblanco enarcó una ceja pícaro a su hermana cuando la castaña se fue.

—Buh, cállate —dijo ella y lo empujó saliendo de allí.

N/A: ¡Holaaaaa! ¿Qué tal? Las quiero, bai.

Cuando el amor llama [Hijack+Punzelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora