CAPÍTULO 1 - SAM... DE SAMANTHA

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Hoy empieza un nuevo curso, otro año más en el instituto Hodox. Mamá está entusiasmada, ya que este año me gradúo. Mi hermano pequeño también está muy feliz, pero por perderme de vista. Papá... bueno, él sigue trabajando mucho para que nosotros podamos tener la mejor educación. Tengo preparada la maleta desde hace ya una semana, me gusta tener planificadas las cosas y tener muy claro qué hacer en cada momento. Mi objetivo este año es graduarme con matrícula de honor, aunque nunca pensé que este sería un año tan... complicado (¿?) estresante (¿?) pero sobretodo lleno de risa y sorpresas.

Estoy terminándome de vestir cuando llaman a la puerta.

- Cariño, tienes que bajar ya, el autobús del instituto te está esperando. - dijo mi madre cargando mi maleta.

- Ya bajo mamá. - terminé de atarme las vans y salí por la puerta, encontrándome a un hermanito bastante sonriente, demasiado. - Ya sé que te alegras de que me vaya, pero no es necesario que lo sepa todo el mundo.

- No es por eso Sam. - y rió de forma maléfica, eso sólo puede significar una cosa... oh dios, otra vez no, broma de despedida. ¿Qué me tenía preparado esta vez? Este niño nunca se cansa de jugármela.

- No tengo tiempo para esto, el autobús me espera. Adiós hermanito, sé bueno. - mientras digo esto voy bajando las escaleras y de repente, me caí rodando. Mi hermano se reía desde la planta de arriba y yo no podía evitar maldecir. -Mamá, mira lo que me hizo Trevor.

- Trevor, deja en paz a tu hermana, ¿pero qué? Oh dios mío, jovencito ven aquí ahora mismo. - mi hermano, muy listo él, se escurrió por la barandilla hasta el suelo. - El arreglo de la escalera lo vas a pagar tú. - dijo mi madre señalándolo con el dedo. No entendí muy bien a qué se refería hasta que lo vi. Mi hermano había descolado los peldaños de la escalera, esta vez se había pasado tres pueblos.

- Adiós familia los echaré de menos. - me despedí de mis padres y de ese pequeño demonio para salir de la casa y dirigirme al autobús. Subí y busqué un asiento vacío por todas partes. No era muy de hablar con la gente y hacer amigos, por lo que no había NADIE que me hubiese guardado un asiento. Me dirigí al fondo y me senté en la última silla junto a la ventana. El autobús arrancó, la gente no paraba de hablar y sabía que el camino sería muy largo. Saqué mi móvil y los audífonos y puse la música en modo aleatorio. Poco a poco el traqueteo del autobús hizo que me sumiera en un sueño, del cual un idiota se propuso en impedir. Notaba como movía sus labios, pero yo no podía escuchar nada, obvio, llevaba los audífonos y el muy idiota no pareció haberse dado cuenta.

- Perdona, ¿qué decías? - le pregunté quitándome los audífonos de los oídos.

- Decía... que estás en mi asiento. - se cruzó de brazos y yo achiqué los ojos. Estaba acostumbrada a este tipo de gente, y no iba a conseguir que me pasara por encima.

- No veo tu nombre por ningún lado, además llegué primero. - le dije encarándolo. Al parecer se quedó incrédulo, ya que no supo que contestar hasta que llegó una chica teñida de rubio platino.

- ¿Quién es esta que está en tu asiento? - dijo la media neurona.

- Mi nombre es Sam, y este es mi asiento a partir de ahora, así que aire. - la media neurona se me quedó mirando con la boca abierta y el chico frunció el ceño, cogió de la mano a la teñida y se sentó en los asientos del otro lateral. La verdad es que no esperaba que fuera tan fácil. Aunque no sabía que ese trato hacia ellos, iba a tener tantas repercusiones. Al cabo de dos horas llegamos al instituto, todo el mundo bajaba corriendo del autobús en busca de sus maletas. Cuando estábamos todos listos, el director Rob nos dio la bienvenida, indicando las listas de los compañeros de apartamento. Todos fueron corriendo cual estampida hacia los tablones de anuncios, mientras que yo iba tranquilamente cual tortuga, haciendo tiempo hasta que esa multitudinaria masa de hormonas se disipara. Cuando llegué, sólo habían unas pocas personas confirmando datos. Me acerqué a las listas y me sorprendió no verme en ninguna de ellas. Fui a secretaría a enmendar este tremendo error, ya que llevo matriculada aquí tres años.

- Hola Ana, verás, no estoy en las listas. - le dije a la adorable mujer.

- Sam querida, eso no es posible, yo misma fui la que selló tu matrícula. - me dijo un poco confundida.

- Debe ser un pequeño error. - dije intentando animarla, al parecer ella estaba peor que yo.

- Miraré en el ordenador a ver si he impreso mal las listas. - dijo con una pequeña risa nerviosa. Esperé y esperé, Ana seguía leyendo una y otra vez las listas en busca de mi nombre. - Cariño, no apareces en las listas.

- Pero... eso no es posible, ¿no? - le pregunté un tanto alarmada, ¿dónde dormiría?

- Déjame comprobar una cosa antes de nada. - vi que volvió a poner su atención al ordenador y a los pocos segundos, su boca hizo una enorme "O".

- ¿Qué ocurre? - pregunté ya con los nervios por las nubes.

- Me van a despedir... me van a despedir. - no paraba de repetir.

- Quieres decirme por el amor de Dios, qué es lo que ocurre. - grité, no pude evitarlo. Ana tenía una cara de espanto y yo me esperaba lo peor. Me han echado.

- Juro que ha sido un fallo administrativo. - enarqué una ceja y prosiguió. - T-te he mat-t-triculado como a un... chico. - esto último lo dijo en un susurro y yo abrí mis ojos como platos. No podía ser verdad, ¿cómo un chico? Por Dios, pero si Sam es nombre de chica.

- Ana, sabes que me llamo Sam... de Samantha. - dije intentando calmarme, habíamos encontrado el problema, ahora había que encontrar una solución.

- Lo sé, pero es que... en el formulario de la matrícula, pusiste Sam en lugar de Samantha y... te confundí con un chico. - encima había sido mi culpa... madre mía, debo ir a hablar con el director YA. Salí corriendo de secretaría sin despedirme, no podía perder el tiempo, necesitaba una habitación y prepararlo todo, ya que mañana empiezan las clases. No me puedo creer que esto me pase a mí, pero si soy buena, no me meto con nadie, no me vengo de mi hermano, por el amor de Dios, si soy un maldito ángel. Toqué la puerta de Rob, el director, y éste me abrió con gusto.

- Pasa Sam, ¿qué ocurre? ¿por qué no has llevado aun tu maleta a la habitación? - preguntó mientras se sentaba en su gran silla de piel.

- Pues... debido a un fallo administrativo, estoy matriculada como un chico. - de repente el director empezó a abrir cada vez más los ojos. - ¿Estás bien? - le pregunté.

- Estamos completos, este año no han sobrado habitaciones. - dijo llevándose las manos a la cabeza.

- Eso quiere decir...

- Que estarás con los chicos. - dijo negando con la cabeza. Estaba flipando, literalmente.

- Pero está prohibido, una de las normas es no compartir piso con el sexo opuesto. - me defiendo, tengo que usar las pocas armas que tengo si quiero ganar esta batalla.

- ¿Quieres volver a casa? - me preguntó el director bastante apenado.

- ¿Qué? No, claro que no. - me crucé de brazos.

Entonces acompáñame, te presentaré a tus compañeros depiso. - dijo abriendo la puerta de su despacho e indicándome con la cabeza quesaliera.




Espero que os haya gustado, por favor votad y comentad :) muchos besos

El super héroe de SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora