CAPÍTULO 2 - TORSOS DESNUDOS Y ADVERTENCIAS

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Nunca había entrado en el edificio de los chicos. El director me guió por unas escaleras, y después por unos pasillos hasta llegar a una puerta de madera. Tocó con el nudillo tres veces y la puerta se abrió, dejando ver a un chico soñoliento y sin camiseta, ¿¿¡¡SIN CAMISETA??!! Vale... definitivamente es mejor que en las películas. ¿Pero qué estoy diciendo? Sam, por favor, céntrate.

- Hola director. - dijo el chico y se giró hacia mí. - Hola...

- Sam, soy Sam. - le dije con una media sonrisa en los labios, él me devolvió una sonrisa completa.

- Yo soy Nick. - sin comerlo ni beberlo, me coge la mano y deposita un beso en ella. Los calores me empiezan a subir, debo estar más roja que el culo de Anastasia Steel en cincuenta...

- Ya tendrán tiempo para las presentaciones. - el director interrumpió ese mágico momento en el que yo estaba planeando mi futuro junto a este Dios del Olimpo. - Nick, debido a unos errores administrativos, y a que no hay habitaciones libres en el ala de las chicas... Sam tendrá que quedarse aquí y compartir piso con vosotros. - Nick abrió unos ojos como platos y se me quedó mirando por largo rato, hasta que el director volvió a interrumpir. - Espero que la tratéis bien y tengáis en cuenta que ahora hay una señorita entre ustedes. - Nick asintió y el director se fue no sin antes despedirse. Yo estaba atónita y roja como un tomate. El chico frente a mí, me sonreía de una manera muy... familiar. Movió una mano delante de mí y reaccioné.

- Perdona, lamento mucho el malentendido, prometo no molestar. - le dije, un poco asustada.

- Oh no, tranquila, de nosotros al único al que debes temer es a Damon. - dicho esto se hizo una cruz gigante en el pecho con sus brazos. No pude evitar reírme ante tal idiotez. Entré en el apartamento junto con mi maleta y Nick me enseñó lo que a partir de ahora iba a ser mi dormitorio. Estaba bastante bien, al igual que los de las chicas. Tenía una cama, un armario, un escritorio y una estantería. Perfecto. Sonreí agradeciéndole y se marchó. Dejé la maleta encima de la cama y la abrí para sacar mis cosas. Oí que la puerta principal se abría y se cerraba, por lo que supuse que alguno de los chicos había llegado. Seguí guardando mi ropa en el armario y escuché unas voces.

- Tío en serio, tendrías que haberla visto, la muy... arhg, no sé ni que adjetivo ponerle... me ha quitado mi asiento en el autobús y le ha plantado cara a Lola. Esa chica no sabe... - otra voz lo interrumpió.

- ¿Quieres calmarte? Tengo algo que contarte. - ese era Nick.

- No, no puedo calmarme, le van a hacer la vida imposible a esa chica. Me molestó que me quitara mi asiento, pero en serio, me da pena por lo que le van a hacer pasar esas... niñatas mimadas. - dijo esto último gritando. ¿Quién era ese chico? Obviamente estaba en mi habitación, con la oreja pegada a la puerta cual espía ruso. Las voces cesaron y me separé de la puerta para seguir a lo mío. Escuché que seguían hablando, pero decidí no cotillear más, por hoy ya había cubierto mi cupo. Salí de la habitación y lo primero que hice fue chocarme con un cuerpo rígido y... desnudo. ¿¿¡¡DESNUDO??!! Bueno... desnudo no, sólo el torso.

- Emm... lo siento no te había... - el chico se giró para verme y ¡pum! Era él, el idiota del autobús. ¿Esto era una broma? En serio Karma, te luces conmigo.

- Tú... ¡NICK! - gritó el muy descerebrado. - ¿Por qué has traído a una chica? Sabes que está prohibido, y encima a ella, esta es la chica de la que te he hablado. - oh por dios, pues claro, cuando los escuché hablar, ni si quiera se me pasó por la cabeza.

- Era lo que te quería explicar, pero no me has dejado. - dijo Nick mientras salía de su habitación. - Espera, ¿es ella? - dijo incrédulo y con los ojos como platos.

- Sí... - dijo el idiota con un tono de fastidio.

- Pues yo de ti, me acostumbraría a ella, es nuestra compañera de piso. - dijo Nick acercándose a mí y pasando una brazo por mis hombros.

- ¿¿¡¡QUÉ??!! - gritó el idiota.

- Lo que has oído Damon, debes ser simpático con ella, y protegerla, ahora es una de los nuestros. - ¿Este era Damon? Bueno... es idiota, pero me lo esperaba peor.

- Está bien... - resopló. - Soy Damon, ¿tú eras...? - tampoco había pasado tanto tiempo como para que no se acordara del nombre de la persona que había cometido la "atrocidad" de quitarle su asiento.

- Sam, soy Sam. - asintió y se dio media vuelta, yendo supongo que a su habitación.

- Tranquila, es así con todo el mundo, pero en el fondo es un buen amigo. - asentí un tanto insegura. No era nadie para juzgar, pero Damon debería tatuarse en la frente la palabra IDIOTA. - ¿Ya has terminado de desempacar? - me preguntó Nick.

- Sí, sólo me falta preparar las cosas para mañana. - le dediqué una sonrisa y me volví a mi habitación. La verdad es que de momento no se estaba tan mal aquí. Llevaba como una hora y media y todavía no se había incendiado nada. Pensé que los departamentos de los chicos estarían llenos de basura, de malos olores y de calzoncillos por el suelo... sorprendentemente no era así, todo estaba muy limpio, y olía bastante bien. Me acerqué al escritorio y tomé los libros de este año para darles un pequeño repaso. Me encantaba hacer eso antes de empezar, saber lo que iba a dar y prepararme mentalmente. Me preparé la agenda con el horario y me puse a preparar el carpesano, oigo como tocan a la puerta y sin dudarlo voy y la abro. Sinceramente esperaba que fuera otra persona.

- ¿Quieres algo? - le pregunto al idiota que tengo en frente.

- Sí. - me hace a un lado y entra en mi habitación.

- Tranquilo, puedes pasar. - digo irónica. Damon se sienta en el borde de mi cama y yo me quedo de pie a unos cuantos pasos de él.

- He venido a advertirte. - enarco una ceja y la risa no tarda en salir de mis labios.

- ¿Me estás amenazando? Y yo que pensaba que nos llevaríamos bien. - digo sarcástica a lo que él me mira mal.

- No te estoy amenazando, sólo advirtiendo de que la chica de esta mañana... te intentará hacer la vida imposible, y por lo que veo tú no te callas. Así que... no creo poder controlar siempre a Lola y también a ti. - dice tranquilamente.

- No tienes que controlar a nadie, esa idiota teñida no me hará nada. Sé defenderme, no tienes de qué preocuparte. - le digo cruzándome de brazos. Le agradezco de verdad que me haya avisado, pero no me gusta que la gente ponga en duda mi fortaleza o mi paciencia.

- Sólo te digo que tengas cuidado, he visto muchas veces como ella y sus amigas se han dedicado a hundirle la vida a chicas como tú. - dice levantándose para irse. Cuando veo que está por abrir la puerta, le cojo de la mano inconscientemente y le hago girar. Agacha la mirada y ve mi mano agarrando la suya y acto seguido lo suelto.

- ¿Qué quieres decir con "chicas como yo"? - digo haciendo comillas con los dedos.

- Chicas como tú. Inocentes y buenas. - enarco una ceja. Después de lo de esta mañana, no esperaba que me viera como una niña buena.

- ¿Debo sentirme ofendida? - le pregunto.

- Mmm... sólo en el caso de que no te guste ser así. - sale por la puerta y a mí me deja hecha un mar de dudas. No me esperaba ese comentario tan... profundo, y menos viniendo de una persona como él. Aunque a lo mejor lo estoy juzgando sin conocerlo y no me gusta hacer eso. Voy a intentar darle una oportunidad, a lo mejor... no es tan idiota como parece.

El super héroe de SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora