Capítulo8: Te amo.

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Hunter

Noto su suave piel contra mi, su aroma a frutos rojos llena mis fosas nasales y un gemido se escapa de mis labios, mierda. Mi erección empieza a doler, mis piernas se entrelazan con las de ella, tan suaves y largas. Cierro mis ojos con fuerza deseando que el sueño no termine, este sueño tan real, se que es sólo eso, un escenario que crea mi mente al descansar para poder sentirme tranquilo y relajado. Se que cuando despierte odiare abrir los ojos, como cada mañana desde que Lid...

Un suave gemido llega a mis oídos, ese ronroneo sexy, el que siempre hace cuando empieza a despertar. Sus suaves piernas se mueven contra las mías y abro uno de mis ojos para poder ver que pasa en la suave cama que no reconocía. El aire se queda en mis pulmones durante unos segundos asustado incluso de respirar por si ella se desvanece. Su pelo está esparcido por la almohada haciendola ver tan deseable como siempre, me encanta su pelo, largo y con un tono rojizo que me distrae y contrasta con la almohada blanca, mi brazo rodea su abdomen acercandola a mi, presionando mi erección contra su culo.

Los recuerdos de ayer llegan a mi mente, esto es real, ella es real. No se desvanecera ni mucho menos, mis dos ojos se abren observando a la hermosa chica que hay entre mis brazos, aun dormida, con su rostro presionando contra el hueco de mi cuello. Cuando ella despierte va a matarme. Pero a pesar de eso no puedo evitar la sonrisa que crece en mis labios, pensé que no la volvería a abrazar estando los dos desnudos, a sentirla contra mi piel, piel contra piel. Hundo mi rostro en su sedoso pelo, captando el olor a frutas tropicales. Se remueve un poco más y suelta ése ronroneo otra vez, de una forma más seductora que la anterior, joder!

¡He echado de menos ese jodido sonido!

Ella desnuda en la cama, respirando suavemente, mientras mi brazo izquierdo rodea su cintura, acercandola a mi. Teniendo sus suaves piernas entrelazadas junto con las mías. Esto es lo que necesitaba esos días, esto es lo que necesitaba todos esos días cuando no podía dormir. Su aroma a coco es lo que faltaba en mi cama, el tacto de su piel contra la mía. Necesitaba el enmarañado y rojizo pelo de Lidya esparcido por mi almohada. Asi de simple.

Siento como se remueve suavemente y me tenso automáticamente. Cuando despierte estaba completamente muerto, ella no tiene ni idea de que el chico de ayer era yo, o eso creo, porque antes de dormirse susurro mi nombre. Lo cual causó que mi corazón diera un vuelco y mis pulsaciones se dispararan. Se detuvo, y un suave suspiro salió de sus rosados labios. Amo a ésta mujer, aunque ella no se lo crea. Mi mano se deslizó por su sedoso pelo y deje un suave beso en su mejilla. Me acomode a su lado otra vez y cerre mis ojos. Aprovecharia cada segundo con ella. Antes de que se levante y eche mi culo de la cama, como la primera vez. Sonreí ante el recuerdo de esa dulce y amable Lidya, la que me ignoraba y no tenía ninguna opinión absurda sobre mi. La chica que pensaba que los rumores eran rumores y que hacia falta conocer a alguien para poder hablar de él y juzgarlo. Pero aun así, me gustaba la nueva, no había cambiado del todo, la había visto con sus amigos. Los cuales no se como me empezaban a agradar, hace dos años seguramente me hubiese reído si alguien me hubiese dicho que cruzaria todo el país para buscar a una chica de la cual me enamoraria, callendo con fuerza. Que me caerían bien dos chicos que no tenían pinta de haber roto un plato en su vida y una castaña que me agradaba y no para algo sexual. Había cambiado y lo sabía, lo sabía desde que defendí a la pelirroja en el estacionamiento del Instituto delante de dos imbéciles. Pero aquí estaba siendo ayudado por los amigos de Lidya, ella estuvo toda la noche bailando con varios chicos. Sus manos eran jodidamente largas, parecían pulpos, todos ellos. Mis celos cada vez se intensificaban más, pero agradecía a Jack quien se metía entre ellos y bailaba distraiendola. Al estar lo suficientemente borracha me acerqué a ella, baile, la bese y nos dirigimos hacia su apartamento. ¿Lo que me molestaba? Que ella había hecho estos mismos pasos con todos esos idiota. ¿Lo que me alegraba? Que ella sólo me ama a mi y lo sé.

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