Ella no era del tipo de chica de quien todos se enamoran.
Era diferente, pero en el buen sentido.
Nunca usaba maquillaje, ni vestía con las prendas más caras. Prefería quedarse en su casa, antes que salir a alguna fiesta.
No le preocupaba lo que los demás dijesen de ella, pues siempre estaba encerrada en su propio mundo.
Era simple, y yo la quería así.
Mi único deseo era lograr que ella pudiera verse con los mismo ojos con los que la veo yo.