Iniciando

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CAPITULO 1

Caminaba taciturno por los pasillos en busca del algún infractor de las reglas, gozando el temor que causaba y regodeándose del poder que tenía su mano. Aunque ya era tarde y no había demasiados imbéciles que se arriesgaran a desobedecer, sabía que había alguien moviéndose sigilosamente y confianzudo, poniendo a prueba su autoridad por el solo hecho de tener esa maldita capa de invisibilidad. Potter y su insoportable manía de quebrantar las reglas lo hacían más quisquilloso y aun más encantador, aunque ni siquiera en el fondo, el oscuro profesor lo admitiría.

Hacía meses había concluido la gran batalla con el magnífico espectáculo de Potter luchando contra el señor tenebroso y al fin derrotándolo, librándolo a él de la marca; aunque aún se sentía vacio. Potter lo había salvado y protegido de su irremediable destino, dándole una nueva oportunidad para enderezar sus pasos y ahora eso hacia llevar un peso. Le quería, estaba seguro. Las ganas de mandar al demonio todo y reclamarle a Potter porque no lo había dejado morir, eran insufribles. La exasperada voz del Niño-que-vivió retumbaba en su cabeza generando ecos retumbantes, golpeteando sus sentidos de alerta y colerizando la paciencia a límites inimaginables.- Lo salvaré-le había dicho cuando Nagini le había mordido de feroz forma y así lo había cumplido, recordaba perfectamente sus ojos verdes brillando, reteniendo las lágrimas y su mano colocada en su cuello, tratando de ralentizar el sangrado. Ahora ese delicado y tímido toque de sus palmas sonaba lejano. El corazón le latía de forma insegura, y tratando de esquivar todos los sentimientos que se producían al saber lo que el chiquillo generaba en su interior, fue donde seguramente conseguiría ayuda.

Tenía que hablar con el viejo.

Caminaba a grandes zancadas mientras veía como la estatua de la gárgola se movía ligeramente mientras él se acercaba. No hacía falta la contraseña. La escalera empezó a moverse y cuando llego hacia la puerta del director escucho unas voces hablando calmadamente.

-Harry, ya debería ser tiempo saber que lo que hiciste fue correcto.- dijo Albus y Snape se pudo imaginar el brillo en sus ojos.

-Lo sé profesor...-musito el otro con voz cansada-Es que simplemente no entiendo porque esta tan resignado a ignorarme. Hubiera sido mejor que me siga odiando, pero ahora ni siquiera me mira.-

-Deberías conocer más al profesor Snape, Harry, tu más que nadie. La mente de las personas muchas veces funciona de forma retorcida, obviamente nunca terminamos de conocerlos, pero se pueden predecir muchas actitudes que generalmente no se van nunca.- se escuchó una risita- creo que tenemos un invitado más- dijo con voz cantarina el viejo y Severus supo que había sido descubierto. La puerta de roble caoba se abrió mágicamente y Snape pudo ver la cara de espanto de Potter mientras que el mayestático cuadro del Dumbledore tenía una odiosa sonrisita divertida en los labios.

-Potter- dijo siseante- ¿Qué diablos está haciendo aquí?- el cuerpo se movió de manera ágil y rápida y para cuando se escuchó la respuesta del elegido, este ya estaba en el umbral de la puerta.

-Lo siento profesor, necesitaba hablar con el Director y la profesora McGonagall me dio permiso de estar en la oficina el tiempo que sea necesario, pero ya me retiraré- dijo de forma monótona, mecánica y, para el corazón de Severus, fría. –Buenas noches- terminó inclinando la cabeza ligeramente hacia el cuadro que colgaba en el centro de la oficina

-No tan rápido Potter- dijo alzando la voz, solo un poco. El aludido se giro sobre sus talones, esperando algún reto y castigo o quizá que le quitaran puntos a su casa, pero Snape había recogido la capa de invisibilidad que había dejado medio tirada sobre el escritorio y se la devolvió, doblándola en el proceso. –No querrá que sus más preciados tesoros terminen... desapareciendo- el tono con la que se dirigió fue tan sensualmente calmada que el otro no supo lo que sintió al fijarse en esos finos labios y la piel cetrina que poseía el mayor. -Retírese antes de que su suerte cambie- el otro no lo pensó dos veces.

-Deberías ser menos pretencioso con él, Severus- apretó sus labios en una fina línea, tratando de no lanzarle un hechizo al óleo.

-Tú deberías dejar de hablar con el mocoso sobre mí, Albus. ¿Qué demonios significó eso de la mente retorcida? ¿Acaso crees que soy un maldito sentimentalista? Porque Potter haya hecho algunas insignificantes cosas por mí, no significa que vaya a cambiar mi actitud con él- dijo tratando de sonar calmado y fallando de forma olímpica.

- Harry te curó, salvó, escondió y protegió. Eso no es insignificante y déjame decirte, querido amigo, que ya cambiaste tu actitud para con él. Ni siquiera le demuestras que te importa o al menos que estas agradecido por lo que hizo.-

-No debería haberme salvado, él no tenía la obligación.- dijo Snape con tono duro

-Has sido lo más cercano al amor que ha tenido Severus...- dio un respingo cuando escuchó la palabra "amor"

-¿Cómo...?- intentó preguntar

-¿Cómo es que te ama?- el otro negó fervientemente, no quería saber eso. –Ah, sí ya se. ¿Cómo te salvó? Bueno, podríamos decir que cuando uno siente algo tan fuerte como lo que Harry sintió cuando te vio a un paso de morir, se pueden lograr muchas cosas. Es una maravilla que le haya dicho a la señorita Granger que guardara su Giratiempo para un buen uso... Mira nada más, después de 5 años, ella hizo lo que le pedí al entregárselo a Harry para que pudiera salvarte. Hizo un gran esfuerzo para que nadie lo viera, hubiera sido una catástrofe. – Severus vio a los celestes ojos de Dumbledore, si al menos estuviera vivo, podría pedirle un abrazo.

-No lo entiendo- dijo por fin, entregándose a la confusión-Le he hecho la vida imposible por años y aún así decidió salvarme y limpiar mí nombre en la comunidad mágica- el adusto profesor se sentó resignado en el asiento donde solía hacerlo en sus charlas con el viejo, agachando la cabeza en vergüenza y sosteniendo un suspiro en sus labios. –Quiero arreglarlo Albus, de verdad.-

-Bueno... podrías comenzar, quizá, tratando de estar tiempo con él; no es una tarea difícil, Harry es una persona muy social y comunicativa, le agradará tener compañía además del señor Weasley y la señorita Granger. Más aun una compañía que no lo vea, exactamente, como el salvador del mundo- Dumbledore tenía las yemas de las manos juntas en forma de pirámide, pensativo.

-Es difícil- el viejo lo miró significativamente

-¿Por qué?-

-Porque el salvó mi mundo en el momento que piso Hogwarts hace 9 años atrás-


Continuará...

Infinito amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora