CHAPTER 3

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Narra Denise.

Siempre hacia lo mismo, siempre me hería las muñecas, solo para que mi cabeza se centre en un dolor físico y no psicológico.

Me quité la tela que Christopher me puso en la muñeca, y veía como gotitas iban cayendo, si nadie venia a buscarme iba a morir desangrada.

En ese tiempo pensé, ¿y si mis padres se enteraron de que me hago rajas en la muñeca y por eso contrataron a un guardaespaldas?

No, no puede ser, tiene que ser una broma, mis padres no se pueden enterar, menos mi padre.

Ahora lo que más deseo en la vida es que nadie me encuentre y morir desangrada.

Poco a poco todo se iba viendo negro y lo que hice fue sonreír, una sonrisa verdadera, no como las otras, esta era una sonrisa satisfecha...

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Narra Christopher

Después de ya sabéis lo que hice con Marta, salí de su habitación y entré despacio en la de Delia.

Mi mirada se volvió oscura.

Estoy asustado.

La vi estaba tirada en el suelo cubierta por sangre que no paraba de salirse de su muñeca gota con gota.

Si no me doy prisa morirá desangrada.

Corrí hacia ella y la cogí en brazos, estaba helada, corrí hacia el salón.

-Marta, ¡llama a una ambulancia! -grité.

-Voy señor.

Pasaron unos segundos y oí a Marta hablar a través del teléfono.

-Hola, ambulancias, vengan rápido, la señorita... está desmayada... calle Phelings, N-8 el 6to piso la puerta A.

Ella colgó la llamada, y vino rápido hacia nosotros.

-¿Quiere que haga algo señor? -dijo ella preocupada.

-No, bueno si sal a la ventana y avísame de cuando venga la ambulancia.

Ella asintió y se retiró.

Después de varios minutos esperando rezando a que Delia este bien y que solo sea un susto a pareció la ambulancia.

-Hagan paso tenemos que llevárnosla, está helada, ¡conectarla a los cables! -gritó uno de los médicos.

-Marta, quédate aquí y cuida la casa, volveré en cuanto Delia despierte. Cuídate.

Subí a mi coche y arranqué a toda velocidad por las calles de California, estaba asustado, aterrado, furioso, y tenía un sentimiento de preocupación en el fondo, muy en el fondo de mi corazón.

Varios minutos después.

Llegue al hospital y le pregunte a la que estaba detrás del mostrador, por Delia Miller.

-Habitación 365, 3er piso, pero señor a no ser que sea alguien de su familia dudo que lo dejen entrar.

-Gracias -le dije con desdén.

Corrí por las escaleras, no tenia paciencia para esperar al ascensor.

Cuando llegué al tercer piso, estaba perfectamente, debido a que mi rendimiento físico está en perfecto estado.

Busqué la habitación 365 desesperadamente, hasta que por fin la encontré.

Casi entro a la habitación pero un médico me paro el paso.

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