Habíamos llegado a Canadá sanos y salvos, y parece mentira, en Europa nos encontramos con un cazador, Al salió herido y me asuste mucho, pero al final resulto ser solo un arañazo en la pierna.
Ya había pasado 1 mes y ahora que estábamos en Canadá teníamos que encontrar un sitio donde quedarnos, Al aun cojeaba de la pierna cuando encontramos un buen departamento, tenía un portero y todo, y, aunque fuera un edificio, era un piso con 2 plantas, no tan grande como la mansión pero estaba con Al y el estaba vivo, me bastaba. O eso creía.
Ya llevábamos 1 semana en el edificio, había vecinos muy simpáticos que nos recibieron bastante bien y nos ayudaron a adaptarnos, aunque Al no había mantenido contacto con ninguno, decía que no quería matar a nadie, que así era mejor, y entendía el por que, desde el día antes de que tuviéramos que huir Al no había bebido sangre, y por lo que aparecía siempre en las novelas de vampiros, eso era peor que malo.
-Al estas bien? Llevas 2 días sin salir de la habitación? -Pregunte al otro lado de la puerta.
La comida ya están hecha pero Al seguía sin salir de la habitación, se había argumentado que no se encontraba bien y si era alguna enfermedad extraña no quería contagiarme.
De dentro de la habitación escuche un ruido raro, después una especie de grito ahogado y otra vez silencio, me asuste y sentí ganas de abrir y ver que estaba pasando pero no me atreví, tenía demasiados miedo.
-Ve-vete! -Medio grito haciendo que me alejara de la puerta.
Su voz sonaba ronca y seca, se estaba volviendo loco sin sangre, y yo no sabia que hacer, no podía ir a un banco de sangre y pedir dos bolsas para llevar, no era tan sencillo.
Me aleje de la habitación y me senté solo en la mesa, otra vez.
Una vez termine de comer y ordene todo me puse a pensar que hacer por Al, si no hacia nada moriría o protagonizaría una masacre.
Entonces me vino a la mente lo típico de las películas donde la protagonista esta enamorada del vampiro y este necesita alimentarse, podía ofrecerle mi sangre.
Había visto el resultado de cuando le chupa la sangre a alguien, la chica del callejón, eso significaba que no me mataría, dolería y me dejaría sin consciencia, si, pero no me mataría, o eso era lo que me imaginaba.
Después de pensármelo muy detenidamente me arme de valor y corrí hasta la puerta de la habitación de Al, con los nudillos pete fuertemente y espere respuesta.
-E dicho que te vallas... -Conseguí escuchar desde dentro.
Con el corazón en un puño abrí la puerta, que, por suerte, no tenía el seguro, y entre.
La habitación estaba completamente destrozada y las cortinas estaban descubiertas acorralando a Al contra una esquina donde no daba la luz directa del sol, el me miro desde la esquina, estaba demacrado, pero igualmente tenía un algo hermoso, estaba claro que daba igual como se encontrará, seguía siendo guapo.
-Que haces? -Preguntó acurrucándose mas en la esquina.
Yo cerré la puerta de la habitación y cerré una a una las cortinas, dejando que la oscuridad volviera a la habitación.
-Al, yo te doy mi sangre, la necesitas, estas muy mal -Conteste una vez ya había terminado.
-No Edgar, no es tan sencillo -Comento sin moverse de su sitio y sin verme a los ojos.
-Si es sencillo, solo muérdeme.
Yo me quite la camiseta y la deje en el suelo, me acerque poco a poco a el, sentía el miedo recorriendo todo mi cuerpo, pero verlo en ese estado era peor que saber que podía matarme, era mil veces peor.
-Edgar si te sigues acercando no podré...
-Muérdeme! Quiero que lo hagas! No quiero verte en ese estado.
Me senté de rodillas a su lado y espere, pude ver perfectamente como sus colmillos se asomaban por su boca y sus ojos se convertían en rojos mientras me miraba intentando no lanzarse a mi cuello.
Pero no tardo mucho en sucumbir, Al tiro con todas sus fuerzas de mi y me tiro al suelo como si fuera una presa.
-Lo siento -Le escuche decir mientras apoyaba su nariz donde seguramente estaba mi yugular.
Sin esperar mas hundió sus colmillos en mi cuello, dolió, dolió más de lo que puedo describir, era sentir 2 clavos en mi yugular mientras sorbían la sangre que salía de mi. Llore y ahogue gritos de dolor, pero Al necesitaba la sangre, y solo estaba yo.
El se aferró a mi cuerpo con fuerza mientras me devoraba, y en algún punto del proceso empece a perder las fuerzas, después la consciencia.
No sabia que hora era, pero estaba en mi habitación, no tenía muchas fuerzas para moverme así que me costo alcanzar el reloj que tenía en mi mesilla. Cuando lo conseguí me fije que ya eran las 10 de la noche.
Como pude me levante y camine fuera de la habitación, mi cuerpo luchaba por seguir funcionando pero no pude evitar caerme en el pasillo.
-Señorito se encuentra bien? -Preguntó una sirvienta que había corrido ante el ruido que hizo mi caída.
Me asusto verla ahí, no teníamos sirvientes, Al no los había reunido todavía, ella no tenía que estar aquí.
-Al! Donde esta Al!? -Medio grite en el principio de un ataque de pánico.
-Se a ido señorito, me a mandado cuidarlo -Contestó sentándose a mi lado.
Las lagrimas no tardaron en correr por mis mejillas, Al se había ido...
-Como...? -Conseguí preguntar entre sollozos.
-Dice que volverá a por usted cuando encuentre un sitio seguro y con humanos para no volver a hacerle daño señorito.
Yo había hecho que se fuera, yo le había dicho que podía beber mi sangre por que no soportaba verlo en ese estado, y el se había ido, había roto la promesa que me hizo y me había abandonado hasta Dios sabe cuando.
Llore como nunca antes había llorado mientras no era capaz de levantarme del suelo, volvía a estar completamente solo, ahora tenía todo por lo que había estado esperando en el orfanato, pero ya no lo quería, quería a Al, no quería volver a estar solo ni saber lo que es recibir odio, solo lo quería a el, quería volver a tenerlo, sentir sus caricias, sus besos, su mirada, pero se había ido.
Pasaron 2 meses y solo quedaba 1 para mi mayoría de edad, Al no había vuelto a aparecer, la sirvienta intentaba que yo no me desanimara e intentaba mantenerme distraído, pero era imposible, ya no era capaz de sonreír.
Ella y yo estábamos caminando por la calle de vuelta a casa después de hacer la compra, pero me sentía extraño, era como si tuviera a alguien clavando su mirada en mi nuca, varias veces me gire pero no veía a nadie que me mirara, solo personas hablando o mirando escaparates, lo típico del centro de una ciudad, pero seguía sintiendo a esa persona clavar su mirada en mi, y me extremaba no saber quien era o donde estaba.
-Camina más rápido -Le pedí a la sirvienta para llegar antes a casa.
Casi medio corriendo llegamos al portal, e incluso dentro del edificio aun me sentía observado, pero una vez habíamos entrado en el ascensor deje de sentir la mirada misteriosa.
Cuando llegamos a casa pensé que tal vez pudiera ser de Al, pero descarte esa idea, cuando Al me miraba no me sentía así, con miedo y perseguido, con Al me sentía tranquilo, ya conocía la sensación de su mirada, incluso cuando me observaba demasiado podía sentir deseo, por eso sabia que la persona que me estaba siguiendo no era Al.
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De mi sangre, a tus ojos (Yaoi)
VampireEdgar Degas, un chico de 17 años huérfano que nunca a experimentado lo que era la vida fuera de su orfanato y el instituto una mala noche decide salir, lo había hecho antes, incluso las monjas encargadas del orfanato se daban cuenta pero no le decía...