Chris & Dylan

cuarenta y cuatro.

Ese día, Dylan se había despertado más temprano de lo normal. Había dormido pésimamente, y le dolía todo el cuerpo. Aun así, se cambió y fue caminando como todas las mañanas a la escuela. 

Si Chris no le hablaba, ella lo haría.

Cuando lo vio entrar, notó que la ignoró completamente. Y por un momento, ella dudó.

Pero fue decidida a él. Chris era mucho más importante para ella que cualquier duda.

—¡Chris! ¡Chris!

Notó que él fingía no escucharla, pero Dylan le tomó fuertemente la mano, y se sintió obligado a voltear.

—¿Qué te pasa? Estoy llegando tarde a literatura, supongo que tienes un minuto, o menos... —comenzó, pero lo interrumpió.

—Chris, ¡los dos sabemos que te da lo mismo literatura!

Odiaba que la chica lo conociera tan bien, y no hizo más que quedarse callado.

—Mira, no sé que he hecho mal ahora, pero te puedo asegurar que nunca me sentí tan feliz como ayer, podría viví ese día mil veces. Pero si no me dices que pasa, no llegaremos a ningún lado...

—¡¿Quieres saber qué está mal?! —gritó, e hizo que la morocha se sobresaltara un poco, así que se calmó —Todo, todo está mal. No tienes idea de lo que es vivir lo que fue probablemente el mejor momento de tu vida, y luego enterarte de que todo fue una farsa.

—Chris, no tengo ni la menor idea de lo que me estás diciendo... —empezó Dylan.

—Claro que si lo sabes, tú mejor que nadie. Nunca me sentí tan usado, ¿sabes?

—¿A qué te refieres? ¡Chris, por favor! Odio pelear contigo. No sé que he hecho, ¡pero lo siento! Eres una de las personas más importantes que tengo, y no te quiero perder.

—Deberías ir buscando a alguien más con quien ir al baile, es en dos días, y creo que no te lo querrás perder —suspiró —. O a otro mejor amigo.

Chris se dio la vuelta, y fue de una vez por todas a su clase de literatura.

Y en ese momento, Dylan tuvo una gran idea. La mejor de todas, quizás.