Es viernes, es un día con el cielo nublado, parece que lloverá. No me sorprende, desde hace cinco años que vivo en este pueblo escondido en ninguna parte de Inglaterra, han sido muy comunes las lluvias y con ellos, mi mayor miedo; los rayos. Me atemorizan, en las noches de relámpagos y centellas, suelo taparme hasta la nuca de la cabeza con la cobija. Este miedo lo tengo desde pequeño, no sabría explicar cuándo o por qué, ya es parte de mí este miedo que me aterroriza en las noches, o a veces, hasta en las mismas tardes. No podría decir que odio los relámpagos ¿Cómo se odia a la misma naturaleza? Creo que la misma madre tierra se venga de mí y de todos nosotros con sus bestias y animales por contaminar su mundo.
Esta es la última hora del colegio, ya solo faltan cinco minutos para salir. Es clase de artes con el profesor David, un hombre barrigudo, barbudo y de cabello cano. Siempre lleva sus pantalones caqui y su camisa blanca abotonada hasta el cuello con una corbata de rombos rojos. En mi salón de clase, somos cuarenta alumnos. Aunque mis compañeros no me hacen caso y apenas me hablan solo para preguntar qué clase toca. Sé que realmente hablan a mis espaldas. Saben sobre mis problemas, saben que cuando era pequeño me internaron con un psicólogo, pero no me importa lo que ellos piensen, me da muy igual. Hasta podría decir que me siento muy feliz que no me dirijan la palabra, ya que, nunca me ha gustado ser sociable. Nunca me ha gustado hablar con mis compañeros de clase, a veces, ni siquiera suelo hablar con mi hermana menor, quién es la niña que me acompaña a pie hasta casa, con la que desayunó a diario. Muy pocas veces platico con ella. Y mis padres, ni se diga. Siempre están fuera del país y cuando están en casa me hablan muy poco, si a lo mucho para decirme buenos días, buenas noches y un beso en la sien. Pero, me siento muy agradecido de los pocos segundos que paso con ellos. Son personas a las cuales les debo demasiado como para pedirles más tiempo. Cómo si no se rompieran la espalda intentando darnos los lujos que tenemos mi hermana y yo.
Finalmente el timbre suena, y todos mis compañeros salen corriendo del salón como una estampida de animales salvajes. Y yo me quedó en mi asiento a esperar a que salga la jauría de bestias en lo que meto mi cuaderno y libro de Artes en mi mochila. Cuando finalmente salen todos, me levanto y me dirijo a la puerta, pero no puedo dar un paso más antes de que el profesor David me llame.
- Dustin, ¿Puedes venir por favor? -me pide. Me doy media vuelta, el profesor está sentado sobre su escritorio. Miró la silla más cercana que hay, cuando la observo me dirijo directamente hacia ella y dejo caer mi cuerpo sobre ésta.
- ¿Qué pasa? -pregunto. Realmente este profesor nunca me ha caído muy bien, es el típico profesor que quiere quedar bien con sus alumnos para ganarse sus confianzas a base de chistes y bromas en las clases.
- Quería hablar contigo -responde él frunciendo los labios.
- Pues, aquí estoy -cuando respondo, un mechón de cabello rubio cae sobre mi ojo izquierdo, muevo el mechón y lo pongo detrás de mí oreja.
- Verás, noto que no hablas casi nada en clase y que no te llevas con tus compañeros de la secundaria, ¿a qué se puede deber? -me pregunta frunciendo el ceño esperando mi respuesta. Me encojo de hombros y hago una cara de «ni idea»-. ¿No será que te sientes apartado de los demás por algún problema en casa?
«Ese jodido problema, es mío, no suyo» Pienso en mi mente intentando no responder ésas mismas palabras al aire, pero en vez de eso respondo:
- Para nada. Simplemente no me gusta hacer amigos y ya -le repuse en la cara. Odio a este profesor por ser tan entrometido, lo odio por el simple hecho de querer arreglar las cosas y termina haciéndolas una completa bazofia. Por qué no me puede dejar en paz, dejar que todo pase, como los demás.
- Bueno. Pero, si necesitas de algo, no dudes en pedírmelo -me levanto y camino directamente hacia el umbral de la puerta para salir a los pasillos y después subir las escaleras al sexto año de primaria y recoger a mi hermana. Pero antes, me vuelvo y miró fijamente al profesor.
- Créame, no la necesitaré.
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Sleepwalkers Vol.1 El Sendero
FantasyHay un lugar donde todos los sueños y las ilusiones se reúnen. Un lugar habitado por seres inimaginables. Un lugar qué también es el hogar de las pesadillas y el miedo. Y hay que irse con cuidado por estos oscuros lares.