Después de un buen rato en el que los cuatro estuvimos esperando a Fa, finalmente tocaron a la puerta, en seguida, Aylin fue a abrir y nos encontramos con un chico alto y fornido, de piel morena, con cabello negro y mechones de color dorados. Usaba una camisa roja con el escudo del orfanato la estrella y la luna juntas con las SW en la estrella. Llevaba en ese mismo lugar su nombre escrito en cursiva. «Alberto».
— Hola, mi nombre es Alberto, hoy seré su guía. Soy Guardián aquí, los guiare a diferentes lugares del orfanato. Pero yo me voy a especializar en guiarlos a nuestro gimnasio. —Nos hizo saber— Vendrán ¿O no?
Aylin asintió rápidamente. Salió de la habitación seguida por Joanna, Marco y yo, todos llevábamos ropas distintas a las que teníamos antes. Me di cuenta, que mi ropa, era la misma que tenía en mi casa, quizá trajeron aquí las cosas más importantes. Cuándo salimos al pasillo nos dimos cuenta de que había varios chicos afuera en el corredor, todos con ropas distintas a las que traían antes, pero, esta vez, éramos todos los de la edad de doce años.
Comenzamos a caminar siguiendo a Alberto, quien al parecer era muy callado solo caminaba sin mirar atrás, y si decía algo, lo hablaba demasiado rápido y no dejaba a la gente pensar o asimilar lo que decía. Pasamos muy rápido por los pasillos angostos que tenían decorativos a varias personas que no conocíamos tanto jóvenes como adultos, pasamos por un salón donde había varios chicos de diferentes edades que tenían el cabello con mechones de colores llamativos.
— En esto se convertirán ustedes; Sleepwalkers —dijo apuntando al grupo de chicos que nos miraban con una sonrisa, la mayoría. La otra parte, también nos miraba con sonrisas, pero burlonas. Atravesamos el pasillo sin dejar de mirar a los jóvenes Sleepwalkers.
Cruzamos tantos corredores con tanta rapidez, que juro que pude haber vomitado en medio de uno de ellos. Las ventanas estaban todas abiertas y la luz brotaba de todos lados iluminando las hermosas paredes con colores pastel. Me di cuenta que un grupo de chicas iba al frente observando como tontas a Alberto mirando su espalda y sus piernas, e imaginó, su trasero conociendo a las chicas, que son casi iguales a los hombres en ese aspecto. Los varones íbamos unos pasos atrás siguiendo al grupo de chicas. Entre ellos note a Joanna y a Aylin.
Bajamos varios pisos entre muchas escaleras hasta llegar a otras, las cuales que estaban bajo tierra al parecer. Ya que, el lugar era oscuro con lámparas que iluminaban a duras penas. Había paneles de metal en el techo. No podíamos ver casi nada mientras bajaba por los peldaños de metal, hasta que entramos en un enorme cuarto que se extendía por casi toda la mansión pero, de manera subterránea.
Había diferentes cosas, todo me ponía excitado por usarlas, había una pared llena de armas, espadas, cuchillos, arcos y flechas, lanza llamas, pistolas pequeñas, y otra gran variedad. También se encontraban áreas de ejercicio; máquinas en las que se levantaban piezas de metal muy grandes, también otra áreas de lucha de cuerpo a cuerpo en la que se peleaban. A lo lejos pude notar unas piscinas en las que había varios chicos nadando.
Un hombre alto de cabello negro y largo, con ojos enchinados, usaba ropas de cuero negro, se veía aún más musculoso que Alberto, de piel mestiza, sus ojos eran negros, tenía una mirada fría y penetrante. Parecía que agujereaba en lo más fondo de mi alma, eran como dos cuchillos afilados cortando mi piel, hasta llegar a mi alma y partirla en dos.
Alberto, se puso a un lado de nosotros dándole paso al hombre alto y musculoso que teníamos enfrente. Mientras que todas las chicas miraban como bobas a Alberto.
— Buenas tardes, mi nombre es Zeeksuck. —Saludó él, me quede viendo sus ojos negros. Zeeksuck notó que las mujeres no le ponían atención, así que le dirigió una mirada de enojo a Alberto, haciendo que él se marchara. —Este es mi gimnasio. Aquí mis reglas ustedes las van a seguir y les explicare con rapidez que harán en este lugar durante su transformación de asquerosos Despertanos a Sleepwalkers.
Comenzó a caminar alrededor de las áreas seguido por nosotros. Llegamos a lo más profundo del gimnasio subterráneo hasta llegar frente a las puertas abiertas de un cuarto completamente solo con gradas que llegaban hasta el techo. En medio, se encontraba un enorme hoyo que se extendía hasta lo más profundo posible, hasta abajo, se encontraba un lugar circular con arena blanca. Zeeksuck se subió a una de las gradas haciendo que todos lo miráramos y hacer llamar su atención.
— Ustedes vendrán aquí y aprenderán a usar sus poderes mediante enfrentándolos a sus peores miedos. Quiero que en menos de diez segundos alguien diga su nombre entero y su miedo. Ahora.
De inmediato se creó un silencio absoluto. Nadie levantó la mano, lo cual era algo peligroso con tan solo mirando a este hombre. Zeeksuck levantó su ceja izquierda demostrando enojo. Entonces una mano se alzó entre el mar de cabezas.
— ¡TÚ! El pálido y flaco. —Todos nos volvimos, pero no pude alcanzar a ver quién era—Nombre y miedo.
—Morando Heingers. Mi miedo... es la oscuridad. —Dijo con voz baja pero no tanto como para que no pudiéramos escuchar su voz. Una ola de risas silenciosas se extendió por la sala.
— ¡NO RÍAN! Los miedos más ridículos, a veces, son los que terminan siendo los más poderosos, pero, como dije, a veces. Hay que demostrar de lo que somos capaces. ¡¿ENTENDIDO?! —Nos regañó Zeeksuck.
—Sí. —Dijeron algunos.
— ¿SÍ QUÉ?
— ¡Sí señor!
— Perfecto, ¡Así me gusta! ¡Obedientes! —Exclamó este. Se sentó en la grada y luego nos miró a todos— Quiero que hagan dos grupos entre ustedes, son veinte, quiero que en cada grupo hayan 10 personas, cinco chicas y cinco chicos en cada uno. ¡AHORA!
De inmediato, todos en el pequeño espacio donde nos encontrábamos comenzamos a movernos haciendo revolvedero entre nosotros mismos, Joanna y Marco me seguían mientras elegía que grupo me iría, éramos veinte chicos y chicas todos juntos, finalmente terminé en un grupo que quedaba a la izquierda, que resulta que también venía con nosotros Aylin. También los chicos que se quedaron hasta lo último en el recorrido de habitaciones. Al otro lado, en frente de nosotros, se encontraba el chico Morando y otros nueve más. Cómo las indicaciones de Zeeksuck, eran cinco chicas y cinco chicos en cada grupo sin más ni menos. ¿Cómo supo que éramos exactamente veinte, cómo supo exacto cuantas mujeres y hombres había? Miré al hombre que estaba sentado con la espalda inclinada hacia delante sonriendo satisfecho. Se levantó y alzó sus cejas al mirar lo enanos que éramos todos a comparación de él.
— Muy bien. —Dijo este mostrando sus dientes blancos y caninos. Levanté la mano para hablar, este alzo una ceja en símbolo de desdén ante mi poco respeto a su nombre. Ya que, este hombre lo único que realmente quiere, es plantarnos miedo, pero no lo logrará conmigo. Él no me da miedo. Al parecer no me quería dar derecho de habla, pero no me importo, y hable en voz alta sin temor a su autoridad.
— ¿Cómo es posible que sepa cuántos chicos hay y si son mujeres u hombres? —Pregunté mirando su rostro, me miraba con impresión.
— Es información que no te corresponde —me sonrió, pero era una sonrisa de rencor. No dejaría que se quedara satisfecho con mi silencio— ¿Cómo te llamas y cuál es tu miedo?
— Es información que no le corresponde. —Le respondí con una sonrisa de satisfacción. Oí los murmullos de los chicos. Miré directamente a sus negros ojos, parecían no tener vida, como si una niebla oscura invadiera todo el espacio posible, pero entonces un destello de luz dorada cruzó por el iris de sus ojos.
— Eres valiente —me soltó—. Tomen en cuenta, alumnos, los Sleepwalkers están hechos para ser valientes y nunca temer, pero, hay diferencias entre el miedo y la idiotez. Quiero que los dos grupos vayan al área de entrenamiento ¡AHORA!
Cómo rebaño de ovejas, los dos grupos comenzamos a caminar con lentitud separados por un metro, los unos de los otros. Seguidos por Zeeksuck. Entonces Joanna se puso a lado mío junto con Marco.
— ¿Estás loco? ¡Pueden sacarte de Dorminium! —Ya había olvidado por completo el nombre de este orfanato— ¡Imagínate de que es capaz este hombre!
— Joanna, es el primer día apenas, dudo que nos haga algo. —Espetó Marco— ¡Pero eso fue asombroso, Dustin! Yo jamás le hubiese hablado así ni a mi maestro.
— Gracias, pero lo que él quiere es implantarnos miedo y decretar quién es líder y es superior entre nosotros. ¡Es todo! No me da miedo, hasta me da algo de lástima la gente que quiere hacer eso —respondí. Cruzamos los pasillos metálicos. Se sentía un frío muy penetrable en mi piel.
— ¡Paren! —Ordenó Zeeksuck. Obviamente todos obedecimos. Nos habíamos detenido frente a una arena de combate de cuerpo a cuerpo— ¡Quiero que hagan dos hileras los dos grupos! En frente de mí. ¡AHORA!
Inmediatamente todos nos movimos con gran rapidez alrededor del tapete gris donde se ponen a pelear y a tirarse con golpes. En medio del tapete, se encontraba Zeeksuck de brazos cruzados. Sus ojos eran negros, pero de vez en cuando un destello dorado cruzaba sus iris con rapidez pero delicadamente. A lado de él, había una silla con una libreta.
— Ahora, quiero que todos pasen uno por uno, digan su nombre y su miedo. Y, Obedecerán —indicó él, apuntando con su largo dedo índice a la libreta que estaba en frente. Quise decir algo, pero las palabras no fueron tan fuertes como para salir— ¿Por qué no empezamos con el valiente?
Se volvió hacia mí, igual que todos mis compañeros. Mire con dureza mis ojos azules hacia los negros con dorado del hombre. Quería entrar en lo más profundo de su alma, hacer lo que yo no podía. Tener una mirada fría y penetrante. Pero no, obviamente me quiere dejar en ridículo, pero no lo permitiré. No le daré esa satisfacción. Pase adelante empujando a algunos de mis compañeros con la frente en alto (aunque mi flequillo no me permitiera) y mi pecho hacia delante intentando demostrar que no me siento intimidado. Cuando me paré frente a él, mirando hacia arriba para verlo mejor. Espere unos segundos mirándolo fijamente a sus ojos. Volví mi mirada hacia la libreta.
— Necesito pluma para escribir. —Le hice saber.
— Puedes decirlo alto y yo lo escribiré luego. —Respondió el hombre. Fruncí el ceño.
— Igual que usted puede decirme, ¿Por qué sabe cuántas mujeres y cuantos hombres hay en total? Si usted lo dice, yo también lo haré. Hasta entonces no diré ni una sola palabra. —Respondí con ferocidad pero tranquiles en mis palabras. Noté como todos los chicos comenzaban a murmurar cosas de mí. Esto me gustaba, no dejaba que me dejará en ridículo.
— Te lo puedo decir después de ésta junta mientras estés en la arena. —Me respondió con una sonrisa.
— No me importa, solo quiero que responda, y yo también responderé. ¿Entendido? —Le respondí.
— ¡No me dirás que hacer! —Bramó furioso. Sus ojos tornaron un dorado fuerte y hermoso, pero se veía peligroso. Un dorado amenazador. — ¡Me dirás cuál es tu miedo...!
— ¡O si no qué! —Le espeté alzando la voz al mismo nivel que él. Todos simplemente observaban boquiabiertos.
— Tenemos formas de hacerte hablar. —Se calmó su voz, pero mostró una sonrisa peligrosa y unos ojos, que, si no me equivocará, podrían brillar en la oscuridad. Por una fracción de segundo me dio algo de miedo, y, hasta casi me estremezco, pero por suerte, fue apenas un segundo. Al siguiente, recordé quien era el valiente de la discusión— Sígueme.
Comenzó a caminar sin rumbo, lo seguí, los demás hicieron lo mismo. Caminé por el piso de metal frío, todos nos seguían ansiosos de lo siguiente que ocurriría. Finalmente llegamos al umbral de la puerta que daba a la gran arena. El hoyo.
Cruzamos el pasillo que daba a las escaleras de las gradas, y nos encontramos en la banqueta de piedra gris por la que había unos barandales de metal oxidado, a lado de los barandales que guiaban a una escalera hacia abajo en lo más profundo del hoyo. Un mecanismo de palancas de metal se encontraba a lado. Zeeksuck subió sobre la banqueta y jaló de la primera palanca. En el techo, se abrió en dos partes mientras bajaba una pantalla parecida a las de los partidos de béisbol del pueblito donde vivía. Jaló de otra palanca. La pantalla que antes estaba apagada, se prendió y mostró un espacio amplio lleno de arena, con paredes de piedra gris.
Se volvió hacia mi Zeeksuck con una mirada más fría de lo acostumbrado, fijo sus dorados iris sobre mis azules ojos.
— Baja por las escaleras. —Me ordenó. Me di cuenta que los demás de mi grupo y el otro se habían apartado de nosotros dos alrededor para observar mejor— ¡AHORA!
— ¿Para qué? —Miré las escaleras que estaban pegadas a la pared, tubos de metal implantado en la banqueta y la pared hasta quedar a dos centímetros del suelo. — ¿Esa qué está ahí en la pantalla es lo que está ahí abajo?
— Averígualo. —Me dijo inclinándose hacia mí mostrando una sonrisa de oreja a oreja enseñando sus filosos dientes caninos.
— ¿Y si no? —Le espeté alzando mi cabeza hacia la suya de forma amenazadora.
— Bien, podemos hacerlo de dos formas, la buena y la mala. ¿Cuál prefieres?
Miré sus ojos, hice cara de pensativo por unos segundos, me lamí los labios y dije:
— ¡Sorpréndeme!
Miré sus ojos amenazadores, se veía alegre por mi respuesta. Se levantó y se irguió, me dio la espalda por un mini segundo, luego, se volvió hacia mí, puso sus musculosas manos en mi camiseta, tiro de mi con tanta brutalidad, mi cuerpo al ser delgado, se movió con una fuerte sacudida haciendo que pareciera un muñeco trapo. Me alzó sobre su cabeza. Pude observar los rostros sorprendidos de todos mis compañeros, Joanna se veía aterrorizada, y Marco boquiabierto. Y luego, vi como todo se alejaba de mí en dirección hacia arriba. Mire a los compañeros asomándose sobre la banqueta del pozo para mirar mi cuerpo caer hasta el fondo del pozo.
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Sleepwalkers Vol.1 El Sendero
FantasíaHay un lugar donde todos los sueños y las ilusiones se reúnen. Un lugar habitado por seres inimaginables. Un lugar qué también es el hogar de las pesadillas y el miedo. Y hay que irse con cuidado por estos oscuros lares.