Una Caja

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Allí estaban ambos, gritándose a pleno pulmón miles de maldiciones e insultos, echándose en cara sus faltas y defectos a plena hora de la madrugada.
Hiko y Atsuki apenas llevaban viviendo juntos un par de semanas en un reducido departamento. Fue una decisión tomada por ambos semanas antes. Pensaron que era la mejor solución para reducir los gastos dada la situación de ambos; el desempleo.

El primero de ambos en quedar sin trabajo fue Atsuki, el periódico en el que solía redactar reseñas a cambio de un aceptable salario lo despidió a causa de un error de computadora.

Días más tarde Hiko quedó sin empleo a causa de que el bufete de su padre, donde solía trabajar, quebró después de la muerte del propietario. Sin embargo, este le había dejado una muy remunerada herencia de la cual solamente recibió una parte ya que su madrastra le quitó el resto.

Siendo unidos por una pena en común, acordaron la convivencia entre ambos, creyendo que tendrían consuelo el uno con el otro, el poder compartir una copa a la vez que maldecían su suerte o el poder llegar a tener un poco de sexo.

Los primeros días fueron aceptables entre ambos; cosas triviales les divertían haciéndolos sentirse mejor. En el departamento todo lucía bien a pesar de ser pequeño, a excepción de una inmensa caja colocada cerca del armario del pasillo. Hiko no comprendía por qué el de cabellos azules la había conservado o por qué la llevó a su nuevo "hogar" y mucho menos qué hacía allí adentro en donde la pasaba la mayor parte del tiempo, nunca la dejaba entrar, él sólo exigía que le dejase en paz cuando estuviese dentro.

El carácter de ambos pasó a ser hostil e inaguantable para los dos. Por la mañana Atsu salía en busca de empleo pero llegaba a altas horas de la noche apestando a cigarro y alcohol, algunas veces a perfume barato.
Hiko no se molestaba más con aquello, no le creía capaz de acostarse con mujerzuelas y luego llegar y besarla, aún así su paciencia comenzaba a desbordarse.

Aquella noche discutían por cuestiones de dinero, la herencia de la menor comenzaba a agotarse, había cosas que pagar desde el alquiler pasando por alimentos hasta llegar a pagar cuentas de bares donde Atsuki iba de vez en cuando.

-¡Una cosa es que salgas a "conseguir" empleo pero otra es que regreses con labial de alguna puta! -Le gritaba molesta.

-¡Por Dios, Hiko! Eso no viene al caso.

-Esa actitud tan mierda que tienes me está hartando, y si no vas a cambiarlas yo...

Su frase quedó incompleta, un vaso pasó a un costado de su rostro para estrellarse contra la pared.

-¡Puedes irte a la mierda! -Acto seguido el más alto caminó a la habitación, haciendo tronar la puerta al cerrarla de un portazo.

Hiko, inmóvil y aterrada aún, miro los trozos de cristal en el suelo. Jamás creyó capaz a su pareja de reaccionar de esa forma, mucho menos ser de esas mujeres a las que su cónyuge las mandara a la mierda.
Se quedó un rato más allí pensando lo que pasó y qué es lo que haría ahora. ¿Debía irse? ¿Debía quedarse? ¿Acaso eso volvería a repetirse? ¿Él era capaz de matarla?
Secó las lágrimas que amenazaban con salir y, luego de calmarse, caminó a la habitación. Notó al adverso dormido, eso creyó.

Cerró los ojos queriendo olvidar toda la escena de antes, sintió unos brazos rodearla con suavidad. Se convenció que era un sueño vago.

Al abrir los ojos se vio dentro de un espacio más que reducido. Mirando con más detalle se dio cuenta de que estaba en una caja y a su lado estaba Atsuki. Estaba en una caja con Atsuki. La caja de Atsuki...
Quiso decir algo, pero justamente fue silenciada por un beso suave sobre sus labios. El mayor la estaba abrazando con gentileza y besando con ternura.
Las lágrimas salieron al corresponder dicho beso de la misma forma.

Después, al separarse sólo un poco, ambos susurraron un "lo siento"

~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~


- ¿Qué tanto haces aquí? - Hiko sonreía al sentir las caricias en su cabeza y espalda.

-Leo mis reseñas de antes y medito algunas cosas.

-¿Por qué nunca me dejabas entrar? -Ella alzó la mirada encontrándose con unos penetrantes ojos café.

-No quería que me vieras acabado y melancólico. -Él apartó la mirada.
Hiko dio un suave beso a su mejilla.

-Jamás lo haría.

Atsuki la abrazó con más fuerza. Aquella chica era su pilar fundamental, quien lo ayudaba a seguir adelante y en pie. Ella, la que estaba siempre a su lado a pesar de su comportamiento. Ella, quien era mejor que quedarse en esa vieja caja enorme.

-Vengo aquí cada que me siento triste o molesto...

-¿Es tu caja de terapia? -Bromeó sonriente la pelirroja.
Él no pudo evitar reír. Ella era su mejor terapia.

-Ahora será nuestra caja de terapia. -Afirmó con una sonrisa, a pocos metros de ellos había una pequeña vaca de peluche la cual tomó y acercó al rostro ajeno. -Él es mi terapeuta, Mr. Shiro

Ella comenzó a reír por lo bajo.

-Debe costar una fortuna su sesión de terapia.

-No tienes idea.

Ambos se echaron a reír poco antes de volver a besarse.

Parecía infantil pero Hiko lo amaba.

Parecía exagerada pero Atsuki la amaba.

Sensitive Theatrical ●[CANCELADA]●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora