Capítulo 28: Aquí y ahora.

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Los guardias siguen acechándome. Uno de ellos se percata de mi atuendo.

— ¿Qué llevas puesto? — me pregunta.

Los otros dos me examinan extrañeza y yo, con la respiración precipitada y casi dando la causa por perdida, se me pasa por la cabeza que la mejor opción es pelearme mano a mano para intentar herirles y huir. Son demasiado grandes, no creo que sean más rápidos que yo...

Acto seguido de escuchar mi pensamiento atizo un puñetazo al preguntón mientras el que tengo detrás me agarra. Como es imposible forcejear para liberarme, consigo aplastarle la punta del pie con el talón, pero no me suelta. Giro un poco el cuello para lanzarle una mirada asesina y aprovecho su carcajada para crujirle la mandíbula de un cabezazo. Finalmente me suelta, pero me veo obligada a echarme a un lado para esquivar un fugaz golpe de su compañero. Entre jadeos recibo en el vientre otro de origen desconocido que me provoca una arcada. Antes de recuperarme, dos de los guardias ya me han agarrado por ambos brazos y el tercero me aparta la capucha.

Menos mal que justo hoy Aroa ha decidido que llevar una peluca negra me iba a hacer más "sexy"... Así les será más difícil identificarme.

No soy como los ninjas, he perdido. Estaba claro que no tenía ninguna oportunidad, pero no esperaba durar tan poco...

— Es muy joven — afirma el que me ha descubierto.

— ¿Cómo te llamas? — pregunta el de al lado.

No respondo.

— ¿Qué haces aquí? — insiste el primero.

Sigo sin pronunciar una palabra y pronto noto un nudo en la garganta. Estoy empezando a preocuparme de verdad por lo que pueda pasar...

— ¡Contéstame! — ordena acercándose.

No puedo evitar estremecerme y soltar un sollozo, estoy asustada. Intento llenar mis pulmones de aire y serenarme. Llorar desahoga, pero no ayuda a que unos armarios de dos metros tengan compasión de ti.

El guardia, chirriando los dientes de pura impaciencia, intenta estampar la mano contra mi cara. Sin embargo, uno de los que me sujetan, me aparta a la velocidad del rayo.

— ¿Qué haces? — masculla enfadado mi defensor al que por cierto casi rompo la barbilla.

— ¿Por qué has hecho eso? — replica mi agresor casi simultáneamente.

— No le pegues, es sólo una cría — contesta el tercer guardia, dando la razón a su compañero.

— No me contestaba, me ha puesto nervioso — se defiende el del puñetazo.

Dejo de escuchar su debate sobre si deberían pegarme o no, aunque me alegro que de vez en cuando alguien me haga recordar que la gente amable no es un mito: existe.

Una sombra agita las hojas de un árbol cercano.

— ¿Qué ha sido eso? — se voltea el de la derecha, sobresaltado. Me suelta sin darse cuenta.

— ¡Quieto! — ahora es el otro quien deja de agarrarme.

Levanto la cabeza desconcertada y veo que mi agresor está tirado en el suelo, inconsciente, mientras los otros dos miran confusos en todas las direcciones.

Una figura rápida como una ráfaga aparece a lo lejos y lanza una lluvia de golpes a los agentes. Aunque no consiguen bloquear muchos, permanecen levantados y contraatacan.

Pronto me doy cuenta de lo que pasa... ¡es Armin! Aún lleva puesto el disfraz de ladrón y pronto me tranquilizo al ver que no parece herido por bala. Salgo del shock y me adentro en la pelea para ayudarle, aunque no parece que necesite mucho apoyo... Finalmente los derrotamos... bueno... el ninja los derrota.

Blanco letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora