Capítulo 33: Regreso al pasado.

125 33 14
                                    


Me siento en la cama con la caja entre las piernas mientras Bichín gruñe a mi lado, olisqueándola.

— Shh — la aparto suavemente.

Desbloqueo el cerrojo y levanto la tapa de madera, con miedo. No tengo ni idea de lo que me voy a encontrar.

Hay un pendrive y bastantes papeles. Veo que son cartas, cartas de mi padre dirigidas a... Dago Flindor.

A 20-8-2001, Vilnuk.

Estimado amigo Dago Flindor:

Hacía tiempo que no nos veíamos, y se me hace grato que hayas respondido a mi petición con tanta rapidez. Nos veremos pues las caras en el casino de Surgan una semana después de la fecha de envío de esta carta.

Estoy seguro de que serás altamente capaz de ayudarme con este cometido: tú mejor que nadie sabes cómo cumplir con esta tarea pese a la dificultad que has nombrado. Lo solucionaremos juntos.

Buena suerte.

Alfred Windsor.

No entiendo muy bien a qué se refiere, pero reconozco perfectamente la letra de mi padre. Tenía la letra más armónica del mundo; cursiva pero redonda, estrecha pero ágil... Era como si sus textos poseyeran una melodía propia.

Anterior a esta, hay otra carta en la que mi padre solicita quedar con Dago para hablar de negocios; supongo que algo relacionado con el juego.

Buscando en el baúl me estremezco: hay dos fotos. En una salen mi padre y Dago en un casino, sonrientes. La otra es en el salón de mi antigua casa: salgo yo, con unos cinco años, jugando con un tren de madera...

Dago está jugando conmigo.

No puedo creer lo que veo. ¿Ya me conocía? Lejanos recuerdos comienzan a aflorar...

Llaman a la puerta.

¡Voy yo mamá! digo con voz chillona mientras corro con un vestido blanco, lazos rojos en el pelo y unos caros zapatos de charol.

Abro y aparece un señor que no había visto nunca. Antes de que pueda avisar a nadie aparece mi padre, trajeado, con ese pelo blanco y esos ojos rojos idénticos a los míos. No muy alto pero tampoco bajito, se dirige hacia él con los brazos abiertos.

¡Dago, amigo! ¡Has venido! celebra.

¿Lo dudabas? se ríe mientras se saludan, dándose una palmada en la espalda.

Esta pequeña es mi hija, Sira me señala mi padre.

Hola... balbuceo tímidamente.

Hola, Sira. Soy Dago, encantado de conocerte dice mientras se agacha . Es preciosa, parece una muñeca de porcelana.

¿Quieres jugar conmigo? pregunto de sopetón, con la inocencia propia de una niña pequeña.

Mi padre se ríe.

Dago preferirá hacer cosas de mayores, Sira me acaricia la cabeza con cariño.

Ni de lejos se ríe entonces Dago . Nada me gustaría más que jugar contigo, Sira.

Sonrío, le cojo de la mano y le arrastro hasta el salón. Le presento mi tren y empezamos a jugar. Lo pasamos bien.

Entonces llega mi padre.

¡Patata! exclama con una cámara en la mano y nos hace una foto.

Esa foto, esa es la que tengo entre mis manos. Otro fugaz flashback me ametralla.

Puedes llamarme Tío Dago me dice el actual jefe de la Parca en una comida familiar.

Es verdad que era un amigo de mi padre, venía muchas veces y comía con nosotros. Un día dejó de venir, nos dijeron que se había mudado.

¿Cómo he sido incapaz de reconocerlo en todo este tiempo? ¡He tenido al tío Dago delante de mis narices y en ningún momento me he acordado de él! Observando la foto me percato de cuánto ha cambiado: su cara alegre se ha tornado seca y una nueva cicatriz la adorna. Pero no hay duda: es él.

Supongo que inconscientemente he olvidado muchas cosas de mi anterior vida...

Ahora sólo me queda una cosa por ver: el pendrive.

Voy a por el ordenador sin poder parar de temblar, con Bichín gruñendo de fondo.

— Dame un segundo, ahora te hago caso.

El pen sólo contiene una carpeta con dos vídeos con la misma fecha: el 27 de agosto de 2001. El día en el que murió mi padre, una semana después de la carta que he leído antes.

Cliqueo en la primera grabación, que es de una cámara de seguridad del casino. Aparece mi padre sentado en una mesa, jugando contra un hombre negro, calvo y prominente. Dago se pasea dando vueltas, y pronto me doy cuenta de que de vez en cuando mira las cartas del contrincante de mi padre. Disimuladamente, mi progenitor mira al móvil periódicamente. Avanzo un poco la grabación y veo cómo gana la partida, se levanta eufórico bajo la mirada de Dago y el otro hombre. Justo entonces se termina la visualización.

Reflexiono sobre ello, probablemente Dago informaba a mi padre sobre las cartas que llevaba el otro tipo través del móvil. Supongo que era por eso por lo que le pidió ayuda. El valor de las fichas que hay sobre la mesa es enorme, deben ser las fortunas de ambos jugadores.

Ahora miro el otro vídeo. De peor calidad, es la cámara de seguridad que había en la habitación del hotel donde nos alojábamos. En seguida reconozco la estancia. Aparece mi padre, que se quita el smoking y comienza a desabrocharse los botones de la camisa. De repente parece que oye algo y se gira. Desaparece del plano de cámara para volver a surgir peleándose con un hombre vestido de negro.

El corazón me late a cien por hora y paro la grabación. Me llevo las manos a la cabeza y cojo aire. Sé lo que va a pasar y tengo que verlo. Tengo que comprobarlo. Contra mi voluntad, retomo el vídeo.

Después de forcejear, el misterioso individuo termina tirando a mi padre por la ventana y huye. Justo después entramos mi madre, Albin, Joey y yo. Joey era uno de mis hermanos, que se suicidó poco después de esto. Damos vueltas por la habitación buscando a mi padre tras ver su ropa tirada en la cama.

Cierro bruscamente la tapa del ordenador.

No necesito ver más.

Me cubro la cara con los brazos y rompo a llorar. Noto cómo Bichín me olisquea y gime con lástima. La cojo y la abrazo.

Tantas veces que lo he maldecido, tantas veces que lo he odiado por abandonarnos. No lo hizo. No quería hacerlo. Soy una ingenua.

— Lo siento papá — mascullo como puedo.

Pero esto no acaba aquí. Las cosas como estas no se quedan en simples lágrimas y culpabilidad.

No me pienso quedar de brazos cruzados, quien mató a Alfred Windsor pagará por ello.

— Te lo prometo — susurro a mi padre, dondequiera que esté.

________________________________________________

Este capítulo va dedicado a @EditorialVip, unas chicas la mar de majas que han hecho una reseña sobre Blanco Letal. Como agradecimiento me gustaría pediros que entraseis en su página y echaseis un vistazo a sus reseñas y diferentes servicios, no tienen pérdida. Gracias y hasta otra, Ana se despide ;)

Enlace de la reseña: https://www.wattpad.com/258084745-rese%C3%B1as-cerrado-blanco-letal


Blanco letal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora