<<No pueden darme una puntuación tan terrible ¿no?>> pienso mientras miro embobado el techo de mi habitación. <<Con un poco de suerte no bajará del seis.>>
El entrenamiento no se retransmite para los ciudadanos de Panem, pero sí se hacen públicos los resultados de la exhibición privada en forma de un número del uno al doce. Esta nota no tiene por qué indicar que un tributo tenga más o menos posibilidades de ganar, pero sí sirve como punto de referencia para los espectadores y para los posibles patrocinadores. Ha habido años en los que los ganadores tenían notas muy, muy bajas; pero por algún motivo no creo que ese vaya a ser mi caso.
Mientras pienso en estas cosas escucho a Carla saludar a Kerikot en el comedor, así que salgo para preguntarle a la pequeña como le ha ido. Como no quiero preocuparla intento componer un rostro sereno, aunque creo que no es demasiado convincente. Todavía no he recuperado la habilidad de esconder mis sentimientos.
En cuanto llego ambos me saludan amablemente y ella me interroga con la mirada, así que me siento con ellos y enseguida comenzamos a hablar de lo que ha ocurrido allá abajo.
— ¿Los has impresionado? — pregunta Kerikot a Carla
— No lo sé, la verdad. — ella se encoge de hombros y trata de ocultar su nerviosismo colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja, pero este se escapa y vuelve a ponérsele delante de la cara. — Hice un poco de todo para intentar que se fijasen en mí, pero creo que al ser tan pequeña ya ni me han hecho el más mínimo caso.
Me muerdo el labio inferior pensando en lo mal que lo habrá tenido que pasar al verse ignorada por todos los jueces. Tenía la esperanza de que Carla tuviese alguna estrategia que les llamase la atención pero supongo que me equivocaba.
— No te preocupes, — le digo — tienes enamorado a todo Panem desde que te vieron en aquel carruaje. Además, no eres la única que va tener una nota baja.
Ella sonríe levemente ante mi intento de consolarla, aunque sigue sin parecer muy convencida de mis palabras. Ahora tanto ella como Kerikot preguntan por mi exhibición, así que no tengo más remedio que contarles lo ocurrido.
—No ha sido para tanto. — asegura Carla en cuanto termino mi breve relato. — Solo te has desviado en el último golpe.
—Pero por lo que dices ha sido una exhibición bastante simplona. — añade enseguida Kerikot.
Ese comentario me molesta bastante más de lo que debería, porque en el fondo sé que es cierto, sin embargo no voy a darle la satisfacción de reconocer que tiene razón. ¿Por qué no puede intentar animarnos como una persona normal? Si él estuviese en nuestra posición dudo a horrores que le gustase recibir ese tipo de puñaladas. ¿Acaso esta gente no tiene la más mínima empatía? Aunque enseguida comprendo que no; si la tuviesen no existirían Los Juegos del Hambre.
Pese a que creo comprender como funciona la cabeza de Kerikot el enfado es más fuerte que yo y me pongo en pie arrastrando la silla ruidosamente y, sin decir nada, pongo rumbo a mi cuarto.
— Raker, ¿a dónde vas? — Carla hace un ademán de levantarse y seguirme pero Kerikot le hace un gesto para que se siente.
—Déjalo. Si no puede aceptar una crítica es problema suyo.
En un primer instante mi instinto es girarme, agarrar al hombre por el cuello y darle un buen puñetazo con la suficiente fuerza para partirle la nariz, pero en lugar de ello agarro un jarrón cercano y se lo arrojo con tal certeza que estoy seguro de que me darían un doce si formase parte de mi exhibición con los Vigilantes.
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Los Juegos del Hambre: Tempestad
FanfictionAños antes de que Katniss Everdeen y Peeta Mellark se declarasen vencedores de los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre y encendiesen la chispa de la rebelión, muchos jóvenes de Panem se vieron obligados a participar en este brutal reality show. E...