Capítulo 9

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— Damon, no digas eso.

— Es lo que siento, Elena. Y es la verdad. ¿Cómo se supone que vea a mi hermano a la cara después de lo que le hice a nuestra madre? —se culpó de nuevo, sin levantar la cabeza.

— Stefan no te echará la culpa cuando sepa lo que en verdad ocurrió. ¿Has hablado con él? —intentó reconfortarlo ella, mientras le acariciaba la espalda.

— No. Mi padre no me dio la oportunidad de hacerlo.

—Es tu hermano, y ya no es un niño. No te va a dar la espalda —le dijo Elena segura de lo que hablaba.

—Tiene dieciséis. A su edad yo prácticamente salí escapando de casa y lo dejé solo en vez de quedarme a enfrentar lo que estaba sucediendo. Si yo no hubiera jugado al chico grande y me hubiese quedado en Italia, todo sería muy diferente.

— ¿Te arrepientes? —le preguntó Elena temerosa por su respuesta, lo último que quería escuchar era que se arrepentía de haberla conocido.

Y como si Damon pudiera leer su mente le respondió: —Me diste los mejores años de mi vida, nunca me voy a arrepentir de eso.

Elena le sonrió levemente mientras le tomaba de la mano y entrelazaba los dedos con los suyos.
— ¿Qué vas a hacer?

—Por el momento no tengo muchas opciones —dijo mientras acariciaba con su dedo índice los nudillos de Elena —No puedo salir del país hasta que se complete mi proceso legal.

— ¿Y eso cuánto va a llevar?

—La verdad no lo sé —respondió dudoso — ¿Sabes? Yo no planeaba volver a Mystic Falls, pero Ric me dijo "Imagínate un diploma con tu presuntuoso apellido, vas a ser la envidia en Harvard".

Por primera vez los dos rieron.

Elena se dedicó a disfrutar la hermosa sonrisa de Damon y, aunque hubiese pasado por tanto dolor, todavía quedaba ese brillo inigualable en sus ojos. No lo pudo evitar, tenía tantas ganas de hacerlo que, antes de que su cabeza se pusiera a pensar en las consecuencias, lo besó. Fue solo un pequeño movimiento sobre los labios de Damon pero solo eso bastó para despertar esos sentimientos que llevaban tanto tiempo guardados y que pensaba no iba a volver a sentir.

Cuando Elena se separó de él, Damon llevó el pulgar hacia sus labios y trazó una línea sobre ellos.
—No podemos, Elena —dijo Damon mirando sus labios, recordando todo lo que le hacían sentir —No puedo...

Se levantó del sofá para despejar su mente de lo que acababa de hacer. Maldiciéndose una y otra vez por no haber sido capaz de resistirse.

Pero es es que la había extrañado tanto.

—No hagas esto, Damon. Por favor, no —escuchó que le decía Elena con una mezcla de desesperación y enojo en su voz.
—Vete, Elena. Necesito estar solo.
—Ya estuviste solo mucho tiempo ¿no crees?
—Lo sé —rió amargamente— creo que ya me acostumbré a eso.

Elena se quedó sin palabras, era como si Damon se hubiese transformado en otra persona.
Él caminó rápidamente hasta su habitación del segundo piso.

Elena no lo siguió.

•••

— ¿Qué diablos fue eso, Kol? —lo enfrentó Caroline.

Creo en ti (Delena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora