Susan se acercó a nosotros con la libreta para anotar lo que íbamos a tomar. Cuando lo hizo miró fijo a Natalee.
—Hola mucho gusto, soy Susan —le dijo y estiró su mano para que ella la tomara.
Natalee sonriéndole amablemente tomó su mano.
—Soy Natalee —dijo ella.
—Eres nueva —habló Susan asintiendo.
—No Susan —le hablé al reaccionar sobre aquello. Pero fue demasiado tarde. Ella giró y se dirigió a todos en el lugar.
— ¡Muchachos, tenemos una integrante nueva en la taberna! —gritó contenta. Todos comenzaron a aplaudir y silbar — ¡Hay que darle la bienvenida!
— ¡No, no, no claro que no! —dije poniéndome de pie.
—Ven Natalee —dijo Susan y le tendió la mano para que ella la tomara. Con un poco de duda Natalee la tomó y caminó detrás de ella hasta la barra. Ryan, Chaz y yo fuimos detrás de ellas, con todo el mundo detrás de nosotros también.
—Susan, por favor no lo hagas —le rogué.
— ¿Por qué? Solo quiero darle la bienvenida al lugar —me dijo ella. Mientras iba llenando un gran vaso con cerveza. Miré a Natalee.
—Vamos cariño, no tienes que hacer esto —le dije. Natalee me miró bien, y luego miró a Susan que estaba frente a ella.
—Joe, no seas aguafiestas —me regañó Susan.Susan colocó el gran vaso frente a Natalee. Ella lo miró bien —Tienesque hacer fondo de este vaso, y luego te giraremos sobre la silla, para queestés más feliz.
—No lo hagas, Natalee. Así no eres tú —dije casi desesperado.
Natalee miró a Susan y volvió a mirarme a mí.
— ¿Acaso crees que no puedo hacerlo Jonas? —me preguntó.
—No, no es eso. Sino que puede hacerte mal...
—Natalee, mejor escucha a Joe. Tiene razón —le dijo Ryan.
—No hace falta que lo hagas Natalee —dijo Chaz. Ella nos miró a los tresconsecutivamente, y miró de nuevo a Susan.
¡Maldita seas, Susan! ¡No debiste hacer eso!
— ¡Vamos linda, hazlo! —algún imbécil gritó por ahí. Todos comenzaron a gritarque lo hiciera, y todos esos incentivos maliciosos.
— ¿Vas a hacerlo Natalee? —preguntó Susan.
— ¡No! —dije.
— ¡Sí! —dijo ella firme. Todos festejaron alegres.
Varios de ellos se pusieron alrededor de Natalee para girarla cuando terminarade tomar, haciendo que los chicos y yo nos alejáramos un poco.
— ¿Por qué la única vez que tengo razón no me escucha? —les pregunté a misamigos.
Escuchamos como todos empezaron a decir: 'Fondo' 'Fondo' 'Fondo'
Les hice un gesto a los chicos para que nos sentáramos en la mesa. Ella no ibaa hacerme caso. Pues ni modo, nada podía hacer. Todos se alejaron de la barra,y pude verla riendo con Susan. La cerveza ya había hecho efecto en ella.
—Será mejor que la cuides —me dijo Ryan.
—Normalmente, eso me molestaría —dije mirando hacia Natalee.
—Pero en este caso te encanta la idea —me habló Chaz —Lo sabemos suripanta,ahora ve a cuidarla.
Me empujó para que fuera hacia allí. Me acerqué a ellas me senté en la silla deal lado de Natalee. Ambas se giraron a verme.
—Muy simpática tu amiga Joe, nunca habías traído chicas aquí —me dijo Susan.Natalee me miró con ojos tiernos.
—Aaaaw, soy la primera chica a la que traes —dijo con tono tierno —Me sientocomo cuando mi primer novio me llevó a conocer a sus padres.
Susan rio divertida.
—Pero yo no soy su madre, puedes ser traviesa —le dijo. Natalee rio.
— ¿Puedo serlo? —preguntó.
— ¡No! —le dije y miré a Susan —Deja de querer pervertirla...
—Tranquilo Jonas, tranquilo —dijo Natalee — ¿Me das otra de esas Susan?
— ¿Una cerveza? —preguntó.
—Si —dijo asintiendo.
—Claro que si linda, y va por mi cuenta —le dijo. Volvió a servirle un granvaso de cerveza y se lo puso en frente.
— ¡No Natalee, no vas a beber eso! —le dije intentando detenerla.
—No eres mi padre —me dijo y tomó el vaso —Además de que ya estoy grande comopara decidir que tomar y que no.
—Está bien, haz lo que quieras —le dije rendido.
—Pues claro que si —dijo, volvió a tomar la cerveza haciendo un limpio fondo.
¡Dios santo, esto no va a terminar bien! No sé cuántas cervezas más se tomó,pero se estaba excediendo. Después de terminar de tomar su, sexto vaso creo, sepuso de pie y se tambaleó un poco, pero se equilibró.
—Voy a poner un poco de música —dijo señalando a la rockola.
—Ve, ve —dijo Susan sonriendo. Vi como caminaba.
—Deja de querer embriagarla Susan —le advertí.
—Ya está ebria Joe, pero déjala ser libre, que vuele, que explore...
—No, yo no quiero que explore —dije y vi como Natalee chocaba levemente contraHook.
Esté se giró a verla.
—Lo siento grandulón, no te vi —le dijo disculpándose.
—No es nada bombón, ¿estás sola? —le preguntó él. Me puse de pie.
— ¡Hook, saca tu miserable vista de ella si no quieres terminar peor que laúltima vez! —lo amenacé. Esté me miró bien.
—Tranquilo, tranquilo. No sabía que era tuya —me dijo él. Natalee se giró averme.
—Aaay, que celoso —dijo con tono pícaro y rio —Ve tranquilo grandulón, Joe estasensible últimamente, pero no voy a dejar que te haga daño —le dijo y siguiócaminando hasta llegar a la rockola. Comenzó a buscar música. Hasta que se giróa vernos — ¡No puedo creer que en este lugar tengan esto! —puso play y unaconocida canción, pero no recuerdo su nombre comenzó a sonar — ¡Vamos a bailarmuchachas!
Todas se pusieron de pie y comenzaron a moverse sensualmente al ritmo deaquella canción. Giré mi cabeza para mirar a Susan.
— ¿De quién es esta canción? —le pregunté.
—No puedo creer que esa canción siga ahí, pensé que la había quitado —dijodivertida y miró a Natalee —Se llama I love rock and roll, y me parece que aNatalee le gusta bailarla.
Volví mi vista a Natalee, y ella se movía sensualmente mientras caminaba haciamí.
¡Diablos, no podía ser tan sexy!
Se acercó más a mí y tomó mi mano para ponerme de pie.
—Natalee, no. Estás ebria —le dije cuándo comenzó a bailar cerca de mí.
—Ya lo sé —me dijo y apoyó su espalda contra mi pecho, para luego bajardespacio y volver a subir. Giró y me miró a los ojos. —Pero es tu culpa, portraerme aquí. Ahora lo aguantas.
Vi como Ryan y Chaz reían divertidos ante mi notoria frustración de que ellaestuviera haciendo eso. Provocando que mi sangre se calentara... y que otraspartes de mí también.
Luego todas ellas se subieron a la barra, incluida Susan. No puedo creer queesto esté pasando. Todas bailaban sensualmente sobre aquella barra, tocándoseentre ellas y riendo divertidas. Pero mi mirada no podía salir de Natalee.Sentí una mano apoyarse sobre mi hombro.
—Hermano, hermano. Como te provoca Natalee —me dijo Ryan.
—Cállate —le dije sin dejar de mirarla.
—Te trae loco —aseguró Chaz —Mira, te la estas comiendo con la mirada. Yo creoque si tuvieras súper poderes de la vista, ya le hubieses sacado la ropa.
De repente un baboso intentó bajar a Natalee de la barra para tocarla, entoncesreaccioné y me acerqué a él para sacarlo de un solo golpe de allí. La músicadejó de sonar, tomé a Natalee y la subí a mi hombro.
— ¡Nos vamos! —le dije firme. Ella comenzó a patalear.
— ¡No, no quiero! ¡La estaba pasando bien, Joe! —se quejó.
— ¡No me interesa, nos vamos! —sentencié.
— ¡Vuelve pronto Natalee! —le gritó Susan.
— ¡Claro que sí, Su! —contestó Natalee, mientras la llevaba encima mío como unabolsa de papas.
—Adiós muchachos, los veo luego —les dije a mis amigos y salí de allí.
La subí a la moto y prendí marcha hacia mi departamento. Yo no podía dejarlaasí en su casa, y tampoco podía quedarme en su casa.
Tal vez cuando despierte, piense que soy un pervertido que le hizo algo oalguna cosa de esas.
No dejó de decir tonterías en todo el camino. Se reía de cualquier cosa, yhasta logró hacerme reír a pesar de que yo iba a regañándola. Llegamos a micasa y la ayudé a entrar.
La senté sobre la mesada y comencé a buscar el café.
—Nunca más, ¿entendiste? Nunca más te llevó a ese lugar —le dije.
—Eres un aburrido, solo tú quieres diversión —me dijo.
Me incorporé y la miré. Ella sonrió y yo solo negué con la cabeza.
—Ahora voy a hacerte un café para que se te vaya la borrachera que te echasteencima, como si no existiera un mañana.
— ¡Ni lo pienses! —me dijo y se bajó de la mesada. Caminó hasta el sillón, endonde se acostó pesadamente —No voy a tomar café, odio el café.
—Tienes que tomarlo, ¿sino cómo se te va a ir eso?
—No lo sé, pero no voy a tomarlo —me aseguró —Búscame otra cosa, un vaso deagua o un calmante para el dolor de cabeza que seguro me va a dar mañana. Perocafé no tomó ni aunque me amenaces con matarme...
—Eres una niñita caprichosa. Juro por mi vida que jamás voy a volver a sacartea ningún lado, para que luego te comportes así y tomes como una borracha y tepongas a bailar sensualmente sobre una barra y hagas que alguien más que yo temiré con deseo, porque...
Levanté mi cabeza para mirarla, y ella estaba profundamente dormida sobre elsillón.
Sonreí y con cuidado me acerqué a ella. Acomodé un poco unos mechones de sucabello.
—Solo tú puedes quedarte dormida, conmigo al lado —dije divertido.
Me acerqué más y la alcé en brazos para llevarla a dormir en la cama. Como todocaballero que soy no iba a dejarla dormir incómodamente en el sillón, la alcéfirmemente. Ella, media dormida, colocó sus brazos alrededor de mis hombros yescondió su rostro en mi garganta. Sentí como respiraba profundamente. Detuvemi paso, ante el escalofrió que recorrió mi espalda.
—Como me gusta tu perfume —susurró —Es tan masculino, y te hace tanirresistible. No te lo había dicho antes pero... tu tatuaje es tan sexy, quehasta ganas de lamerlo tengo.
— ¿A si? —dije.
—Aja —dijo ella. Tragué sonoramente.
Levantó su cabeza y me miró fijo a los ojos. Sonrió divertida, y luego hizoalgo que yo no esperé que hiciera. Sus labios se apoyaron despacio sobre losmíos, se abrieron con cuidado tomándolos. Mis ojos estaban bien abiertos,mirándola a ella. Sus ojos estaban cerrados. Sin dejar de mirarla comencé aresponder a su boca. Sus manos subieron por mi cuello a mí nuca y me acercaronmás a ella, sus dedos suaves acariciaron mis cabellos. Entonces, sin intensiónalguna, mis ojos se cerraron ante aquella excitante sensación, mientras latomaba con más firmeza entre mis brazos. Su boca se movía sensual sobre la mía,excitándome. Y cuando su lengua acarició con ansia la mía, creí que iba avolverme completamente loco. Se alejó despacio, y abrí mis ojos para mirarla.Sus ojos aún estaban cerrados, hasta que los abrió y sonrió.
Se acercó de nuevo a mí y acarició mi nariz con la suya, para luego volver aapoyar su cabeza contra mi hombro.
— ¿Y eso por qué fue? —le pregunté agitado.
—Por ser horriblemente irresistible —contestó.
Escuché una pequeña risa de su parte, y entonces caminé hasta mi habitación.Con cuidado la acosté en la cama. Le quité los zapatos y la tapé con unapequeña manta. Salí de allí y luego de ir al baño me fui a acostar en elsillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza, mirando fijamente al techo. Eldulce sabor de su boca aún no se había ido de la mía. La sensación caliente aúnardía en mis labios. Sacudí mi cabeza, yo no podía estar pensando eso.
¿Soy yo quien la está conquistando a ella o es ella quien me está conquistandoa mí?
No, no, no. Claro que no. ¿Conquistarme a mí? Eso es imposible.
Yo las conquisto, yo las uso y luego todo se termina. Así fue siempre, y asíseguirá siendo. Esa es mi vida, es mi rutina y no la cambiaría por nada delmundo. Pero debo admitir que es la mujer con la que más relación social tuve entoda mi vida.
Ya, ya basta Joe. Deja de pensar, todo está bien. Todo está saliendo acorde tusplanes. Pronto Natalee caerá a tus pies, como el resto. Es solo cuestión detiempo, de esperar.
No me cuesta nada esperar un poco más de tiempo que a las demás. Y creo que sivale la pena esperar por una noche con Natalee, que si sabe mover bien laspiernas.