Comencé a caminar para salir de aquella habitación y los pasos de Natalee fueron torpes detrás de mí, ya que yo tiraba de su mano para que lo hiciera. Giré mi cabeza para mirarla.
—Pero, ¿Qué demonios haces? —me preguntó.
—Tú solo camina —le dije y tiré más de su mano, para acercarla a mí.
Pattinson salió de la habitación.
—Natalee, ¿A dónde vas? —le preguntó.
—Tenemos cosas que hacer Pattinson —contesté por ella.
—Natalee, te estoy hablando —dijo él. Detuve nuestros pasos y me giré a verlo.
— ¿Acaso no te has dado cuenta de que estas enfermo? Así de pie y encima descalzo no vas a curarte más Pattinson, será mejor que vuelvas a la cama.
Vi como su cara se tornaba rojo de la rabia.
—Natalee, vuelve aquí —le exigió de manera autoritaria, como si ella fuera un perro o algo así.
Ella lo miró fijo por unos cuantos segundos, y luego me miró a mí.
—No soy una de tus criadas, para hacer lo que quieras —le dijo ella. Sonreí levemente y ella me volvió a mirar —Vamos.
—Vamos, cariño —dije y volvimos a caminar.
Tuve unas ganas tremendas de girar a ver cómo había quedado Pattinson, pero no lo hice, para poder llegar más rápido a la salida. Además de que había dejado sin protección a Betty. Salimos y con cuidado ella soltó mi mano.
—Ya no es necesario que me agarres de la mano —me dijo.
—Está bien, está bien —le dije y me subí a la moto —Sube, vamos.
— ¿A dónde? —me preguntó frunciendo el entrecejo.
—Tú solo sube, yo luego te digo.
Se subió y prendí marcha hacia lo de Amanda. Sabía perfectamente que si le decía que la llevaría a lo de Amanda se iba a negar rotundamente. Llegamos a una pequeña casa, que se encontraba cerca de la Universidad. Allí vivía la rubia insoportable de Amanda Bynes.
Natalee se bajó y luego me bajé yo.
— ¿Podrías decirme en dónde estamos? —volvió a preguntar.
—Ya lo verás —dije y tomé de su mano, para caminar hasta la puerta de la casa.
Toqué el timbré y más rápido de lo que esperaba la puerta se abrió. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en el rostro de la rubia.
—Viniste —dijo con voz chillona.
Sentí como la mano de Natalee apretaba con fuerza la mía. Entonces, con un solo tirón la presenté adelante, para que la viera. La sonrisa de Amanda se esfumó más rápido que un 'hola que tal' Sus ojos miel se clavaron con asombro y enojo sobre la pequeña figura de Natalee. Arrastrando la vista me miró a mí. Yo solo sonreía como si nada pasara.
— ¿No sabía que venías acompañado? —me dijo apretando los dientes.
—Y desde ahora en más, va a ser así casi siempre —le dije.
Volvió su vista a Natalee y vi como su rostro cambiada radicalmente.
—Entren —sentenció y entró a su casa.
— ¿Qué es esto? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Acaso quieres vengarte de mí por haber ido a lo de Robert? —me preguntó por lo bajo.
—No, no es eso. Te traje como escudo anti-Amanda —dije por lo bajo para que la rubia que estaba delante nuestro no escuchara —Además de que no iba a dejarte con el neandertal de Pattinson.
—Me debes una grande, Jonas —musitó. La miré de costado y le sonreí.
—Demás está decirlo, cuando quieras te pago cariño —dije.
Amanda detuvo su paso y se giró a vernos. Quizás nos escuchó.
—Pueden sentarse ahí, ya traigo las cosas para el trabajo —dijo de mala gana y se metió en una puerta.
—Creo que no puede odiarme más porque no tiene capacidad mental para hacerlo —dijo Natalee mientras se sentaba.
—No le hagas caso, está loca —le dije mientras me sentaba a su lado.
—Sí, y es por tu culpa —me dijo.
—Ya, ya cariño, no me sigas retando —le pedí.
Amanda entró y apoyó, con algo de fuerza, los libros sobre la mesa. Despreocupada Natalee, sacó su celular y comenzó a escribir en él. Miré a Amanda, y esta se sentó frente a mí.
—Bueno, ¿Qué hay que hacer? —le pregunté.
—Es un trabajo que mandó la profesora de contaduría. Quiere que realicemos un análisis general de no sé qué cosa.
—Análisis general del consumidor final —habló Natalee sin dejar de escribir en su celular.
Amanda le lanzó una venenosa mirada y volvió la vista a mí. Traté de no reír, pero me fue imposible. Así que la rubia me miró con enojo.
—Sí, ¿y qué más? —le dije para que volviera a concentrarse en el tema.
—Eso, y hacer un gráfico con las estadísticas del mes —me dijo.
—Empecemos —dije y tomé el papel. Pero mis ganas de ir al baño impidieron que empezáramos. —Amanda, ¿Dónde está el baño?
—Esa puerta de allí —me dijo y señaló con el dedo.
—Ya vuelvo señoritas —me disculpé y salí de allí.
Entré al baño, hice lo necesario y volví a salir. Detuve mis pasos al escuchar la voz de Amanda.
—Te lo advierto querida, va a ser mejor que te alejes de Joe —le dijo.
—Escúchame bien peli teñida —le habló la rubia —Me parece que al fin la tintura barata que utilizas quemó las pocas neuronas que tenías. Ya no me van tus estúpidas amenazas. Y si no quieres terminar peor que la primera vez, mejor cierra la boca...
—Eres una... —entré a la sala antes de que la cosa pasara a mayores. Refrené una sonrisa, la rubia había dejado bien en claro quien de las dos era más peligrosa.
—Bueno, ahora si podemos comenzar —dije mientras me sentaba de nuevo.
Los minutos pasaban y yo ya me estaba volviendo loco con todo esto.
Es que es increíble que haya gente como Amanda en el mundo. De verdad es algo que no logro entender.
—Amanda, linda, pon atención. Las cosas no son así —le dije por décima quinta vez.
Era la décima quinta vez que le explicaba lo mismo. Ella soltó una tonta risita.
¡Aaag, como exaspera! Y aún no puedo creer como tuve el valor de acostarme con ella, pero nunca más lo hago. Lo juro por mi hombría, que jamás me vuelvo a acostar con chicas así.
Aunque como ya dije una vez nunca hago caso de mis propias palabras.
—Es que no lo entiendo —dijo ella.
Miré de reojo a Natalee, y seguía concentrada con su celular. Solté un suspiro.
—No importa Amanda, ¿Por qué no vas a traer algo de comer? —le pregunté.
Ella asintió y se puso de pie para ir a buscar lo que le encargué. Giré mi cabeza para mirar a Natalee. Ella levantó su vista del celular para mirarme también.
— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—No soy un genio, no pongo atención en clases, pero dime por favor que no fue mi imaginación la completa falta de, ya no inteligencia, sino SENTIDO COMUN en Amanda —le dije. Ella sonrió levemente.
—Vamos Jonas, ¿Acaso no conoces la clase de chica que está frente a ti? No tiene ni dos dedos de frente, y se cree dueña del mundo —dijo y volvió su vista a su celular.
— ¿Qué estás haciendo con el celular? —le pregunté.
—Estoy jugando —contestó sin dejar de mirar la pantalla.
—Ayúdame —le dije.
Volvió a clavar su vista en mí, y sentí muchos deseos de besarla. Pero no a la fuerza, de besarla y que ella estuviera completamente de acuerdo con ello.
Soltó un suspiro y guardó el celular para acercarse a la hoja que yo tenía en mi mano.
Más rápido de lo que hubiese esperado, la rubia y yo terminamos el bendito trabajo. Con personas así si da gusto trabajar y hacer las cosas.
—Gracias —le susurré cuando vimos que Amanda entraba a la sala con una bandeja en la mano. Me puse de pie y tomé la mano de Natalee para que también lo hiciera. Amanda nos miró bien, y apoyó la bandeja sobre la mesa —Amanda, ya terminé el trabajo. Y perdón por no esperarte para hacerlo juntos, pero tengo que irme a hacer unos tramites muy importantes.
—Pero... —habló ella.
—Nos vemos el lunes en la Universidad —dije mientras empujaba levemente a Natalee para que caminara hacia la puerta —No te olvides de llevar el trabajo por favor. Adiós y gracias por tu hospitalidad.
—Adiós —escuché como decía. Salimos de su casa y seguí empujando levemente a Natalee hasta la moto. Ella se giró a verme cuando llegamos.
— ¿Qué? —le dije.
— ¿Sabes? Me dio pena —dijo. Sonreí.
— ¿Quién?
—La rubia teñida.
—Cariño, no le tengas pena. Ya te dije que está loca. Ahora sube a la moto, vamos a un lugar que conozco.
—No, no quiero ir a ningún lugar contigo.
— ¿Por qué no?
—Porque eres un hombre horrible, un insensible, nada te importa... ni siquiera lo que esa loca sienta —me dijo.
Sonreí y negué con la cabeza soltando un suspiro.
—Bueno, si soy todo eso. Pero vamos, me hiciste un favor ¿o no? —dije. Ella asintió —Bueno, vamos a tomar algo. Chaz y Ryan nos esperan allí.
— ¿Y cómo sé que no me estas mintiendo?
— ¿Acaso crees que yo sería capaz de hacerte algo? —le pregunté. Me miró fijo a los ojos por unos cuantos segundos. Sonrió levemente.
—No —dijo negando con la cabeza.
—Aah bien, entonces hazme el favor de subir ¿sí?
Ella asintió como una niña pequeña y subió a la moto, para luego yo subirme detrás de ella. Arranqué y manejé a través de las ruidosas calles, hasta llegar al bar.
—Oye, ¿se puede saber que fue eso de MI Natalee? —me preguntó de la nada.
Sonreí divertido, mientras continuaba manejando.
—Es una forma de expresión territorial, cariño —le contesté. Ella se giró a verme.
— ¿Y acaso yo soy un territorio?
—Sí, mi territorio.
—En tus sueños Jonas.
—Y en los tuyos también, cariño —dije y besé su mejilla. Ella me miró con recelo.
Era de noche, casi las 9. La tarde se nos había pasado en casa de Pattinson y Amanda. Se bajó y miró a su alrededor. A lo lejos vi como dos personas se acercaban a nosotros. Tomé la mano de Natalee y la acerqué a mí, para mantenerla segura. Hasta que reconocí quienes eran.
—Hey, ¿Qué hacen aquí? —preguntó Chaz mientras se acercaba más y saluda con un abrazo a Natalee. Ella le devolvió el gesto. Ryan también la saludó afectuosamente. Luego ambos me miraron venenosamente.
— ¿No se te ocurrió llevar a Natalee a un mejor lugar? —me preguntó Ryan. Me encogí de hombros y negué con la cabeza.
—Natalee disculpa la falta de sensibilidad de Joe, no sé qué estaba pensando al traerte a nuestro cuchitril —le dijo Chaz.
— ¿Acaso es tan malo? —preguntó ella.
Los dos lame botas confianzudos asintieron con la cabeza.
—No es lugar para una señorita como tú —dijo Ryan.
—Aunque creo amigo —le dijo Chaz a Butler apoyando una de sus manos sobre su hombro y mirando a Natalee —Que no hay lugar perfecto para ella.
—Aaaaw, son tan tiernos —dijo ella sonriendo levemente.
— ¿Ya se cansaron de ridiculizarme frente a mi Natalee? —les dije y ambos me miraron. Ryan negó con la cabeza. Le gruñí por lo bajo —Vamos, entremos.Entramos y lo primero que nosinvadió fue el olor a cigarrillo. Para la hora que era el lugar ya estaba llenode aquellos hombres que se la podían pasar horas allí dentro. Vi como Nataleemiraba con atención a su alrededor. Su mirada se fijó en las muchachas queestaban sentadas sobre los regazos de los que estaban jugando al truco. Se giróa verme.
—Ellas son las damas de compañía —le dije. Ella volvió a mirarlas —Pero solo semeten con los hombres mayores de 21 años. Nosotros no estamos a su altura.
—Y dime Natalee, ahora que Joe es tu garrapata incomoda, ¿te agrada un pocomás? —le preguntó Ryan. Ella sonrió.
—Y pues... hay veces en las que es insoportable... pero te acostumbras —dijodivertida.
—Me ama, pero esta terca en negarlo —dije yo. Chaz se giró a verme.
—A mí me parece que el que lo niega más es otro —murmuró Somers.
Lo miré mal y nos sentamos en una de las mesas. Natalee miraba curiosa a sualrededor, como inspeccionando el lugar.
— ¿Te gusta? —le pregunté. Volvió su vista a mí.
—El lugar es así como de época, pero moderno. Es lindo.
—Espera a ver cuándo se ponga linda la cosa —musitó Ryan. Lo pateé por debajode la mesa. Siseó e intentó devolverme el golpe, pero se lo dio a Chaz. Nataleerio divertida.
—Ya basta, dejen de comportarse con niños. Vamos a pasarla lindo —dijo ella.
—Así se habla cariño, así se habla —le dije.