Suspiros en la oscuridad

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Cojo una gran bocanada de aire, que me devuelve a la cocina llena de mugre. Tengo los nervios completamente a flor de piel, noto como mi corazón golpea mi pecho sin cesar. Esa niña, Leila, porque sé quién es y a la vez no la reconozco. Siento que debo protegerla, encontrarla cuanto antes pero no logro unir cables para saber el porqué.

Giro la cabeza y me encuentro con Nasha, a apenas unos centímetros agarrando mis brazos con furia. Sin pensarlo dos veces cojo sus muñecas y las presiono con toda mi fuerza. Al instante el cuerpo de Nasha queda inerte y con el pelo completamente electrizado. Salgo de la cocina para descubrir como todo es igual que en mi sueño, pero mucho más desgastado y destrozado.

Corro por el pasillo que hace unos minutos parecía tan glamuroso y ahora parece falto de vida. Oigo la música e interrumpo mi acelerada carrera para recapacitar. Cambio de dirección y esta vez me dirijo hacia la música. Llego hasta las escaleras por las que bajé completamente engalanada para encontrarme con Yuri. Sigo mi recorrido hasta encontrarme frente a una puerta de madera.

Parece desgastada con los años, y la poca luz que entra por las ventanas no me permite ver lo que hay escrito en ella. Sale una musiquilla tocada con gran delicadeza que me deja paralizada por un momento. Pongo la mano en el pomo y me dispongo a entrar. Al abrir la puerta me encuentro con una pequeña habitación iluminada por un solo candelabro. En medio de la sala se encuentra una muchacha con el pelo rizado y naranja. Colocada contra la pared hay una cama en la que esta tumbada una mujer que me recuerda a la de mi sueño. Pero esta tiene el pelo rojo sembrado de canas, la cara llena de arrugas y los ojos hundidos.

La muchacha con el violín se gira y al verme parece que se le haya aparecido un fantasma. Sus grandes ojos verdes apenas se mueven y su boca está casi desencajada.

- ¿Qué sucede, Leila?- dice la mujer recostándose en la cama.

- No puede ser- pronuncia la joven, a la cual comienza a asomarle una sonrisa en la boca.

Se levanta del taburete y en un par de pasos se ha plantado frente a la puerta. Me agarra del brazo y me mete dentro de la habitación. Asoma la cabeza mira de lado a lado y cierra la puerta con llave. Me giro y veo a la mujer mayor plantada delante de mi mirándome fijamente y con los ojos llenos de lágrimas. Sin apenas percatarme sus brazos me rodean apretándome con fuerza. Oigo como sorbe con la nariz y como la otra muchacha se une al abrazo. En otro momento me habría sentido incomoda, pero en vez de apartarme y sentir que esto no va conmigo tengo la sensación de que sí, este abrazo me pertenece. Rodeo con cuidado el frágil cuerpo de la mujer y apoyo mi mejilla en su hombro.

- Solo deseo que esto no sea otro sueño- reza la mujer silenciosamente- no permitiré que mi pequeña se vuelva a ir de mi lado.

Deshacemos el abrazo y me quedo mirando perpleja a ambas. Me gustaría que mi mente dejara de ocultarme cosas y me descubriera el espacio en blanco que hace que no recuerde a las dos mujeres.

- No quiero sonar maleducada, pero necesito saberlo- dice bajando la mirada la muchacha- ¿Cómo has vuelto, Val?

- Me trajeron aquí- digo ignorando el hecho de que sabe mi nombre sin habérselo dicho yo- No sabía ni a donde venía.

- Esa no es la pregunta- responde la mujer mayor- Estabas muerta, y ahora vuelves como si nada dieciséis años después con la misma apariencia con la que te fuiste.

Suena tan rotundo, que hace que me quede sin respiración. No tiene sentido. Caigo en la cuenta en que la joven es la misma niña que vi en mi sueño, pero ya echa una mujer. No entiendo lo que dicen. ¿He tenido una vida paralela? Y yo no lo he sabido nunca. Como puede ser que estas mujeres que me son tan familiares digan que me conocen siendo que yo nunca he estado aquí. Cuando pasó con Adonaí pensé que era simple coincidencia, pero sigue sucediendo, y cada vez tengo más claro que hay algo que obvio en esta historia.

La casa de muñecas (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora