El Chico Durmiente (adaptación) (concurso)

Capítulo 3

—¡A ver inútiles! —protestó Ranmífico hacia sus súbditos.— Hoy es el día en que el príncipe cumple los 16 años, y ni rastro de él. ¿¡Lo han buscado bien!?

—S-Si señor, lo hemos buscado por mar, tierra, bosque e incluso en todas las cunas que pudimos encontrar.

—¿Ah? ¡Cunas! Claro, cunas... —aquel gran hechicero empezó a reír como loco, y junto con él todos los demás sirvientes, creyendo que lo habían hecho bien.— ¡Bola de inútiles! ¡Todo este tiempo han estado buscando a un bebé! ¡No me sirven, largo de aquí! Tsk... —al ver a su querido cuervo, pensó que él le podría ser de ayuda.— Mi querido amigo, tú sí eres de ayuda, así que anda, ve y busca a un joven de 16 años, que tenga una melodiosa voz y grande belleza.

Y así fue como el cuervo salió en busca de lo que su amo le pedía, ya que no quería ser regañado como los demás y mucho menos que lo fuera a convertir en un sapo o algo por el estilo.

Por otra parte, las tres hadas, ahora disfrazadas como campesinas, ideaban el regalo para su pequeño Ai. Si, le habían modificado el nombre para que fuera aún menos sospechoso.

—¡Miren chicas! —dijo Ringo sacando un gran libro.— Este traje esta divino, de seguro a Ai se le vería muy bien, ¿no creen?

—¡Si! ¡Será un buen regalo.

Todas estaban reunidas en la pequeña mesa de la cabaña, en eso, Ai bajó de su habitación, encontrándolas en una forma bastante sospechosa.

—¿Pero qué hacen todas ustedes? —preguntó mientras se llevaba sus manos a su cintura.

—¡Te hacemos tu rega..-! —fue interrumpida Nanami, pues Tomo le dio un golpe en la cabeza.

—¡Nada Ai!... ¿Por qué no vas por fresas? ¡Si! ¡Las necesitamos!

—Pero ayer fui por fresas...

—¡No importa! ¡Tú ve! —y así entre todas, arrastraron al chico fuera de la cabaña.— ¡Entre más te tardes mejor!

Ai, con resignación se fue, pues era órdenes de sus tías, o eso era lo que creía que eran. 

En el camino, como no tenía nada que hacer decidió cantar. Eso era lo que más le gustaba, pues era divertido, por lo menos para él.

—Quisiera, quisiera, quisiera ser como las aves que cantan. —aquella voz tan hermosa provocó que sus amigos, los animales fueran despertando.— A alguien que escucha su hermosa tonada de amor. —aquellos animalitos amaban oírlo cantar, además que eran sus únicos amigos.— Quisiera, quisiera, que mi melodía encuentre algún día, a la persona que espero, y al fin se enamore de mí.

Pero, aquella melodiosa voz no sólo cautivó a los animales, pues desde lo lejos, un chico de cabello castaño la oyó, quedando sorprendido inmediatamente.

—¡Hey! ¿Oíste eso Myu-chan? —le preguntó a su caballo, el cual lo ignoró.— ¡Debemos buscar de dónde viene aquella melodía tan hermosa! ¡Vamos! —el caballo inmediatamente se resignó a ir, tenía ganas de irse ya a su palacio, a comer sus tan amados terrones de azúcar.— ¡Vamos Myu-chan! Si me acompañas prometo darte extra de terrones junto con un montón de chocolates, ¿qué dices? —al oír la palabra chocolate, el caballo inmediatamente salió en busca de la melodía.

El corcel iba tan rápido, que no se fijó que había una rama salida, y eso hizo que tirara a Reiji en un pequeño lago que había en el bosque.

—¡Grrr! Olvídate de los chocolates Myu-chan... —dijo refunfuñando.

Mientras tanto, el chico del bosque, se encontraba sentado en un tronco, hablando con sus únicos amigos, los animales.

—¿Saben? Aveces siento que mis tías me tratan como si todavía fuera un niño pequeño, pues siempre me dicen que no hable con extraños... ¡Pero ya rompí esa regla! Pues conocí a un chico muy apuesto... Si, sonará raro, pero eso no es el punto. —los animales parecían estar muy interesados en lo que les contaba el joven.— Era un joven alto, de cabello castaño, y los dos bailamos durante un buen rato, luego de eso él me tomó entre sus brazos, se acercó a mi rostro y... Desperté. Si, desafortunadamente fue solo un sueño. —se encogió de hombros decepcionado.