Las luces del vagón se habían apagado y tan sólo quedaban abiertas un par de luces encendidas en cada extremo del interior del tren que hacían una iluminación tenue y anaranjada. Lentamente, todos los pasajeros se fueron calmando, aunque predominaba un ambiente tenso. Los dos chicos decidieron alejarse un poco de la puerta y sentarse en el banco, acto seguido Aqueronte subió al regazo de Oden. Desde que habían entrado en la cueva, la temperatura había bajado levemente. Pasaron un tiempo pensando en lo que les depararía en un futuro tan próximo, pues al haber entrado en la cueva podía significar muchas cosas. Al cabo de un rato, Adel rompió el silencio para hablar sobre lo que podía suceder.
- Puede que el trayecto finalice dentro de esta inmensa cueva... ¿Qué crees que habrá fuera del tren? - Preguntó Adel, se le podía observar ciertamente preocupado.
- No lo sé. Yo tampoco sé que habrá... Ni tampoco sé que hacemos aquí ni porqué estamos aquí. Yo creo que algo habrá al final del recorrido del tren, sino no estaríamos aquí, ¿no? - Intentaba Oden reflexionar y sacar alguna lógica a la situación.
Adel guardó silencio. Se quedó pensando en las palabras que le acababa de decir Oden y creía que realmente podía tener razón. Oden es un chico que piensa y reflexiona sobre las situaciones, cuando tiene un problema al que enfrentarse siempre usa la lógica por delante de todo y eso hace que Adel le de tanta importancia a sus opiniones. Mientras uno meditaba ante lo que le acababa de decir su amigo, el otro intentó observar el exterior del tren a través de la ventana.
A simple vista, no se podía divisar nada en ella. Pero cuanto más se fijaba, algunos detalles se podían entrever. Descubrió que el interior de la cueva se encontraba iluminado con unas luces de colores cálidos que pasaban por delante de la ventana a gran velocidad. Oden se giró para mirarlo desde la ventana que tenía a sus espaldas y lo pudo observar mejor. Desde ella se podía ver más detalles del interior de la cueva, cosa que no se podía observar en la ventana de enfrente. Se podían ver grandes rocas, grandes estalactitas y estalagmitas y hasta columnas de rocas. La cueva parecía muy grande, no se podía distinguir ningún tipo de pared o fin en los laterales.
Pasó cierto tiempo, el tren estuvo aproximadamente una hora en el interior de la cueva y no disminuía la velocidad. El exterior de la cueva era siempre lo mismo y Adel no tardó mucho en dejar de reflexionar y girarse para mirar por la ventana. Al final acabaron aburridos, no sabían que hacer ni sobre qué hablar.
Finalmente cuando empezaban a desesperarse, las luces del compartimiento empezaron a parpadear y lentamente se encendieron iluminándolo por completo. También se fijaron en las ventanas, ahora no se podía observar nada de nada en el exterior. Notaron que el tren estaba perdiendo velocidad poco a poco. Los dos niños se empezaron a poner nerviosos, al igual que los otros pasajeros que se alborotaron notablemente. De repente, se escuchó un fuerte chirrido que se prolongó por unos segundos, seguidamente, se escucho un silencio y consecuentemente un fuerte bufido. El tren había frenado, acababan de llegar a su destino. Las puertas se abrieron violentamente y de golpe entró un aire frío del exterior del tren. Por las ventanas ni por la puerta se podía observar el exterior, el cual era totalmente oscuro. La incertidumbre y el temor se podía observar en los rostros de los dos jóvenes.
- ¿Qué hacemos? - Preguntó Adel con cierto pavor.
- Yo bajaría pero al estar todo oscuro da miedo... - Los dos estaban igual de asustados.
- ¿Vamos a ver que hay fuera?
- De acuerdo, pero vayamos con Aqueronte. - Respondió Oden más seguro.
Los dos chicos se levantaron del banco y se dirigieron hacia la salida del tren seguidos por el perro. En la puerta, había un escalón y se podía ver un estrecho agujero entre el tren y el andén, el cual se encontraba en una total oscuridad. Los dos chicos bajaron poco a poco el escalón y justo cuando pisaron el suelo del andén, se encendió una antorcha, la cual creó un efecto dominó y se encendieron muchas más, iluminando toda el lugar. Se encontraban en una estación lúgubre, las paredes eran de roca gris. Era una estación pequeña, tan solo estaba formada por un andén. Se podía observar el largo e oscuro túnel que habían recorrido con el tren. Parecía que la estación fuese la parte más profunda de un tipo de sima de la cual no se podía observar su obertura, ya que no tenía techo, sino una gran y desgastada abertura. En la parte frontal de la estación, justo al lado de la parte delantera del vagón, había unas anchas escaleras de mármol con una leve curva hacia la derecha que comunicaban con un palco poco iluminado. En él, se podía observar una silueta extraña.
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La Leyenda de Zadhes
FantasyAdel es un chico torpe pero astuto y sin querer, termina en un tren con un destino desconocido para él. En su viaje conocerá a dos de sus mejores acompañantes en una gran aventura en un sito místico conocido como Monder. Adel descubrirá un mundo má...