Límites

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"Sino parás, te vas a morir"- Son tan patéticos. Y me lo dicen como si me importara. ¿Cómo no pueden entender que cuando quiero algo no tengo límites?
Lo quiero, y si eso me lleva a la muerte entoces que me lleve. Porque no me importa morir en el intento.
Soy así y siempre fui igual.
Quizás a esto no lo entiende nadie, o nadie más que aquella persona que esta pasando por lo mismo, pero a pesar de que tarde mucho en llegar a esta conclusión, hoy es para mí, guía y fin: sólo me siento bien cuando estoy flaca. Sólo estoy feliz si mi panza hace ruido. Siento que lo que hago vale la pena cuando la balanza marca un kg menos, cuando la ropa antes entallada, me queda holgada.
Ese sentimiento de vacío general, de panza-espíritu, es como estar en un abismo, alejada de todo y en paz.
Los problemas más insoportables de todos son: ver la cara de resignación de mis padres cuando revuelvo el plato y no como más de dos bocados y la frustración que expresa mi médico cuando, obligada, me llevan para que siga otra inútil dieta de proteínas que jamás voy a consumir.
Son cosas que no tolero, eso y las discusiones generadas por esas dos situaciones.
Lo peor de todo es el horario de la comida, porque mis padres piensan que ellos se llevan la peor parte, aunque en mi opinión, es mutuo. Ellos tienen que soportar verme sentada frente a un plato con comida que no voy a tocar, y yo, tengo que verlos comer, asqueada porque me parece absurda la cantidad de comida que se sirven, y lo único en lo que puedo pensar es en calorías acumulandose en sus cuerpos.

Piel y huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora