Capitulo 3

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Había muchas cosas que extrañaba de Lucy Walker.
Fue por eso que me pareció agradable que se acercara a mí en el patio de la escuela ese dia y me preguntara si podía visitarla al salir de clases.
- Tengo que hablarte sobre algo - dijo.
- Okey - le contesté - no hay problema ¿A qué hora?
- ¿Como a las cuatro?
- Okey.
- Gracias, Tom.
Y desde entonces he estado pensado en eso.
Justo ahora, mientras atravesaba la porción de césped que separa la calle Crow Lane de Compton House, me preguntaba sobre qué querría hablarme. Tenía la ilusión de que fuera algo sobre ella y sobre mí, pero, en el fondo, sabía que lo más probable era que no fuera así. Lo más seguro era que, una vez más, el asunto tuviera que ver con su estúpido hermano. Ben tenía 16 años, era un año mayor que Lucy (pero como cinco años mas idiota), y recientemente había comenzado a desviarse un poco del camino: no asistía a la escuela, se juntaba con los chicos equivocados y fingía ser alguien que no era. A mí realmente nunca me había caído bien Ben, pero no era un chico tan malo.
Era sólo un poco idiota y dejaba manipular, pero, claro que eso no es lo peor que puede haber en el mundo. Sin embargo, Crow Town es el tipo de lugar en el que los idiotas que se dejan manipular se convierten en presas fáciles. Por que el lugar los devora, los escupe y los convierte en nada. Mientras atravesaba la reja que lleva a la plaza de Compton, adiviné sobre qué quería platicar Lucy. ¿Estaba enterado de que se traía entre manos? Por que ella quería enterarse. ¿Había escuchado algo?, ¿podía conversar con él?, ¿Podía hacer algo al repecto? Y, por supuesto, yo le diría: " Si, claro. Hablare con el y veré qué puedo hacer". A pesar de saber que no serviría de nada, pero con la esperanza de que, de cualquier manera, Lucy en verdad valorara mi intervención...
Miré mi reloj.
Eran diez para las cuatro.
Me quedaban veinte segundos de normalidad.
Recuerdo que mientras caminaba por la plaza hacia la terraza frontal del edifio, comprendí que, a pesar de la pasta de nieve en el piso y de la helada sensación del aire, en realidad era un día muy agradable. Era fresco, brillante y claro; los pájaros cantaban en el soleado cielo primaveral. El típico barrullo enloquecedor del conjunto de edificios casi apagaba las canciones de las aves: gritos distanciones, coches acelerando, perros ladrando, música desparramándose desde una docena de ventanas a distintas alturas; y apesar de que el sol brillaba en lo alto y de que el cielo se veía mas azul que nunca, sobre la plaza que rodeaba Compton House se cernía una inmensa y lúgubre sombra.
A pesar de todo, era un día bastante bonito.
Me detuve un momento y volví a mirar el reloj, preguntándome si no estaría llegando demasiado temprano. A las cuatro, había dicho Lucy, y todavía faltaban diez minutos. Pero entonces recordé que no había dicho exactamente a las cuatro, ¿verdad? Había dicho como a las cuatro.
Volví a ver mi reloj.
Eran nueve minutos y medio para las cuatro.
Eso era como a las cuatro, ¿ O no?
(Me quedaban cinco segundos)
Respiré hondo.
(Cuatro segundos...)
Me dije que no debía ser tan estúpido...
(Tres...)
Y estaba a punto de comenzar a caminar de nuevo cuando escuché un grito lejano que venía de lo alto:
-¡Hey, HARVEY!
(Dos...)
Era una voz masculina que venía de muy arriba, de algún lugar cerca de la parte más alta del edificio. Por un momento creí que era Ben, pero no había razón alguna para que Ben me gritara. Lo creí sólo porque había estado pensado en él y vivía en el piso treinta, y era hombre...
Miré hacia arriba.
(Uno...)
Y entonces fue que lo vi: el  pequeño objeto negro que cayó volando hacia mí, a través del cielo del atardecer y luego...
¡CRACK!
Un flash momentáneo de dolor cegador...
Y luego, nada.
(Cero)
El fin de la normalidad.

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