Capítulo V: La búsqueda

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Edith se desesperó y salió a la calle. En busca de ayuda y de su hija, comenzó a gritar. Los vecinos se asomaron a las ventanas de sus casas para ver qué estaba ocurriendo.
En eso, sale de su casa el señor Friedkin, un generoso hombre que vivía al lado de ella. Tras explicarle lo que pasó al hombre, se puso a pensar y le propuso a la desgraciada mujer una idea.
-Mira Edith, llamaré a todos los hombres del barrio e iremos a investigar el paradero de tu hija. No te preocupes, pronto la tendrás en tus brazos.
Minutos despues, los hombres salieron un busca de la niña. Cuando ya se habían ido, Edith se dirigió a la comisaría e hizo la denuncia.
-Bien, señora Schwind -dijo el oficial-. Por lo que usted me cuenta, su hija Frida Schwind se escapó de su casa hoy entre las 6:30 de la mañana y las 12:30 del mediodía, ¿verdad?
-Efectivamente oficial, eso fue lo que pa...-De repente su mente quedó en blanco. No dijo nada en unos segundos.
-Señora Schwind, ¿se encuentra usted bien?
-Oficial, mi hija fue secuestrada.
El hombre se quedó perplejo y le pidió detalles a la mujer.
-Mire, desde hace unos años, comenzé a trabajar en una tienda de alimentos 8 horas diarias -explicó Edith-. Siempre que estaba trabajando, Frida se sentía desolada y triste. Desde hace unas tres semanas comenzó a fingir, en busca de mi atención, que veía a personas con cuchillos en su habitación. Todas las noches, ella gritaba terriblemente para que yo acuda a su habitacion y me quedase con ella. Hasta que anoche... simplemente me harté. La escuché gritar y no hice nada -en este momento, comienza a culparse a sí misma y rompe en lágrimas-. La dejé gritando... oh Dios...

Horas después, Edith llegó a casa moralmente destrozada. Estaba muy cansada y simplemente se fue a dormir. Quería dormir pero no podía. Se culpó terriblemente por la desaparición de Frida. Lloró y lloró hasta que se durmió. No quería saber nada en absoluto.
A la mañana siguiente, se despertó muy tarde y faltó al trabajo. Ni siquiera se levantó de su cama. No hasta unas horas más tarde, cuando tocaron la puerta. Con una leve esperanza, abrió la puerta y tras ella se hallaban el señor Friedkin y otros vecinos.
-Buenos días, Edith... esta mañana nos salimos de la ciudad y nos adentramos en el bosque. Encontramos a tu hija pero... lamentamos decirte que Frida fue brutalmente asesinada.

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