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                                                                                      PRIMERA PARTE

                                                                                                   UNO.

Los padres le habían puesto Vendela porque decían que no era un nombre común en la zona que ellos vivían, tal como su pequeña hijita. Ella no era una bebé común.

Fue hija única. Su madre pensaba que no necesitaban otro hijo, tal vez ni siquiera lo amarían tanto como la amaban a ella. Era, como la mayoria de las hijas primeras, la luz del padre. Cuando la pequeña cumplió dos años ya pronunciaba una gran cantidad de palabras a la perfección. Caminaba y tropezaba muy poco. Las amigas de su madre la miraban de mala gana ya que a sus bebés les había tomado más tiempo aprender a decir palabras como "mama" y "mema".

Al ser hija única Vendela recibió una educación bastante estricta. Se le enseñaba valores a diario y para sus siete años ya leía y escribía un sin fin de palabras. Al entrar al segundo grado la niña sabía sumar, restar, multiplicar con los dedos y hacía algunas cuentas de "numeros grandes", como decía su madre. Recibía mucha atención de sus padres respecto a la educación. Su madre, quién trabajaba muy pocas horas, cuando salía de su trabajo y la pasaba a buscar por el colegio iba planeando qué lecciones le enseñaría ese día. La niña a veces se quejaba, ella quería salir a jugar. "No hasta que termines tus ejercicios", decía su madre.

A sus ocho años Vendela recibió su primer diario intimo. Tenía la tapa rosada pálida de cuero y muchas hojas en blanco. Junto a él vino una lapicero del mismo color. "Vuelca tus ideas aquí y cuando seas más grande y te releas, te sorprenderás de lo que escribiste hoy", le dijo su padre. A partir de eso, ella escribió todas las noches en el diario.

Para sus diez años Vendela le pidió a sus padres que le obsequiaran clases de teatro. La madre, sorprendida porque pensaba que a la niña le interesaba más lo que era escribir accedió. Costó un poco convencer al padre, pero la llevaron juntos a su primera clase. Al principio la pequeña se mostraba vergonzosa, no obstante bastó unos pocos meses para que la pequeña fuera una de las mejores alumnas. "Vendela, debes poner lo mejor de ti en lo que quieras hacer. Esfuérzate mucho y verás que serás la mejor actriz", le decía su padre.

Cerca de sus trece años Vendela estaba muy interesada en protagonizar la obra de fin de año para niños. Se esmeró mucho, pero no fue suficiente. Había una niña mejor que ella. Obtuvo un papel secundario. Eso la puso de mal humor. Le costaba creer que había deseado algo tanto y no resultó como ella esperaba. Sin embargo, cuando el telón del teatro se cerró el publico aplaudió de pie. Vendela se sintió mal por un lado porque esos aplausos no eran para ella, si no para la niña de catorce años que le había quitado el papel principal. Por otro lado se sintió emocionada como nunca antes, admiró el arte de aquella niña y sus expresiones tanto corporales como faciales. Las formas en las que la niña pronunciaba cada palabra llenas de sentimientos, como su rostro cambiaba de acuerdo a cada escena. Supo que quería ser como ella. No debía odiarla, debía admirarla e imitarla profesionalmente. "Debo conseguir más, debo saber más", se dijo la pequeña. Cuando la obra terminó y la familia volvió a la casa, el padre le entregó un ramo de rosas.

-Tu fuiste la estrella hoy - dijo él y la abrazó.

-Gracias papa.

Su madre la llenó de besos y abrazos para felicitarla por su primer puesta en escena. En la cena, Vendela decidió que había llegado el momento de pedir más.

-Mama.... - comentó ella avergonzada.

-¿Sí, querida?

-Hoy me di cuenta que no quiero ser mas el segundo papel.

-Pero estuviste asombrosa - comentó el padre.

-Basta papa, por favor - agregó desalentada - Noemí estuvo asombrosa. Tiene un manejo corporal impresionante. ¿Sabes que me falta?

-¿Qué, linda? - preguntó la madre.

-Cantar. Si quiero triunfar en el teatro debo cantar.

-Pero tu ya cantas cielo, en tus clases enseñan canto.

-Sí mami, pero enseñan comedia musical nada más. Necesito cantar más, quiero aprender a cantar popular, solos, etcétera. Si no canto como Noemí jamás me darán un papel protagonico.

El padre lo pensó un momento. ¿Debía cumplir todos los deseos de su hija? Claro que sí, era su única hija, su nena. Miró a su mujer durante unos segundos, luego miró a su pequeña desalentada. Actuar no le había hecho bien, la había desalentado porque perteneció a los segundos cuando él había visto cuanto se había esforzado ensayando.

-Está bien, mañana tu madre te buscará una profesora de canto que abarque todas las categorías.

Ese fue el inicio de todo.

Vendela iba al colegio a la mañana, durante la tarde algunos días tenía clases de teatro, otros tenía clases de canto y los días que no asistía a ninguna de las dos se encerraba en su pieza a ensayar. Imitaba a sus actrices favoritas, les copiaba los gestos y luego los amoldaba a su estilo. Ponía dvd's de musicales como "Los Miserables" y "Sweeney Todd: el barbero demoníaco de la calle Fleet". No desaprovechaba ninguna oportunidad de cantar o actuar, inclusive cuando miraba musicales para niños también los cantaba.

Sólo algunos años más tarde se había convertido en una hermosa adolescente y ya estaba preparada para brillar en cualquier escenario. O al menos eso creían sus padres. Su madre la llevaba a todas las aduciones posibles. Vendela ya se había acostumbrado a actuar con sus compañeros de teatro en pequeñas obras. Se había convertido en una adicta de los papeles protagonicos y los aplausos. Siempre se exigía más y más. El publico la adoraba. Dentro de todas sus audiciones consiguió realizar dos comerciales, pero eso no bastaba. Cuando audicionaba para algún papel grande le decían cosas como "Buscamos algo más maduro", "Necesitamos algo más profesional", "Excelente, pero aún eres un poco novata", "Eres muy pequeña". A veces la joven se desalentaba, pero su madre al ver su cara le decía una gran verdad. "Te dirán mil veces que no y pocas veces que sí, hija mía. El No lo tienes asegurado, buscá el Sí. Recuerda que el que nunca arriesga, nunca gana. Tu no tienes nada que perder". Esas pocas palabras la ayudaron durante toda su corta carrera.

Tres días después de cumplir diecisiete años a Vendela le llegó el rumor a través de su profesora de que había un casting para una pequeña película musical. Ensayó día y noche sin parar. El día de la audición estaba ansiosa. Ese papel sería suyo. Entró a la sala con las lineas ensayadas y miró a las personas que aguardaban allí encontrar una nueva estrella. Comenzó diciendo:

"Madre, he matado un hombre. Madre, no fue mi intención, pero ahora debo enfrentar la realidad. ¡Madre! ¡Nunca quise hacerte llorar!..."

Y luego cantó:

"(...) Sólo soy una pobre niña, nadie me ama. Sólo soy una pobre niña de una pobre familia. Fácil vengo, fácil me voy, ¿dejarás que me vaya? ¡Déjame ir!(...)"

Un hombre de cara vieja la miró sin emoción y le dijo

-Te llamaremos....

-Vendela, Vendela Gebels.

-Adiós.

Salió destruida.

Pasaron tres días hasta que sonó el teléfono y le dijeron que había conseguido el papel. Era el inicio de su carrera como profesional.


La intérprete; m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora