cinco.

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"Tal vez no es nada más que mi imaginación. El doctor dijo que fue por intoxicación, pudo haber sido cualquier cosa. Quizás comí o bebí algo que ya se había echado a perder. Si hubiera sido alguna sustancia extraña me lo hubieran dicho. Pero parece apropósito".

-Le digo que si estoy en condiciones de ir, no quiero demorar esto más – decía Dela al director Clifford por teléfono.

-No, por favor tomate un días más. No me perdonaría si algo le pasara a mi estrella.

-Pero si estoy en condiciones de ir.

-Vendela, por favor – suspiró – quédate sólo por hoy. Mañana te espero a primera hora.

-Está bien. Nos vemos entonces.

No le gustaba quedarse sola en su casa, siempre se aburría. Cuando se dedicaba días a descansar los aprovechaba para tomar aire fresco, llamar a su familia y hablar durante largos ratos, inclusive caminar las calles del centro. No podía salir aquel día ya que llovía con fuerza. A causa de eso se recostó en la cama a mirar una película.

Vendela no sabía cuánto cansancio acumulado tenía hasta que no se acostó en la cama y se quedó dormida de inmediato.

(...)

Caminaba por un pasillo largo de poca luz. Se detuvo a mirar su vestimenta, llevaba puesto el camisón que usaba usualmente para dormir. Estaba descalza y sentía frío en los pies. Se preguntaba qué hacía allí, cómo había llegado. Debía irse de ese lugar con urgencia. Comenzaba caminar de nuevo, pero un ruido escalofriante detrás de ella, sólo a unos pocos metros la detenía. Volteó de repente. Nadie detrás. Se puso nerviosa, sus manos transpiraban y sus labios temblaban. "¿Qué hago aquí?", se preguntó en voz alta. A unos cinco metros delante de ella se encendió una luz blanca que alumbraba una puerta de salida y corrió hasta ella. Pero el ruido ése, Dios, ése ruido tan perturbador. Volteó para ver a sus espaldas. Nadie. Se detuvo a mirar unos segundos, esperando que aparezca alguien pero no había nadie. "¿Quién anda ahí?". No obtuvo respuesta alguna. Volvió a mirar a la puerta, seguía ahí, esperándola, recibiéndola.

Comenzó a caminar con prisa hasta la misma, sin embargo, a cada paso que daba la puerta se alejaba un poco más. El ruido aquel, tan asechador volvió. Era como si alguien arrastrara una cadena detrás de ella. Vidrios, metal, algo terrible. Sintió el peligro. Alguien comenzó a caminar hasta donde ella. Sentía los pasos con prisa a sus espaldas. La puerta se alejaba cada vez un poco más. Comenzó a correr, quienquiera que sea detrás de ella también lo hizo. Vendela no tuvo el valor de mirar hacia atrás, no quería conocer el rostro de su enemigo. Estaba tan cerca de la salida y sentía tan cerca el peligro que sus manos temblaban y no le alcanzaban las piernas para huir de ahí. Cruzó la puerta y la cerró. Recuperó el aliento y volteó a mirar a dónde la había llevado aquella salida. Era su casa. "Al fin", dijo, "al fin estoy a salvo". Se sentó en el piso y bajo la mirada, tratando de tranquilizar su ritmo cardiaco. Se quedó de esa manera durante varios segundos. Alguien la tomó del brazo.

(...)

Despertó de un salto y se sentó en la cama. Respiraba de manera agitada y estaba nerviosa, no podía distinguir la realidad de aquel sueño tan perturbador. Se puso la mano en el pecho tratando de medir los latidos de su corazón. Hacía mucho que no tenía una pesadilla y no estaba acostumbrada.

"Diablos", pensó, "gracias a Dios que sólo fue un sueño".

Se puso algo en los pies ya que no le gustaba caminar descalza y recorrió su casa intranquila. Los nervios del sueño aun no se le habían ido. Aunque para ella era estúpido, sentía la necesidad de revisar su casa en busca de intrusos o algo fuera de su lugar, pero todo estaba bien.

"Si, sólo fue un sueño".

Ya había oscurecido. Los nervios le habían quitado el apetito. Volvió a su cuarto y se sentó sola en la muy bien adornada cama de dos metros. Después de recorrer su casa sola y observar lo grande que era, volvió a pensar en lo sola que estaba.

"Tal vez necesite un amigo, pareja, algo. Por qué no una mascota aunque sea. No, mascota no. Pasaría mucho tiempo sola y yo no estaría para cuidarla siempre. Mi trabajo ocupa muchas horas de mi día. Mascota no".

(...)

De pequeña, cuando aún vivía con sus padres, si Vendela miraba una película de terror su madre para que no tenga miedo, al finalizar la película le ponía dibujos animados o alguna película para chicos, sólo para que se olvidara de las horribles imágenes que la atormentaban. A pesar de que los años habían transcurrido la joven seguía siendo la misma niña frágil. Siempre había sido una chica con muchos temores, era fácil ponerla en un estado inestable, aunque ella peleara contra esos "pequeños defectos". Así los llamaba ella.

Volviendo a las viejas costumbres, en la televisión de su pieza buscó el canal más infantil y ése fue el que dejó. Se tapo hasta la cintura con las delicadas y suaves sabanas violetas y dejo las luces encendidas, tanto como las de su habitación como las del el baño que estaba dentro de la misma. Ya era de noche. La lluvia se había detenido pero el clima no era bueno. Estaba concentrada mirando Tom y Jerry cuando su celular sonó en la mesita de luz.

-¿Diga? – preguntó.

-¡Dela! ¿Cómo te sientes?

-Excelente – mintió - ¿Cómo estás Lana?

-Llamo para recordarte que tienes que hacer las maletas.

Vendela se quedo pensando. "¿Maletas?"

-Dela...

-¿Qué?

-Lo olvidaste, ¿no es así?

-Lana, me conoces.

-En tres días viajas a Buenos Aires.

-¡Ah, es verdad!

-Allá hace mucho frío por lo que tengo entendido, prepara tus mejores abrigos.

-Está bien. Gracias por recordarme.

-Para eso me pagas – respondió Lana graciosa – mañana a la mañana voy verte, necesito asegurarme de que estas en condiciones de viajar.

-Te aseguro que lo estoy.

La conversación se acabó y dejo su celular de nuevo en la mesita. Adoraba viajar, le fascinaba. La joven no conocía Buenos Aires, pero había escuchado que aquel lugar era hermoso. El miedo se había marchado.

"¡Excelente! ¡Buenos Aires, allá voy!".

Eyԑ

La intérprete; m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora