Dollhouse.

tres

Seco mis lágrimas con el pañuelo de seda color rosa pálido que me ha regalado un chico azul a las afueras del instituto.

Estoy a oscuras en la madrugada viendo un programa de documental en un canal, mi hermano en su habitación drogandose, como todos los días, mi madre acostada en el suelo junto a un frasco lleno de licor, apago el televisor justo cuando mi padre entra. Se escuchan risas femeninas y chisteos de mi padre para callar a la prostituta, sé que es una porqué no es tan estúpido de traer a la casa a su amante, suben al ático donde siento gemidos y jadeos, mi estómago se revuelve, con mis ojos llenos de lágrimas camino hasta mamá.

──Mamá, mami. ──Sollozo. ── Despierta, papá trajo una puta.

Mi madre se despertó de a poco, los gemidos femeninos todavía se escuchan mucho más fuerte. Mi madre toma su cabeza en con una mano y gime de dolor.

──Cariño, ayudame a llegar a mi habitación.

Asiento.

Tomó los hombros de mi madre y la llevo al segundo piso despacio, la acuesto en su cama y salgo, llorando, no he parado de llorar, se siente un grito femenino en toda la casa, los vulgares sonidos acaban.

Me arrojó al suelo tomando me cabeza entre mis manos enterrandolas en mi cabello. Siento abrir una puerta y caminar por el piso de madera unos pies descalzos por el sonido que emiten al dar un paso, siento unos brazos dándome seguridad, es mi hermano lo reconozco por el olor a cannabis que bota de él.

Me toma como un bebé y camina hasta su habitación, dejándome en la cama, arropandome susurrando que todo iba a estar bien.

Ni él se lo creía.

Se acostó al lado mío contándome sus historias de adolescente, intentando fallidamente que olvidara todo lo que pasa en nuestra casa de muñecas.