Dollhouse.

cinco

Caminé por los pasillos de la escuela, llevaba un vestido azul con vuelos, con el cabello tomado en dos moñitos al cada lado mío, traía unas zapatillas Converse azul agua largas.

Mire hacia todos lados y sonreí, pasó Amelie y me sonrió ¡Wow!

Llegué a mi casillero y saqué las invitaciones a mi fiesta de cumpleaños que haré en un día más.

Les entregué a todos, algunos sonreían y la guardaban asegurando que irían, otros sin leerla ni nada decían que irían, hasta Amelie me dijo que iría, quizás por fin podamos hacer las paces y vivir las dos tranquilas.

──Espero que tengas un gran día.

── Gracias, bebé llorón. ── Dijo el chico con la mirada baja, no lo conocía, era muy guapo.

Seguí caminando hasta mi casa, entré y me encontré con mi hermano y sus drogadictos amigos.

Intente no meter ruido, sin lograrlo ellos giraron su cabeza para ver que sucedía conmigo. Mis mejillas se tiñeron rojo y les sonreí a todos, mi hermano entró de la cocina y me vio, abrió los ojos y me empujó a mi cuarto obligándome a quedar ahí.

Me encerró por fuera y pude escuchar las risas y los gritos de los amigos.

Me senté en mi cama con un pie rodeando el otro balanceandolos. Tenía una sonrisa.

Era un gran día, no importaba el hecho que estaba encerrada.

Preparé todas las decoraciones para el día de mañana en mi fiesta de cumpleaños, cumplía diez y seis años ¡Iba a madurar!

Entré a mi armario y abrí la puerta secreta que tenia ninguno de mis familiares sabía de la existencia de esta.

En cuclillas bajé hasta la cocina, cerré la puerta secreta y me arreglé el vestido, saqué todos los materiales para hacer mi pastel de cumpleaños, cuando terminé lo cubrí y lo metí al refrigerador, mi hermano se había quedado dormido en la sala de estar con sus amigos en el suelo completamente drogados.

──Ay hermano, te volviste un asco. ──Hice una mueca y acaricié su mejilla para luego subir a mi habitación, abrí la puerta cerrada anteriormente por mi hermano y me acosté cansada.

Fue unos de los mejores días de mi vida.